“Cancún” de Jordi Galceran, co dirigida por Guillermo Montilla Santillán y Pablo Parolo es una obra exquisita y atractiva. La dirección logra una narrativa sintética, rápida que no da respiro. Para disfrutar, reír y pensar. Muy buenas actuaciones.
Por Sebastián Ganzburg
Jordi Galceran dramaturgo catalán, internacionalmente conocido por su obra “El método Grönholm”, relata en “Cancún” las vacaciones de dos matrimonios cuya amistad se remonta a veinte años atrás. Una noche, después de unas copas, Lola (Soledad Valenzuela) casada con Vicente (Pablo Parolo) confiesa que sus vidas podrían haber sido diferentes. A la mañana siguiente, la realidad gira 180 grados. Ahora está casada con su amigo Carlos (Catto Emmerich) y Vicente con Laura (Gabriela Gil Deza). Una especie de intercambio de pareja que nunca es, o si...
En realidad en la obra no hay verdad. Los cambios continuos y la perplejidad de Lola son una excusa interesante para hablar sobre las decisiones, sobre la felicidad en la vida de pareja. Precisamente la perplejidad es el factor principal. No es casual que en el programa no esté escrita la sinopsis.
La obra está co dirigida por Guillermo Montilla Santillán y Pablo Parolo, quien además actúa. Indefectiblemente, en algún punto, la pieza me remite al teatro del absurdo. Donde las cosas no tienen sentido pero donde existen críticas sociales, en este caso, a la subjetividad.
La dirección logra una narrativa sintética, rápida que no da respiro. Los toques de humor son necesarios, pero también la profundidad textual. Cada actor o actriz tiene su monólogo. Cada uno expresa lo que siente: ¿qué pasaría si hubiera hecho esto o lo otro?, ¿con quién estoy casado? ¿existe todo esto?
Sin duda una obra maravillosa, con nivel y buenas interpretaciones. Una mirada desde el absurdo intelctual. Soledad Valenzuela demuestra su oficio con pulcritud, estilo. Parolo hace lo propio sin escatimar su exquisito arte. Gil Deza no decepciona, dejando su pasión en las tablas. Emmerich sale airoso.
La selección musical es seductora. La puesta minimalista y atractiva. Todo ocurre en la habitación de un hotel. Los efectos de sonido perfectamente seleccionados y un manejo de luces atractivo. Muy buen vestuario, pensado por Valenzuela y Montilla Santillán.
En síntesis, una obra para disfrutar, reír y pensar. Condimentos que garantizan el éxito.
Sábados a las 22 y domingos a las 21 en El Árbol de Galeano.
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