La exmandataria pasó por encima de todos sus rivales en las primarias presidenciales del domingo pasado. Todo indica que en noviembre triunfará y volverá a gobernar Chile a partir de 2014
La ex mandataria (2006-2010) ratificó largamente sus pergaminos en la principal alianza opositora chilena luego de estar ausente durante la mayor parte del mandato del actual presidente, Sebastián Piñera, dedicada a desempeñarse como jefa de la oficina de la mujer de las Naciones Unidas en Nueva York.
Si se pudieran resumir de alguna forma los resultados de las elecciones
primarias realizadas el domingo en Chile, habría que acudir
a diversos conceptos: el fracaso de los analistas, la absoluta
incombustibilidad de la expresidenta Michelle Bachelet, la caída de la
derecha liberal ante la opción más conservadora, la enorme cantidad de
ciudadanos que decidió participar y lo complejo que se torna el
escenario para los demás candidatos presidenciales, de cara a la
abrumadora mayoría obtenida por Bachelet.
En las votaciones se dirimía en gran medida quién será el próximo
presidente de Chile. Los dos bloques mayoritarios optaron por elegir
mediante este mecanismo inédito en el país sudamericano a quienes
representarán a la centroderechista Alianza por Chile y a la
centroizquierdista Nueva Mayoría, que aglutina a la Concertación, el
Partido Comunista y otros movimientos ciudadanos, en las elecciones
generales del 17 de noviembre. Y el escenario que se configura es más o
menos claro, según los entendidos.
Basta con ver las cifras: votaron tres millones de personas (casi el 23
por ciento del padrón; se esperaba que votara poco más de un millón), de
las cuales 1,5 millones optaron por Bachelet. Ella sola casi duplica
los votos que obtuvieron los candidatos de la Alianza, los exministros
del presidente Sebastián Piñera Andrés Allamand, del partido Renovación
Nacional, y Pablo Longueira, cercano a Augusto Pinochet y abanderado de
la conservadora Unión Demócrata Independiente, UDI. “La Alianza festeja
los resultados, pero la realidad es que obtuvieron un voto por cada tres
de la Nueva Mayoría. Bachelet arrasó”, escribió en su Twitter el
analista político Patricio Navia, poniendo en contexto la potencia de la
expresidenta.
Un fenómeno único
Para Bachelet el escenario fue casi perfecto en términos de votos:
obtuvo el 75 por ciento de las preferencias de su coalición y su
seguidor más cercano, el liberal Andrés Velasco, apenas sumó el 13 por
ciento. Ahora Bachelet deberá atraer a su campaña a la centrista
Democracia Cristiana (DC), cuyo candidato apenas superó el ocho por
ciento. Él, Claudio Orrego, ya dijo que apoyaría a Bachelet, pero la DC
ve con malos ojos el pacto firmado por ella y el Partido Comunista.
Ahora que ganó las primarias, Bachelet deberá concentrarse en poner en
orden el abanico de partidos que componen a la oposición aglutinada bajo
Nueva Mayoría.
El fenómeno de la exmandataria es impresionante: estuvo ausente casi
cuatro años de su país, prácticamente no habló de ningún tema
contingente, fue acusada sistemáticamente por la derecha de mala gestión
durante el terremoto que afectó a Chile en 2010 y se intentó abrir
flancos débiles que, finalmente, nunca lograron permearla. El nivel de
respaldo que ostenta es altísimo y nunca bajó del 75 por ciento de apoyo
en las encuestas, ni siquiera cuando estuvo cargo de ONU Mujeres en
Nueva York.
En la Alianza, en tanto, los resultados fueron más estrechos.
El candidato conservador Pablo Longueira venció con el 51,3 por ciento
de los votos a su contendor, Andrés Allamand, un militante del mismo
partido del actual presidente de Chile, Sebastián Piñera. Longueira, que
tiene escaso arraigo popular y en las encuestas suele aparecer con un
alto porcentaje de rechazo, asumió el desafío de ser candidato tras la
caída del popular exministro de Minería, Laurence Golborne, quien se
hizo conocido tras el rescate de los 33 mineros atrapados en el norte de
Chile, en 2010. Golborne debió dejar su postulación al conocerse unas
cuentas suyas en las Islas Vírgenes.
Longueira representa a la derecha chilena que adhirió a la dictadura
militar, lo que hace prever una polarización en la campaña. La mayor
proporción de sus votos vino de los sectores más acomodados del país y
dentro de su misma coalición no despierta muchas simpatías. El candidato
a senador de Renovación Nacional, Manuel José Ossandón, advirtió que
“si la UDI no propicia cambios al sistema binominal de elecciones o al
voto de los chilenos en el extranjero o no se abre a cambios profundos
en la educación, no podemos apoyar a Longueira incondicionalmente. Si
queremos paz social, lo que corresponde es escuchar a la gente y hacer
cambios reales”.
Ahora empieza la campaña de verdad
Las primarias dejaron en evidencia la novedad del proceso. Los analistas
preveían una participación baja en las votaciones, tomando como base la
experiencia de las recientes elecciones municipales, la primera con
sufragio voluntario, donde solamente participó el 40 por ciento de las
personas que podían hacerlo. Sin embargo, los tres millones de votantes
de las primarias parecen dar sustento al proceso y legitiman la
participación ciudadana en la selección de quienes serán los candidatos
de las grandes coaliciones.
A partir de ahora empieza la campaña de verdad, donde de forma inédita
para Chile es probable que lleguen a noviembre ocho candidatos
presidenciales: los dos de las grandes coaliciones, el progresista Marco
Enríquez-Ominami (que obtuvo el 20 por ciento en las presidenciales de
2009) y otros aspirantes de movimientos sociales o de partidos sin
representación parlamentaria. Pero nadie se confunde, la potencia de
Bachelet es demasiado arrolladora. El analista Patricio Navia dijo a CNN
Chile que “mi sospecha es que Bachelet va a sacar primera mayoría
relativa en la primera vuelta. La gente va a castigar a la Concertación
votando por Enríquez-Ominami y los otros candidatos”. Y en la segunda
vuelta, nadie detendría a Bachelet.
Aunque el triunfo de la expresidenta socialista en noviembre parece
asegurado, ella hizo un llamado la noche del domingo (30.06.2013) a no
confiarse y a “seguir luchando para llegar a La Moneda”. El analista
Luis Larraín, por su parte, advirtió en CNN Chile a la centroderecha de
que, a partir de ahora, el trabajo se viene más difícil que nunca. “En
política, la centroderecha hace peor el trabajo que la centroizquierda,
en términos de movilización y de mensaje. Si quiere gobernar de nuevo,
tiene que acostumbrarse a que hay que movilizar a la gente y cautivarla,
porque los chilenos quieren participar y quieren hacerlo por causas
institucionales”.
Autor: Diego Zúñiga
Editora: Emilia Rojas
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