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AMPLIARRomandini

Romandini se explaya sobre las líneas de fuerza de Derrida

En Derrida político, una compilación de textos sobre el pensador argelino, el argentino Fabián Ludueña Romandini avanza sobre algunas de las hipótesis centrales deplegadas en la obra del autor de La voz y el fenómeno y despeja la maleza que suele impedir leer la dimensión política que tienen sus textos.

El libro, publicado por la casaColihue, cuenta con los aportes de Jacques Ranciere, Caterina Resta, Simone Regazzoni, Marc Crepon, Patrice Vermeren, Carlos Contreras, Patricio Peñalver Gómez, Cristina de Peretti, Laura Llevadot, Mónica Cragnolini, Gabriela Balcarce, Evelyn Galiazo, Sebastián Chun y Claudio Veliz.

Luduena Romandini es doctor por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París; investigador del Conicet y del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA). 

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
 
- ¿Por qué un título con la palabra político al lado de Derrida?
- Ana Paula Penchazsadeh y Emmanuel Biset, quienes han tenido a su cargo la  tarea de no sólo escribir sus capítulos sino también de coordinar el trabajo del resto de los que hemos colaborado en el libro, han tratado de responder esta aparente paradoja. Y cierta visión supone que Derrida no es un pensador de la política.
 
Jacques Rancière que integra este libro, defiende esta opinión. La apuesta de los compiladores es señalar que no existe un divorcio entre "lo político" (dimensión metafísica) y "la política" (dimensión de la praxis). Por esto su obra es integralmente política aún si las consistencias y los modos de entender esa politicidad fueron diferentes de sus coetáneos.
 
- ¿Entonces?
- En ese sentido, el libro trata sobre las múltiples declinaciones en las que puede entenderse el concepto de politicidad en una obra como la de Derrida, reacia a las asimilaciones rápidas.
 
Además, sus cursos recién comienzan a ser publicados y, como en el caso de otros filósofos del siglo XX, el campo de estudios y la percepción de este problema van mutando a medida que los nuevos materiales van viendo la luz. El libro abre las vías de un camino que lejos está de cerrarse.
 
- ¿Qué impacto le produjo a este hombre la guerra de Argelia? 
- Derrida siempre fue particularmente fiel a sus experiencias argelinas. No sólo la guerra sino todo lo que con ella venía asociado. Ser un judío segregado en Argelia durante la guerra y experimentar el desembarco de los estadounidenses; aprender en carne propia los impactos de las políticas de Vichy, todo esto, piensan amigos cercanos de él, como Hélène Cixous, lo marcaron.
 
A juzgar por su obra, donde el judaísmo, la guerra, la hospitalidad, la soberanía, el holocausto, están presentes, es imposible no pensar en el peso de las experiencias de infancia. Las referencias o alusiones, tanto las explícitas como las más sutiles, están allí para quien quiera verlas. Sin embargo, esto no quiere decir que Derrida estuviera determinado por su "biografía", concepto del que desconfiaba sobremanera.
 
- ¿Qué se juega de su amistad o rivalidad con el grupo Tel Quel en De la gramatología, donde critica la idea de logocentrismo?
 
- El grupo Tel Quel era de una diversidad más grande lo que usualmente se admite. Pero la crítica al logocentrismo no podría explicarse únicamente por sus rivalidades o amistades dentro de ese grupo.
 
El impacto de la lingüística y de la gramática comparada habían ejercido un efecto que hoy resulta difícil imaginar pero que sería un error subestimar. Su fuerza transformó las humanidades no sólo en Francia sino en toda Europa y más allá. Cuando Tel Quel se funda, aunque la lingüistica estructural está en su momento culminante, no está tampoco muy lejos de comenzar a mostrar los signos de un triunfo que anuncia un declive.
 
Es el momento en que los cuestionamientos como el de Derrida, que abren las vías de una comprensión distinta del lenguaje y la escritura encuentran la vía regia de su comienzo. En esto, Derrida  responde a su época en lo que esta tenía de más interesante.
 
- El espectro de Marx que Derrida hace retornar, ¿tiene pretensiones militantes o relación con su supuesto mesianismo?
- Hay que ser derrideano para dar respuesta a esta pregunta. Yo sólo soy un amigo de la obra de Derrida, lo cual no es poco, pero no sé si es suficiente. Pienso que un concepto como el de militancia, efectivamente, no hubiese sido el elegido por Derrida y, muchos menos, en relación con el marxismo a la hora de definir su posición.
 
Derrida siempre ponía en entredicho todas las militancias (no fue el único, por cierto, de su "generación" en hacerlo: basta pensar en Lacan o Barthes). Pero esto no significaba una falta de compromiso político con las víctimas de su tiempo. Todo lo contrario. En muchos sentidos, para Derrida las palabras lo eran todo. De allí su riqueza y su extremo cuidado.
 
Por cierto, no reivindicaba el mesianismo en cuanto forma religiosa y política, prefería el término "mesianicidad" para diferenciarlo de cualquier mesianismo histórico. Pero muchos seguidores no quedaron tan convencidos de que el desplazamiento se hubiese logrado por completo. Yo tampoco: la "mesianicidad" es un  un concepto que, para la politicidad, resulta aun problemático.
 
- La deconstrucción, ¿podría pensarse como otra vuelta de tuerca como la de Derrida desde la fenomenología al estructuralismo?
- Podría decir que la deconstrucción es una doble respuesta a la fenomenología y al estructuralismo. Ninguno de los dos salen indemnes de la tarea crítica llevada adelante por Derrida.
 
Pero las cosas no son tan fáciles en la historia de la filosofía. Me parece legítimo dudar de que la deconstrucción haya superado las supuestas aporías de las tradiciones aludidas. Lecturas atentas detectarían desplazamientos radicales y permanencias no reconocidas que deben ser valoradas.
 

La filosofía tiene la virtud de lograr que ninguna escuela de pensamiento pase de moda. Legados diversos retornan donde menos se los espera. La obra de Derrida demuestra que aún en la deconstrucción más severa, hay espacios para que la clausura nunca se produzca del todo. No es un defecto del "método derrideano",es  una virtud de la filosofía en general y de Derrida en particular.