El resveratrol, una sustancia vegetal que está presente en la piel de la uva, demostró ser efectiva para demorar el proceso de envejecimiento del organismo provocado por la acumulación de las moléculas llamadas "radicales libres", sostuvo un simposio médico realizado en Buenos Aires.
El resveratrol pertenece a la familia de los polifenoles y se encuentra en frutas y vegetales, principalmente en la uva, y en productos derivados, como el vino.
César Fraga, Investigador del Conicet y profesor de
Fisicoquímica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de
Argentina, destacó que un nuevo componente lanzado en Argentina
con el nombre de Vidamax SF que contiene resveratrol, aporta una
"red antioxidante" que disminuye la cantidad de radicales libres
que se generan en el organismo.
"Investigaciones ya realizadas demuestran la conveniencia de
consumir una dosis de 50 mg diarios, y entre los beneficios
reportados se señalan sus efectos positivos sobre los trastornos
del sistema circulatorio y del sistema nervioso, la obesidad, la
diabetes, la prevención de la aterosclerosis, la salud ósea y
hasta en la piel", explicó Roberto Iermoli, director de Docencia
e Investigación del Hospital de Clínicas de la Universidad
Nacional de Buenos Aires.
Alberto Boveris, decano de la Facultad de Farmacia y
Bioquímica de Buenos Aires, explicó que "los complejos
antioxidantes reducen la cantidad de radicales libres en el
organismo y por eso previenen su efecto nocivo".
"El vínculo entre la oxidación por radicales libres y el
envejecimiento fue comprobado en animales de laboratorio, en los
que se observó que los animales más viejos contenían en su
organismo mayor cantidad de desechos -restos de las moléculas
deterioradas- producidos por esa oxidación", agregó Boveris.
"El interés por los radicales libres tuvo su origen en el descubrimiento de dos enzimas (la catalasa y la superóxido dismutasa), cuyo conocimiento permitió entender cómo algunos microorganismos viven en presencia de oxígeno mientras que otros lo hacen en ausencia o muy bajas cantidades de este gas", completó Boveris.
Los expertos recordaron que estas enzimas fueron descubiertas
en la década del 60 en bacterias, en los 70 se "describieron en
animales" y "en los años 80 hubo una explosión en el interés por
los radicales libres y los antioxidantes".
"Recién en 2000 hubo una racionalización de este furor y se abandonó la idea de suministrar 'megadosis' de antioxidantes como si fuera una panacea", comentó Fraga.
Ese entusiasmo inicial dio lugar a una visión mucho más moderada en la que además se reconoció -explicó Fraga- la existencia de "antioxidantes de efecto directo -que son aquellos que reaccionan directamente con los radicales libres y anulan su efecto nocivo- y antioxidantes de efecto indirecto, que son los que impiden la formación o acumulación de los radicales libres".
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