Los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Barack Obama y Vladimir Putin, admitieron ayer en público que sus posturas sobre la guerra en Siria no coinciden salvo en el interés de poner fin a la violencia de forma negociada, al inicio de una cumbre del G8 en Reino Unido dominada por la crisis siria.
En la reunión bilateral más esperada de la cumbre en Irlanda del Norte, Obama reconoció que él y Putin tienen "perspectivas divergentes" sobre cómo lidiar con el conflicto en Siria, pero que ambos están preocupados por los combates y ambos desean garantizar que no se usen armas químicas en el conflicto.
El mandatario estadounidense agregó que ambas partes seguirán con sus
esfuerzos para convocar a conversaciones de paz en Ginebra para tratar
de poner fin a la guerra en Siria entre gobierno y oposición armada, que
según la ONU ya dejó más de 93.000 muertos desde su inicio, en marzo de
2011.
"Sí que tenemos perspectivas divergentes sobre el problema pero
compartimos un interés en reducir la violencia, poner a resguardo las
armas químicas y garantizar que ni se las use ni sean objeto de
proliferación", señaló Obama junto a Putin y ante periodistas.
"Queremos tratar de resolver el asunto a través de medios políticos, si es posible", agregó, citado por la cadena CNN.
Putin se manifestó en términos similares.
"Por supuesto que nuestras opiniones no coinciden, pero todos nosotros
tenemos la intención de detener la violencia en Siria y detener el
incremento de víctimas y solucionar la situación pacíficamente,
acercando a las partes a la mesa de negociaciones en Ginebra. Acordamos
llevarlas a negociar", dijo.
El conflicto interno de Siria es el tema político central de la cumbre
de dos días iniciada hoy en el complejo de Lough Erne, cerca de la
ciudad de Enniskillen, por los líderes del Grupo de los Ocho (G8), los
países más industrializados más Rusia, que buscan formas de acabar una
guerra cada vez más violenta y regionalizada.
Estados Unidos anunció la semana pasada que dará "apoyo militar" a la
oposición armada al presidente sirio, Bashar Al Assad, tras afirmar que
comprobó que Damasco usó armas químicas contra los rebeldes y cruzó así
una "línea roja" que obligaba a Washington a revertir su oposición a
suministrar armas a los insurgentes.
El Reino Unido y Francia, que apoyan la postura de Washington de que Al
Assad debe dar un paso al costado, también dijeron que Damasco usó armas
químicas, pero reiteraron su temor a que las armas terminen en grupos
"terroristas" que apoyan a Damasco, como el libanés Hezbollah, o que lo
combaten, como Al Qaeda.
Rusia, por su parte, es uno de los principales aliados de Siria y se
niega a una renuncia de Al Assad digitada desde el exterior, y mucho más
a una intervención militar extranjera, y ha defendido su derecho a
continuar vendiendo armas a Siria en cumplimiento de viejos contratos,
pese a la guerra en curso.
Antes del inicio de la cumbre, desde Rusia, el Kremlin rechazó la
posibilidad de una zona de exclusión aérea sobre el país árabe, tal como
permitió el Consejo de Seguridad de la ONU en Libia para lograr la
caída de Muammar Kaddafi, por considerar que viola el derecho
internacional, informó la agencia de noticias EFE.
"No vemos necesidad alguna para ese tipo de planes y creemos que son
contraproducentes", afirmó desde Moscú el vocero de la Cancillería rusa,
Alexander Lukashevich, quien además criticó los planes de Occidente de
proporcionar armas a los rebeldes.
En Irlanda del Norte, al recibir a sus pares, el primer ministro
británico y anfitrión de la cumbre, el conservador David Cameron,
admitió hoy la preocupación sobre la actividad de grupos radicales entre
la oposición siria e insistió en que la solución debe ser "democrática y
pacífica" y "no el terrorismo y la violencia".
El premier saludó luego uno a uno a Obama, Putin, la alemana Ángela
Merkel, el italiano Enrico Letta, el japonés Shinzo Abe, el canadiense
Stephen Harper y el francés Francois Hollande.
En cuanto a Siria, Alemania, Italia y Francia apoyan la reciente
decisión adoptada por la Unión Europea (UE) de levantar el embargo de
armas a Siria y permitir a los socios del bloque actuar de modo autónomo
frente al conflicto.
Al encuentro de dos días también asistieron el presidente del Consejo
Europeo, Herman Van Rompuy, y el titular de la Comisión Europea, José
Manuel Durao Barroso, quienes anunciaron, junto a Obama y a Cameron, el
inicio en julio de las negociaciones de un tratado de libre comercio
entre Estados Unidos y la UE.
Los dirigentes del G8, luego de varias reuniones bilaterales, entre
ellas la de Obama y Putin, se volvieron a reunir por la noche, en una
cena de trabajo centrada en política exterior, una oportunidad para
debatir acerca del conflicto sirio y sus fuertes divergencias al
respecto.
También hoy, desde Damasco, el presidente sirio negó que sus tropas
hayan usado armas químicas contra los rebeldes, tal como afirman Estados
Unidos y Francia.
"Si París, Londres o Washington tuviesen una sola prueba para sus
afirmaciones, la habrían presentado a la opinión pública", dijo Al Assad
en una entrevista que el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung publicó
hoy, informó la agencia de noticias DPA.
Al Assad consideró que las acusaciones son una excusa para intervenir en
el conflicto y advirtió a las potencias occidentales contra el envío de
armamento a los rebeldes.
Si lo hacen, advirtió el mandatario, las armas que envíen terminarán "en
manos de terroristas islamistas" con experiencia de combate y
fundamento ideológico, que luego se trasladarán a Europa y otras
potencias occidentales.
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