El itinerario sacerdotal del Padre Pepe, un cura villero que luego de 13 años tuvo que irse de la villa amenazado por los mercaderes de la droga, es recorrido en un libro por la periodista Silvina Premat, quien desborda la biografía personal y muestra la presencia de una iglesia en la calle, junto a los más necesitados.
"La preocupación por los pobres nace en el seminario, era reacio a lo teórico, le interesa ser sacerdote para estar al servicio de los más necesitados. El encontró en la figura de San Francisco -a través de la película de Franco Zeffirelli- el compromiso misionero, se fue configurando así. Y las clases del padre Lucio Gera sobre iglesia y pueblo, una teología muy argentina", cuenta la periodista, en una entrevista con Télam.
Recién publicado por Sudamericana, el libro está dividido en cuatro capítulos, de los cuales el primero abarca la experiencia del padre en la villa 21-24-Zabaleta, desde 1997 hasta 2010 cuando tuvo que irse ante las reiteradas amenazas de muerte, una situación que hizo público su trabajo sacerdotal, siempre apoyado por el entonces cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio.
En el segundo capítulo, "Vocación", la autora perfila los hechos más significativos de un joven de clase media que sintió el llamado de Dios a los 15 años, en un campamento en Bariloche, su pasó por el seminario y las parroquias en que estuvo desde que fue ordenado como sacerdote en 1987 hasta su llegada a la villa.
En el tercero su exilio en Santiago del Estero, 2011 y 2012, y su regreso, en el último capítulo, cuando en febrero de 2013 acepta ir a La Cárcova, una de las villas levantadas sobre basurales a orillas del río Reconquista, a unos 25 milómetros de Buenos Aires.
- Télam: ¿Cómo surgió la idea de escribir sobre el Padre Pepe?
- Premat: Me atraía mucho entender cómo había desarrollado el trabajo en la villa, me dio curiosidad saber qué hizo para darle esa dignidad que decían las personas del barrio habían recobrado a partir de la relación con él y la parroquia y también cómo hizo para transmitir la fe a tanta gente en estos tiempos.
Terminé de escribir "Curas villeros" y cuando a fines de 2010 lo volvieron a amenazar decidió dejar la villa, en su despedida decidí indagar en qué lo movía para ser ese cura incansable y único que es.
- T: La figura de Pepe, ¿no trasciende al propio sacerdote?
- P: Exacto, esa es la sorpresa que me llevé al investigar, él tiene muchas características singulares de su temperamento y personalidad, pero a su vez éstas aglutinan y ponen de manifiesto muchas de las virtudes de los curas de ahora.
- T: La investigación deja ver la interacción del sacerdote con la gente, como la radiografía de una comunidad cristiana ¿Esto lo tuviste presente?
- P: La elección de Bergoglio como el Papa Francisco, fue un hecho que resignificó este libro, porque hasta ese momento me parecía haber encontrado en el padre Pepe un sacerdote particular que mostraba un nuevo estilo de sacerdocio. Pero adquiere otra dimensión cuando Francisco empieza a pedir a la Iglesia que sea pobre para los pobres, que salga a la calle, que busque al necesitado...
- T: ¿Ese salir a la calle, involucra a la comunidad que va creciendo y comprometiéndose con las propuestas del padre?
- P: El padre Pepe es en virtud de los demás, si yo quiero contar que le preocupa la educación, no puedo decir simplemente que fundó una escuela, tengo que contar la génesis de lo que fue, por ejemplo la relación que tuvo con el senador Daniel Filmus cuando era secretario de Educación porteño para construir una escuela en la villa y otras iniciativas, impensables sin la ayuda del propio Pepe y su comunidad.
- T: El acercamiento a los chicos que se drogaban, por lo que contás, comenzó siendo algo muy intuitivo...
- Sí, porque una de las características de este "método" que a mí me parece ver en su manera de vivir el sacerdocio y de conducir la parroquia, es obedecer a la realidad como se le presenta.
Lo que pasó con Cañita, Pino y Tambó, que borrachos se tiraban en la puerte de la iglesia, hasta que el padre los hizo dormir adentro y después surgió un hogar para hombres alcohólicos que todavía está en la villa. Más adelante surge la atención de los chicos que caían en la adicción al paco de forma masiva.
Lo interesante, es que el padre Pepe no se propuso como plan o estrategia llegar a la gente, en la medida que se presentaban las necesidades iba respondiendo a ellas, siempre se dejaba modelar por lo que estaba pasando. La intuición es algo muy propio de él.
- T: Es increíble cuantos testimonios hay en el libro...
- P: Entrevisté a más de cien personas y dejé de buscar testigos, cuando vi que se empezaban a repetir, lo que es el padre fue muy bien percibido por la gente de la villa.
Salgamos de los esquemas, decía Bergoglio, y siempre me vuelve la frase de uno de los chicos, Matute, con un pasado de violencia y alcohol: "El padre Pepe rompió los esquemas de la Iglesia porque puso las manos en el fuego por mí. Hizo lo que dice Jesús: se vino a un lugar pobre a estar con los más pobres y peleó por lo más importante, que no es la pobreza material sino la espiritual".
- T: En la villa 21-24-Zabaleta el padre se relaciona con los inmigrantes paraguayos ¿No tiene problemas en incorporar el modo en cómo expresan su religiosidad popular?
- P: Pone de manifiesto esa docilidad con la realidad, así como es. El acepta que sigan sus costumbres, como la fiesta de Exaltación de la Cruz, las formas diferentes de vivir la fe y les da aire porque reconoce su valor para la gente.
- T: Otro ítem interesante es el desarrollo de su vocación, incluso el período de crisis vivido cuando tenía 32 años...
- P: Yo le pregunté acerca de la crisis y me contó que lo vivió como una crisis de vocación, no de fe. El no sabía si ser un sacerdote o formar una familia. Se puso de novio con una maestra, pero se dio cuenta que no era su vocación. Esto pone de relieve lo del celibato. Ese no es hoy el problema del fondo para un cura.
- T: ¿Qué conclusión sacás de este trabajo?
P: El padre Pepe es más él cuando está en relación con la gente de la villa, pidió volver a Buenos Aires para vivir eso, tiene en su corazón esta correspondencia. Ahora en la Cárcova vive en una casilla de madera, está reiniciando todo como un cura raso porque en ese lugar no había presencia estable de la Iglesia. Es un volver a empezar de cero, mostrar que es posible lo que el Papa está diciendo.
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