El ciclo de conciertos “Camerata Lazarte a Mediodía”, continuará el próximo domingo a las 11 horas en el Centro Cultural de la UNT con la interpretación de Ocho Sonatas Trío de Christoph Willibald von Gluck a cargo de Gerardo Solórzano e Isabela Lemos en violines y del Maestro Julio Lazarte en clave.
En la oportunidad también se recitarán poemas de Pedro Bonifacio Palacios. La entrada es libre y gratuita.
Vida de Christoph Willibald von Gluck
El 2 de julio del año 1714 nació en Erasbach, actual Alemania, Christoph von Gluck. Su padre era guardabosques del príncipe Lobkowitz y su madre una ama de casa. Su primer contacto con la música fue en una escuela de jesuitas, quienes le enseñaron clave, violín y órgano. Formó parte de pequeñas orquestas el resto de su niñez y destacó sobre todo por su habilidad con el violín convirtiéndose en uno de los mejores de Praga y otras urbes.
No se sabe mucho más de su niñez, pubertad o adolescencia, salvo que ingresó a la Universidad de Praga en 1731, para estudiar lógica y matemáticas. No se sabe si fue buen estudiante, pero tal parece que no terminó su carrera y finalmente dejó Praga. Marchó a Viena en 1735 donde conoce a un príncipe lombardo apellidado Malzi, quién se convirtió en su mecenas para poder viajar a Italia. En 1737 Gluck en Milán empezó a estudiar con Sammartini quien le enseñó composición durante cuatro años. Su primera ópera “Artaserse” la estrenó en el Carnaval Milanés de 1742 pero lamentablemente la partitura no se conserva al igual que muchas de sus otras óperas iniciales.
Convertido en una joven promesa, recibe un llamado de Londres para tocar en dicha ciudad haciendo una escala en París donde tuvo tiempo para escuchar a Rameau. Llegado a la capital inglesa, hace amistad con Handel componiendo “La caduta dei gigante” y “Artemisa”. Volvió a Praga alrededor de 1750 casándose con Marianna Bergin de 18 años, hija de un comerciante vienés. Esto le dio a Gluck una seguridad financiera de la cual no había gozado hasta el momento a pesar de su reconocimiento internacional. En 1752, se hizo conocido incluso para el rey Carlos III de España, a quién de dedico una ópera en Nápoles. Finalmente se estableció en Viena cuando fue nombrado maestro de capilla de la Ópera. En 1754 escribió “Le Cinesi” y “La Danza”, esta última con motivo del cumpleaños del futuro emperador Leopoldo II.
En 1756 “Antigono” estrenada en Roma determinó que el Papa Benedicto XIV lo nombrara “Caballero de la Espuela de Oro”. Deseoso de cambiar de estilo, empezó a escribir óperas cómicas. Así nos debemos trasladar hasta 1761 cuando innovó publicando su primer ballet “Don Juan”. Tres años después sale la ópera “La rencontré imprevue” así como “El cadí burlado”. De todos modos esto no pareció conformarlo, pues Gluck tenía la firme convicción que una ópera debía tener un fuerte ingrediente dramático. Este hecho se concretó cuando se encontró con Raniero de Calzabigi en Viena, en el año 1761. Al año siguiente ese estrenó “Orfeo y Eurídice”, considerada la primera de las “operas de reforma” de su carrera. En los años siguientes produjo títulos de su antiguo estilo como “El reencuentro imprevisto” de 1764 una obra también conocida como “Los peregrinos de la Meca”. Fue su última ópera cómica con diálogo hablado. En 1766 llegó su segunda ópera de reforma, estrenada en Viena y cuyo nombre era “Alceste”. La obra tuvo éxito pero a decir verdad causó mucho revuelo, sobre todo en París donde la resistencia a la innovación se hizo notoria. En 1769 llegó su tercera máxima, “Paride ed Elena”. Finalmente, Gluck decide marchar a Francia, donde buscó conquistar al público por su propio esfuerzo.
La cúspide de su carrera se llevó a cabo cuando estrenó “Ifigenia en Táuride”, tal vez su mejor obra. Sin embargo Piccini, un colega, escribía una ópera sobre el mismo tema y París otra vez parecía entrar en controversias gracias a Gluck. En esta ocasión el público se dividió en dos favoreciendo a uno de los dos. La primera presentación de la obra se llevó a cabo en 1779, y esto lo catapultó tremendamente a la fama. En sus últimos años retornó a Viena y se dedicó a escribir trabajos menores. Tal vez su labor más reconocida fue hacer versiones en alemán de algunas de sus obras, incluido por supuesto el mejor éxito de su vida “Ifigenia en Táuride”. El 15 de noviembre de 1787 en Viena sufriendo apoplejías falleció Gluck considerado el fundador de la ópera moderna.
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