La proporción de niñas y niños alimentados con lactancia materna en Argentina creció, pero es necesario continuar la promoción de sus beneficios para los bebés y sus madres.
De acuerdo a los datos del Ministerio de Salud de la Nación, el 95% de los recién nacidos recibe leche materna, pero sólo el 54% de los lactantes menores de 6 meses de edad lo hacen de manera exclusiva y apenas el 30% de las niñas y los niños de 6 meses de edad.
Acompañar a las madres para que puedan amamantar a sus hijos, es una responsabilidad que debe ser compartida por los diferentes actores intervinientes: organismos internacionales, ministerios, asociaciones científicas, ONG´S y profesionales desde su trabajo diario.
Los beneficios de la lactancia materna son ampliamente conocidos e indiscutidos tanto para el lactante como para la madre. “La leche materna tiene más de 370 componentes específicos capaces de proteger al bebé de enfermedades inmediatas y alejadas, incluso hasta su adultez.
Reduce el riesgo de enfermedades como la diarrea e infecciones respiratorias, preveniendo la desnutrición, y disminuyendo la mortalidad infantil. También trae beneficios para la madre reduciendo el riesgo de anemia post-parto, de cáncer de mamama y osteoporosis después de la menopausia” (UNICEF, 2013: 1).
En la misma línea, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS)1 sostiene que “la lactancia materna es la intervención preventiva más efectiva para evitar muertes de menores de 5 años. Las investigaciones muestran que alrededor de un 20 por ciento de la muerte de neonatales (de menos de un mes) podrían ser prevenidas si todos los recién nacidos empezaran a recibir leche materna durante su primera hora de vida”. La OPS/OMS señala también que la lactancia ayuda a las madres a reducir los riesgos de tener cáncer de senos y de ovarios, como también a perder peso
Asimismo, la leche materna (LM) es mucho más que alimento. Al amamantar se desencadenan en la madre y el niño hormonas que estimulan el apego y contribuyen a un vínculo estrecho entre ambos, necesario para el desarrollo emocional, físico e intelectual del recién nacido.
Respecto a esto último, se ha comprobado que la LM mejora el desempeño mental de los niños: aquellos que han sido amamantados durante seis a nueve meses, tienen un coeficiente intelectual que supera en unos 6 puntos al de los amamantados durante menos de un mes. Este sólido hallazgo ha provocado que algunas personas denominen a la leche materna como “leche más inteligente”. (Chessa L., 2010: 2, citado en Lupica, 2010: 1).
Es por ello que el Ministerio de Salud de la Nación de la Argentina, en línea con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), recomienda la lactancia materna exclusiva (LME) durante los seis primeros meses de vida del lactante y hasta los dos años complementada con otros alimentos
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