Los argentinos son los ciudadanos del mundo que acumulan la mayor cantidad de dólares fuera de Estados Unidos -según la propia Reserva Federal de Washington - y las restricciones cambiarias introducidas en el país han disparado un redituable mercado marginal de divisas, revela un ensayo de reciente edición.
El ensayo, titulado "Estoy verde. Dólar, una pasión argentina", de Alejandro Bercovich y Alejandro Rebossio, explica "la obsesión por el dólar" de los argentinos y también los mecanismos legales e ilícitos que se utilizan para fugar divisas hacia los paraísos fiscales.
La "obsesión" puede ser interpretada como una "cuestión cultural" pero también como un instinto defensivo ante las repetidas devaluaciones que ha atravesado el peso argentino desde la década del 70.
Santiago Chelala, profesor de Histórica Económica de la Universidad Nacional de Buenos Aires e investigador de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, admite que "es difícil forzar a la gente a ahorrar en pesos con 20 por ciento de inflación anual".
"Tuvimos la oportunidad de tener una moneda creíble después de la crisis (2001-2002). Entraban dólares para convertirse en pesos y el tipo de cambio bajó de 4 a 2,80 pesos. Ahora se da lo contrario, los pesos corren para convertirse en dólares", compara para el ensayo editado por Aguilar.
Ana Castellani, socióloga económica de la Universidad Nacional de San Martín de Argentina, explica que "en la Argentina hay una clase obrera con mayor capacidad de puja distributiva que en el resto de Latinoamérica y hay una clase media más grande, con ahorros, y ahí puede haber factores culturales por los que se compran dólares".
Argentina es el segundo país de América Latina con el mayor índice de sindicalización con 37 por ciento, frente al 71 por ciento de Cuba, el 27 por ciento de Bolivia, el 25 por ciento de Uruguay, el 18 por ciento de Brasil, el 13 por ciento de Venezuela, el 12 por ciento de Chile, el 11 por ciento de México, el 7 por ciento de Colombia y el 6 por ciento de Perú, según la Confederación Sindical de las Américas.
A su vez la clase media estable en Argentina (no vulnerable) es la segunda más grande de América Latina con el 45,7 por ciento de la población, frente al 41,5 por ciento de Chile, el 36,4 por ciento de Costa Rica, el 31,1 por ciento de Brasil y el 29,4 por ciento de Colombia, solo superada por Uruguay con el 54,5 por ciento.
Los autores señalan que los principales perjudicados por el "cepo cambiario" del gobierno argentino han sido los inmigrantes de los países vecinos, a su vez favorecidos por el programa "Patria Grande" de regulación de residencia en el país, que puso en marcha el presidente Néstor Kirchner en 2006.
"El cepo cambiario cambió el humor de los inmigrantes sudamericanos hacia el kirchnerismo", apunta el ensayo, reproduciendo testimonios de ciudadanos bolivianos, peruanos y paraguayos, que ya no pueden comprar legalmente dólares para enviar a sus países de origen.
La presidenta Cristina Fernández "perdió mucha popularidad porque muchos extranjeros no pueden comprar dólares", se quejó Lidia, de 35 años y oriunda de Nazca, Perú.
Con el "cepo cambiario" del gobierno argentino "ganamos los cambistas y perdieron los bancos", admite C.L, dueño de una agencia clandestina que opera con divisas.
Esas agencias clandestinas conocidas como "cuevas" florecieron durante la crisis del 2001-2002, desaparecieron durante casi una década, pero han vuelto a florecer en Buenos Aires.
Desde que en abril de 2012 la autoridad fiscal de Argentina, Afip, autoriza solo la compra de divisas para viajes al exterior y en cuentagotas, "desaparecieron de los bancos las colas de clientes que querían hacerse de 'lechuga', que es la forma popular con que se ha conocido durante década al dólar en Argentina", detallan los autores, periodistas especializados en temas económicos.
Al mismo tiempo, el negocio de "las cuevas engordó a partir de los controles cambiarios que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner implementó desde el 28 de octubre de 2011, cinco días después de lograr la reelección con el 54 por ciento de los votos", recuerda el ensayo.
El "cepo cambiario" ha conducido a paradojas como que "el rico que lleva siete generaciones viviendo bronceado y sin trabajar pague más barato su BMW al dólar precio oficial y el pobre inmigrante adquiera por el doble de ese valor para mandarle como remesa a sus hijos en Tarija o Encarnación", compara el ensayo.
Fuente Ansa latina
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