La presidenta brasileña, Dilma Roussef, tuvo ayer, por primera vez, palabras enérgicas contra manifestantes, al repudiar a los camioneros que llevan tres días bloqueando carreteras de varios estados en reclamo de mayores subsidios al combustible y contra el aumento de los peajes.
Diferenció a quienes adoptan medidas de fuerza con las multitudes que se volcaron pacíficamente a las calles desde hace un mes.
"Es fundamental para el país que las rutas no sean
obstruidas, mi gobierno no se quedará quieto ante el proceso de
interrupción de las carreteras", afirmó de manera enérgica la
presidenta Rousseff.
Lo hizo durante una ceremonia oficial convocada para tratar
la concesión de puertos a la iniciativa privada, celebrada en el
Palacio del Planalto, de Brasilia, y que da continuidad al
programa de concesiones que incluye vías férreas, aeropuertos y
caminos.
"Una cosa son las marchas pacíficas que engrandecen al país y
otra muy distinta es creer que el país pueda vivir sin
normalidad y sin estabilidad" por causa de los que impiden
circular a personas y mercancías, sostuvo.
"Incluso voy a emplear una expresión de nuestra bandera,
donde está escrito Orden y Progreso, cuando estoy hablando de
progreso, hablo de la construcción de infraestructura, y también
quiero hablar de orden, que significa democracia y más respeto",
puntualizó.
Hasta hoy el tono de los discursos pronunciados por Rousseff
frente a la crisis política que sacude a su gobierno había sido
preponderantemente conciliador, y hasta elogioso con los cientos
de miles de personas que se lanzaron a las calles en todo el
país.
Si bien ella había hecho mención a la necesidad de que las
marchas fueran pacíficas, Rousseff prefirió destacar que con
ellas crece la calidad de la democracia y el protagonismo
popular.
En cambio, ayer la mandataria, que acaba de enviar un proyecto
de plebiscito al Congreso como estrategia para atenuar el
descontento, tuvo expresiones que por momentos parecieron una
amenaza hacia la entidad que representa a los pequeños y medios
empresarios del transporte.
El Movimiento Unión Brasil Camioneros, entidad dirigida por
el empresario Nelio Botelho, ratificó el martes que la medida de
fuerza se prolongará hasta el jueves a pesar de que las
justicias de los estados de Sao Paulo y Rio de Janeiro ordenaron
multas altas contra la medida.
Botelho también desoyó las advertencias formuladas por el
Ministerio de Transporte, la Abogacía General de la Unión y el
propio ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, quien declaró
que la Policía Federal investiga que los dueños de los camiones
presionaron a los choferes para que estacionen los vehículos en
medio de las rutas.
En tanto, algunos puestos de abastecimiento de gasolina y
fábricas del estado de Minas Gerais, sureste del país,
anunciaron hoy que sufren la falta de combustible e insumos.
En Minas Gerais se registraron al menos tres puntos de
bloqueos en carreteras, uno sobre la Fernao Dias que comunica
con Sao Paulo, al tiempo que a las 3 de la madrugada (6 GMT) la
policía de Sao Paulo dispersó a personas que realizaban un
piquete en la ruta Presidente Dutra, que va hasta Rio de
Janeiro.
También hubo otros piquetes en los estados de Rio de
Janeiro, Paraná, Bahia, Rio Grande do Sul, Santa Catarina, Mato
Grosso y Espíritu Santo.
Por otra parte, un centenar de jóvenes, que aparentemente no están vinculados a los camioneros, apedrearon y luego incendiaron cabinas de pago de peaje en la ruta Ceferino Vaz que une las ciudades de Campinas y Cosmópolis, interior de Sao Paulo, donde también atacaron a un reportero, informó la Agencia Globo.
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