Los activistas sociales y sindicalistas europeos que asistieron a la “cumbre alternativa”, en Grecia, cerraron el evento con la lectura del “Manifiesto de las Personas”, un texto en el que dejaron muy claro a qué habían venido a Atenas.
En ese documento califican de ilegítimas las deudas de los Estados comunitarios en crisis porque éstas se amontonaron “sin considerar el bien común de los pueblos”, y llaman a ofrecer resistencia a las políticas de austeridad de Bruselas.
No sólo eso: los firmantes instan a someter a las instituciones comunitarias a mecanismos de control más severos. El documento en cuestión no estuvo libre de polémicas. Y es que, para muchos, las propuestas que allí se hacían no iban tan lejos como lo ameritaban las circunstancias. De hecho, hubo intensos enfrentamientos en torno a la cuestión de si los países más golpeados por la crisis deberían buscar su salvación fuera de la Unión Europea (UE).
Christian Pilichowski, delegado del sindicato metalúrgico francés FTM CGT, no cree que sea necesario llegar a esos extremos; pero está convencido de que las decisiones tomadas hasta ahora para afrontar la crisis de endeudamiento lo que hacen es empeorarla. El problema no es Europa, asegura Pilichowski, sino la manera en que se hace política en su nombre. Él cree que la situación mejoraría si se aumentaran los salarios y se fortalecieran los derechos de los trabajadores.
El lema: actuar localmente, pensando globalmente
El país con mayor número de representantes en esta “cumbre alternativa” fue Francia, con emisarios de 24 sindicatos y organizaciones no gubernamentales. Ante esa avalancha de activistas, algunos se preguntan si entre los franceses cunde el temor de convertirse en la próxima Grecia. La elección de Atenas como sede de este evento fue, por cierto, la manera que encontraron los movimientos sociales de Europa de solidarizarse con la población griega.
Además, estar en Grecia les permitió a muchos ser testigos presenciales de los estragos que las políticas de recortes y ahorro han causado en el país sureuropeo. En la cumbre se advirtió sobre el riesgo de que los sistemas sanitarios y de seguros sociales de varias naciones colapsen, y se llamó a detener la privatización de la salud, a proteger a los inmigrantes indocumentados y a mejorar el sistema de acogida de los refugiados.
Alemanas como Annette Groth, portavoz del partido La Izquierda en ese evento, se quejaron de la vaguedad de ciertas ideas y de la ausencia de propuestas relevantes. Pero el francés Karim Essahli –vocero del sindicato noruego LO– cree que se debe esperar más de la actuación de cada grupo o movimiento social que del manifiesto final de esta cumbre. A sus ojos, la mayor parte del trabajo debe hacerlo cada grupo en su respectivo país, aunque sin perder de vista la necesidad de coordinación paneuropea.
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