La candidata presidencial socialista, Michelle Bachelet, dio una señal política a sus críticos, que la acusan de falta de liderazgo y de no poner orden ni siquiera en su propio partido, y dejó caer a su ex hombre de confianza, el senador Camilo Escalona, por desoír el llamado de ir a primarias parlamentarias.
Escalona, perteneciente a la vieja escuela política, vio desaparecer el viernes su capital y su abandono fue total cuando la comisión política acordó primarias para definir al representante socialista al senado por la circunscripción de Los Lagos, en el sur del país.
El otrora hombre fuerte del PS, del cual fue presidente, hoy ve incierto su futuro político. Escalona era quien ejercía todo su poder y una suerte de puente con el poderoso empresariado; fue el gran impulsor del entendimiento político de la izquierda con el centro -la DC- con la tesis que ese es el "tronco histórico de la Concertación" que brinda estabilidad política al país. Además, ordenaba a las distintas facciones de ese partido -con mano dura de ser necesario- en los momentos clave.
Esta misma actitud llevó a que muchos dirigentes migraran, entre ellos, el entonces diputado Marco Enríquez Ominami, hoy nuevamente candidato presidencial opositor; el ex ministro Jorge Arrate, quien se fue al Partido Comunista, y el diputado Sergio Aguiló. El diario El Mercurio comentó hoy "el dolor de Camilo" y contó que "no han conversado desde el retorno de la ex secretaria de ONU Mujeres a Chile. Ni siquiera un llamado telefónico", desde el 27 de marzo.
Tampoco, discutieron de
política durante su ausencia.
Bachelet -quien regresó para asumir la candidatura
presidencial con una Nueva Mayoría (desde el centro hasta el
partido Comunista) dejó en claro su distancia con Escalona
cuando afirmó que "es muy importante para el país promover la
participación de la gente en la elección de los candidatos. Una
democracia viva es una democracia donde la gente da su opinión".
La médica pediatra ya había dado señales de que no era la misma del año 2005, cuando Escalona no permitió las críticas al gobierno de la primera mujer Jefe de estado en Chile. Tras pisar suelo chileno, dejó en claro que ella entendía que había una nueva ciudadanía y que Chile requería una nueva Constitución. En esa línea convocó a una comisión para estudiar el mecanismo para llevarlo a efecto. Escalona, en cambio, expresó su rechazo a la iniciativa e incluso a los que plantearon una asamblea constituyente los mandó a "fumar opio". Para algunos analistas, Escalona se atrincheró en las viejas prácticas políticas ;de hacer que algo cambie para que nada cambie- y no fue capaz de leer los nuevos signos de los tiempos.
La sociedad chilena ya no es la misma desde las movilizaciones de 2011, año en que los estudiantes salieron a la calle para pedir educación pública de calidad y un cambio real para el país, marcando un giro en la política de los últimos 20 años. El senador socialista sólo ha recibido el apoyo del precandidato presidencial de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) y ex par en el Congreso, Pablo Longueira, para quien Escalona es "un izquierdista con mirada de Estado". A juicio de Longueira, Escalona es "una persona que pone diques, que pone límites a caminos que no son los mejores;. Longueira fue quien también, en la derecha, desechó primarias esta semana y optó por nombrar "a dedo" a los candidatos senatoriales.
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