Para esta temporada 2013, la provincia potenció una serie de circuitos que prometen ser los principales atractivos para los visitantes, además de importantes actividades culturales y recreativas.
En Tucumán están dadas las condiciones para vivir un gran periodo de vacaciones de invierno, porque el llamado “Jardín de la República” lo tiene todo: paisajes, historia, cultura, gastronomía, además de más hoteles, mayor conectividad, mejores servicios.
Uno de los atractivos se concentra en el área central del imponente valle
calchaquí, al noroeste de la provincia, donde se extiende la zona vitivinícola
tucumana.
De clima frío en invierno, caluroso en verano, y mayormente seco, es favorecida
con una alta exposición al sol, ya que 350 días del año son soleados con
vientos suaves permanentes de norte a sur, propiciando un desarrollo sanitario
optimo de las uvas.
Su suelo es franco arenoso a pedregoso, permeable suelto, limpio y profundo en
toda su extensión, alcalino pero no salino.
Es una de las zonas de producción vitivinícola más altas del mundo. La calidad
y abundancia del agua de deshielo para el riego ofrece una característica
única. La zona vitivinícola es unificada por la Ruta Nacional 40 y la Ruta
Provincia 307 que recorre los 180 kilómetros que la separa de la ciudad
de San Miguel de Tucumán.
Los viñedos en el valle se plantan desde el siglo XVI y a
partir de fines del siglo XIX se elaboran vinos para el mercado. La tradición
vitivinícola tiene más de 130 años en los valles calchaquíes y se inició
principalmente con la variedad criolla chica.
A partir de 1910, Baltazar Chico amplió la superficie de viñedos gracias a
canales de riego y represas llegando así, en el año 1934, a una superficie cultivada
de 83 hectáreas registradas en Colalao del Valle.
En la actualidad, las variedades implantadas en Tucumán, son: Torrontes,
Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Syrah y Tannat que dan vinos de alta
calidad y muy concentrados. Son vinos fuertes, estructurados y con buen aporte
de alcohol.
Los viñedos se trabajan con una modalidad orgánica, con
abonos naturales de guano y aporte de residuos orgánicos de otras producciones
agrarias. Las conducciones son en parrales para las variedades blancas, para
evitar la exposición directa al sol, y en espalderos para las tintas.
Trabajan en la actividad vitivinícola el Instituto de Desarrollo
Productivo (IDEP), la Cámara de Bodegueros de Tucumán y el Ente Autárquico
Tucumán Turismo (EATT).
Las bodegas tucumanas durante toda la temporada de invierno reciben a los
visitantes que pueden recorrer los viñedos y degustar las producciones.
IMPERDIBLES CIRCUITOS TURÍSTICOS
Protagonista indiscutible de Independencia Argentina, la historia de San Miguel
de Tucumán, capital de la provincia, ofrece museos, edificios emblemáticos,
iglesias y conventos, teatros y salas culturales, galerías y centros
comerciales, peñas folklóricas, gastronomía y vida nocturna.
En plena capital, la zona de Yerba Buena, con las lomas y quebradas de Villa
Nogués y la vista panorámica única de la ciudad desde San Javier, son puntos
estratégicos para una visita en la ciudad.
Además, se pude descubrir el testimonio de una de las fábricas azucareras más
destacadas de la provincia en el ex ingenio San Pablo y podrá relajarse en un
atardecer frente al dique El Cadillal.
Muy cerca de San Miguel, el visitante puede realizar una excursión por los
paisajes y la exuberante vegetación de la selva de Yungas o selva subtropical,
en uno de los recorridos más pintorescos de la provincia.
LAS DELICIAS DE LOS VALLES TUCUMANOS
Paisajes que quitan el aliento, una herencia cultural milenaria, tradiciones
que perduran a través de los tiempos, son algunas de las características que
hacen inigualable un recorrido por los Valles Calchaquíes.
Tierra extraordinaria que ofrece miles de sorpresas, con un encanto antiguo,
donde historia, naturaleza, tradiciones, arqueología y mitos, forman una
alianza excepcional, razonas que la constituyen en una región turística de
inevitable asombro.
Otro de los paseos de los cuales el turista se enamorará es
el valle de Choromoro, con sus culturas precolombinas, monumentos coloniales y
yacimientos arqueológicos en San Pedro de Colalao y legados históricos de los
aborígenes que merecen ser conocidos.
El clima moderado, el valle rodeado de cerros, ríos y paisajes, convierten a
esta villa en un destino óptimo para disfrutar de gratos momentos. El recorrido
invita a realizar todo tipo de deportes, desde una reconfortante caminata hasta
un motivador paseo a caballo descubriendo las riquezas arqueológicas y
naturales de la zona.
EL SUR TAMBIÉN EXISTE
La zona sur de la provincia invita al turista a conocer algunas de las ciudades
más pujantes de la provincia y a empaparse de las historia de los pueblos que
conservan sus sellos distintivos, como Lules, Concepción, Las Ruinas de la
Ciudacita, el parque de Cochuna y la Capital Nacional del Sulky, Simoca.
Mas allá de Famaillá, declarada Capital Nacional de la Empanada, se puede
visitar en Acheral la muestra de Atahualpa Yupanqui y en Monteros el imponente
sitio histórico Ibatín, lugar de la primera fundación de Tucumán.
En Concepción está el acceso al Parque Nacional los
Alisos, donde se hallan las míticas ruinas de la Ciudacita. Llegando a la
Ciudad de Alberdi, se puede acceder al dique Escaba, un espejo de lagua rodeado
de montañas.
Finalmente, en la ciudad de Raco, cuna del célebre Atahualpa Yupanqui, es donde
el visitante podrá descubrir costumbres y antiguas raíces, en un cálido
intercambio con los lugareños. Cada calle recuerda una canción de este mítico
cantante tucumano al que se le dedicó un Monumento. Y en la casa conocida como
La Calladita es donde se erige la Fundación Cultu Raco que se dedica a
preservar el arte local.
ARTESANÍAS TUCUMANAS
Las artesanías de Tucumán hablan de un espíritu hacendoso, de tradiciones que
se preservan de generación en generación y de la eternamente homenajeada
Pachamama que todo lo da y lo quita.
Estos trabajos manuales invitan a redescubrir una cultura que no se entierra,
sino más bien se esculpe en cuero, lana, arcilla, piedra y tantos otros
materiales ancestrales.
Cuando en Tafí del Valle los hornos alcanzan los 800 °C - o más - la arcilla
toma un color rojizo y es tiempo de retirar las brasas. Pero eso no es todo, la
técnica de las atmósfera saturada fija dos días de reposo antes de sacar la
pieza del horno para luego cubrirla con cera y anticipar los motivos que
adornarán su figura irrepetible.
El tejido es otra de las artesanías típicas. En su entramado realizado con lana
de oveja y pelo de llama, se utilizan variados tintes como el molle, el nogal,
el tuibarbo y el hollín, los cuales provienen de la flora autóctona.
Los artesanos imprimen sus motivos sobre los tapices, mantas e indumentaria.
Los telares (de cintura, pala, peine o pedales) rescatan tradiciones hispanas y
americanas. Imposible irse sin adquirir un proverbial poncho tucumano, en
borravino y beige.
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