01/07/2013 - Salta

Denuncia abusos de su padrastro 13 años después y lo condenan

La Justicia salteña condenó a un hombre a 17 años de prisión por el delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y la convivencia, en perjuicio de su hijastra, con quien tuvo un hijo, y que se animó a denunciarlo 13 años después de cometidos los abusos, informaron fuentes judiciales.

   La mujer, de 26 años, era sometida por su padrastro desde fines del 2003, y lo denunció cuando pudo abandonar la vivienda que había compartido con el hombre, identificado con sus iniciales JPA.

Al dictar la sentencia, el tribunal consideró que los hechos  juzgados “se encontraban probados con grado de certeza”.

Entre las pruebas que acreditaron los dichos de la denunciante figura la pericia de ADN realizada al hijo de la mujer  y al imputado, que confirmó la paternidad del mismo.

Las pericias psicológicas realizadas en el marco de la causa  indicaron que, “al ser real las vivencias traumáticas padecidas, se  advirtió la necesidad de un tratamiento terapéutico para su  rehabilitación”.

 Sobre el agresor, los estudios dicen que se trata de una  persona que ejercía un rol de padre sobredimensionado, y que "colocaba a su víctima en situación de vulnerabilidad, ejerciendo  además gran influencia sobre su concubina y el resto de los  miembros de la familia".

 “Resulta evidente que las condiciones del ámbito de  convivencia significaron un campo fértil para la conducta  desplegada por el acusado de la que se valió para llevar adelante  su conducta impúdica y reprochable”, detalló el tribunal.

  La mujer comenzó a sufrir los primeros abusos o manoseos de  su padrastro cuando tenía 8 años, y a los 13 se iniciaron los  sometimientos con acceso carnal, siempre bajo amenazas y agresiones  físicas.

  Esta situación se prolongó en el tiempo aún cuando, de  adolescente, la denunciante puso en sobreaviso a su madre, que no  le creyó a pesar de haber escuchado la misma acusación de otra hija  mayor.

  La víctima era la menor de cuatro hermanos, y su familia  vivía de la venta de artesanías con arcilla a la vera de la ruta nacional 68, cerca de la localidad de Cafayate, de los Valles Calchaquíes, prácticamente aislada de todo contacto social.