Un florista convertido en antorcha humana a raíz de un trámite burocrático bloqueado y un desocupado que se ahorcó por no poder pagar sus deudas mostraron en las últimas 24 horas en Italia la tragedia personal y social de la crisis económica.
En el sur del país, Antonio Formicola, un florista de 60 años de la ciudad de Ercolano, provincia de Nápoles, murió este lunes tras haberse dado fuego y arrojarse en llamas esta mañana desde un balcón de la alcaldía local.
En el norte de Italia, en Brusasco, Piamonte, un obrero desocupado de 35 años falleció luego de haberse colgado de un árbol a causa de no poder pagar algunas deudas.
Según explicaron sus familiares a los carabineros (policía militarizada), el hombre había comenzado a padecer crisis depresivas poco después de perder el trabajo.
El caso del florista desató protestas frente a la alcaldía de Ercolano, donde el hombre era titular de un negocio llamado "La Violetta".
Los comerciantes de la zona se concentraron bajo la oficina del alcalde Vincenzo Strazzullo en protesta contra los problemas que afligen a los negocios de la avenida (corso) Resina, donde el florista tenía su puesto.
Los manifestantes, unos 400, dijeron que han sido abandonados por la administración municipal y que más de una vez, inútilmente, habían solicitado reuniones, nunca conseguidas, con el alcalde.
Un cartel colocado en la pared externa del palacio municipal se dirigió directamente al intendente: "Si no quieres que nos suceda también a nosotros, participa también tú. Firmado, los ciudadanos de Ercolano, la ciudad muerta".
Otros carteles acusaron ""Junta comunal: asesinos", "Alcalde asesino". Y denunciaron: "Nosotros luchamos y ustedes matan: verguenza!".
En tanto, los colegas de Formicola lo definen como una persona siempre abierta, calma y a disposición de los demás.
Según la reconstrucción policial de esta tragedia, Formicola, viudo y con dos hijos (un varón y una mujer, ésta ya casada), fue a la alcaldía para protestar por la falta de concesión de un estacionamiento (parqueo) reservado frente a su negocio.
Ya en la oficina del alcalde, el florista hizo salir a todos los presentes amenazándolos con un cuchillo. Luego se cubrió el cuerpo con gasolina y se ató a una cuerda. se dirigió entonces a un balcón, se montó sobre la baranda, se prendió fuego con un encendedor y cayó al vació tras haberse roto la cuerda, probablemente a causa de las llamas.
Transportado en gravísimas condiciones al centro Grandes Quemados del hospital Cardarelli de Nápoles, falleció poco después a pesar de los esfuerzos médicos por salvarlo.
"Es una muerte anunciada" repetían los amigos y conocidos del florista.
La crisis y la falta de trabajo se cobraron la vida en el rico norte italiano, en Brusasco, donde el joven obrero Alessandro B. se colgó de un árbol.
"Problemas siempre tuvimos, pero logramos superarlos gracias al trabajo -dijo el padre de la víctima a los carabineros- Para él esta vez era diferente: la falta de un puesto de trabajo lo carcomía".
La tragedia se consumó el domingo por la noche. Según la reconstrucción de la policía local, el obrero, que vivía con su esposa de 26 años junto a la casa de sus padres, salió a dar de comer a los perros en el patio y no regresó.
Los padres lo encontraron en el bosque cercano, colgado y muerto. El último trabajo del joven había sido en una pequeña empresa metalúrgica de Turín. Se trata de una de las no pocas historias dramáticas desencadenadas por la crisis y la común desesperación de quien queda sin trabajo en esa ciudad, capital de una de las regiones, el Piamonte, más golpeadas por la emergencia laboral, con casi 4 mil empresas perdidas en el primer trimestre del año y un índice de crecimiento (-0,85%) inferior al global nacional (-0,51%).
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