En su primera novela, "La Reja", Matías Alinovi zarpa con una historia típica de ocupación en el conurbano bonaerense para luego discurrir sobre la propiedad y la usurpación y sobre la disputa entre quienes se instalan y quienes poseen en un territorio.
Con el motor inspirativo de una experiencia personal, Alinovi incursiona en el género de la mano de la editorial Alfaguara a partir de una trama simple que relata la ocupación de una casa quinta en La Reja (Moreno, provincia de Buenos Aires) y la posterior recuperación cinco días después gracias a la intervención de personajes judiciales y policiales.
En diálogo con Télam su autor cuenta sobre la génesis de la novela: "Viví muchos años fuera de Argentina y cuando regresé la casa quinta a la que iba de chico estaba ocupada, algo natural en el barrio donde está, dado que el proceso es por etapas: de ir mucho a no, del intento de alquiler al abandono y finalmente su ocupación".
"Sentí que era grave, así que traté de recuperarla y al frecuentar al juez, a la abogada y al comisario me surgían extraordinarios personajes que tenía que contarlos", relata Alinovi, licenciado en Ciencias Físicas, aunque alejado hace ya mucho tiempo de aquella profesión que nunca ejerció del todo.
Con la idea madurándose, Alinovi arrancó a escribir esta historia de ubicación ambigua y cruce de registros, como él define: "Salía en decasílabos, lo cual me hacía sentir un pésimo escritor porque siempre aparecía la poesía. Anduve molesto hasta que los dejé salir, pensando que no era fea la idea del largo poema al conurbano, aunque sí insostenible. Hasta que me relajé y así quedó, una mezcla".
La idea de relación propietario-propiedad es abordada desde la psicología del protagonista de Alinovi en forma indirecta, a partir de contradicciones tales como ¿a quién pertenece un bien?, ¿quién lo usa y lo hace parte de sus experiencias?, ¿quiénes los cuidan?, ¿qué expresa su potestad?. En definitiva, ¿qué es ser propietario?.
"Me gustó mucho -cuenta el autor- cuando leí el pasaje de Vélez Sarsfield, autor del código civil: `Es derecho del propietario destruir la propiedad´; luego aparece la reforma y era obvio que ese derecho iba a desaparecer. Pero me resultó interesante su mirada. ¿Qué es ser propietario? Es gozar de un bien y una vez que lo hace empieza a medrar, sufrir por éste", observa.
"La propiedad no es algo clausurado. Es abierto, en donde existe la posibilidad de sufrir. Cuando entra esa dialéctica gozo-sufro lo que aparece es una tiranía sobre uno. Entonces, ¿qué me hace a mí ser el verdadero propietario de la cosa? Soy el propietario cuando destruyo la tiranía de la propiedad", retoma a Vélez Sarsfield.
De ahí la ligazón entre lo material y lo humano, "es la vejación lo que la Reja representa. Lo que me hace sufrir de su ocupación es que simbólicamente representa más que la propiedad". Y así sobrevuela sin escalas con la otredad porque "la casa como símbolo determina quién sos, por lo tanto también la relación con los otros, las diferencias y descubrimientos".
Y esto también conduce al telón de fondo que envuelve a "La Reja", la desigualdad, ya no como clase sino como sentido, algo así como la vetusta idea de "la separación de dos formas de ver el mundo: civilización y barbarie", propone su autor.
"Los negros no tienen universo simbólico" es la frase que resuena a lo largo de la lectura, frase que su abogada -en la vida real- le dijo durante el proceso de recuperación. "Al decir que no se robaron las lámparas repujadas, está diciendo que se afanaron lo que necesitaban, lo vendible, concreto y no lo simbólico. Mi vulnerabilidad está en acceder al bien; me importa un carajo lo concreto de la propiedad, no quería que muera ocupada".
La novela está atravesada de "referencias culturales" -como prefiere llamar Alinovi a la suerte de reflexiones sociales y filosóficas en clave lírica- "trato de hacerlas jugar de un modo ligero dentro de la trama para evitar la pesadez, como escudos, pero la realidad es que me hubiera gustado vaciarlo de referencias", confiesa el autor.
Estas "referencias" emergen del protagonista -presentado en primera persona- sin dirección ni intenciones ensayísticas, más bien como pensamientos o sensaciones que se van reformulando y acrecentando a lo largo de la trama.
Con ganas de despegarse del mundo científico al que lo vinculan - es autor de "Historia de la energía" e "Historia universal de la infamia científica"- Alinovi no duda: "Quiero se me valore como escritor".
El autor revela que en realidad "siempre quise escribir cuentos, pero es difícil lograr la contundencia que uno espera. En este país de la tradición de Borges, Cortázar y Bioy Casares la expectativa es muy alta en cuanto a la estructura, la perfección, lo imaginativo, el cierre".
Y en esa inquietud por la estructura, Alinovi piensa en el boom de científicos de las exactas que escriben ficción: "Es la estructura la que convoca. Cuando estudiaba física aspirar a la escritura era querer ser Sábato. Creo que tiene que ver con eso de la construcción para luego mezclar, el apego al formalismo".
En su debut novelístico -aunque por poco tiempo porque ya está pensando en otra publicación acerca del rencor a París, ciudad donde vivió varios años- el escritor considera que sus energías allí estampadas ponen en el tapete lo que está puesto en juego "la literatura y la posibilidad de escribir".
"Primero hay una ingenuidad romántica, la de creer que la literatura es puesta en obra de unas intenciones previas. Luego está la frustración de no poder ponerla en obra. Finalmente, el relajo y empezar a navegar a media agua. De todo eso vive la literatura, de esa ambigüedad la viví yo", concluye.
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