El centro arqueológico “El Paraíso”, descubierto recientemente en Lima y con una antigüedad que se cree de unos 5.000 años, muestra una pirámide principal en piedra y un subterráneo “Templo de Fuego” como únicos testigos de las civilizaciones más antiguas conocidas en América. Con un trabajo monumental por delante, y aún con todo por descubrir, un grupo de arqueólogos peruanos busca desentrañar los misterios de este centro urbano religioso, que se extendía por unas 50 hectáreas, muchas de ellas cubiertas hoy por campos cultivados y viviendas.
El centro del complejo es hoy una construcción en terrazas de piedra que fue descubierta por el arqueólogo francés Frederic Engel en 1965 y desenterrada de lo que aparentemente sólo se veía como una elevación terrosa, de las tantas que se observan en Lima.
Según los especialistas, estas construcciones habrían sentado las pautas para las técnicas de edificaciones posteriores de culturas preincaicas y del propio imperio de los incas (siglos XV y XVI).
La pirámide central, con el Templo de Fuego -cuyo descubrimiento fue anunciado en febrero último- es hasta el momento la única edificación descubierta de un grupo de diez que, según los estudios, existirían en toda la extensión del complejo.
“El Paraíso”, ubicado en la frontera de tres distritos limeños (San Martín, Puente de Piedra y Ventanilla) da la espalda a unos cerros y tiene detrás el mar.
“El complejo es tan antiguo como Caral (ciudad sagrada de 5.000 años, 180 kilómetros al norte de Lima, y declarada monumento de la humanidad por la Unesco) y según los estudios tendría 10 unidades arquitectónicas entre templos, plazas y residencias”, dijo a la agencia “AFP” Marco Guillén, integrante del grupo de arqueólogos del ministerio peruano de Cultura a cargo de los trabajos desde hace cinco meses.
“Hay mucho por descubrir para desentrañar los misterios que guarda ‘El Paraíso’. Necesitamos saber si debajo de las estructuras hay otras más antiguas”, dijo el arqueólogo.
“Recién hemos comenzado y ya hallamos el Templo del Fuego”, comentó.
El Templo de Fuego, un centro ceremonial subterráneo de cuatro niveles que se cree tiene unos 5.000 años, revela ritos y creencias de las más antiguas civilizaciones de América que se asentaron en esta región del continente.
“Las primeras excavaciones nos arrojaron que el templo tiene cuatro niveles, cada uno más antiguo que el otro, con una pequeña entrada de 48 centímetros por donde pasaba el sacerdote”, dijo el investigador.
Ese centro de adoración se ubica a un costado de la pirámide central.
“Tiene en su interior un fogón cuyas llamas servían para quemar ofrendas mientras que el humo ayudaba a conectarse con los dioses y sacerdotes”, dijo Guillen, que agregó que se hallaron “desperdicios” que serán analizados en los laboratorios y que podrían aclarar uno de los misterios sobre la alimentación de sus habitantes.
Según los estudios, “los edificios que componen al complejo Paraíso tenían diferentes usos”, dijo Luis Cáceres, director de Arqueología del ministerio peruano de Cultura.
Por su arquitectura monumental y las evidencias encontradas, se sugiere que la Unidad I o pirámide central tuvo un uso público, comunitario. En cambio, las unidades II y VI, que hoy sólo se ven como largos montículos de 450 y 300 metros de largo por 110 de ancho respectivamente, tuvieron un uso doméstico, explicó.
Esos montículos están formados por las ruinas de dos grandes congregados de habitaciones. Se diferencian de la Unidad I, en sus dimensiones pequeñas, de forma rectangular, con muros de piedra enlucidos con barro y techos de madera cubiertos de paja o estera.
“De las demás unidades es poco lo que se sabe, pues no han sido aún estudiadas”, precisó Cáceres.
Guillén dijo que, según los estudios y las evidencias halladas por el francés Engel, “’El Paraíso’ pudo tener unos 3.000 habitantes, cifra importante teniendo en cuenta la gran antigüedad de este asentamiento”, dijo.
El complejo arqueológico tiene hoy tomadas una buena parte de sus tierras, lo que puede hacer más complejas las investigaciones, a las que el gobierno del presidente de Perú, Ollanta Humala, ha destinado un total de 1,8 millones de dólares para los próximos cinco años.
“(Si) Esas ocupaciones ilegales no se incrementaron se debió a la organización de un grupo vecinos que se convirtieron en los guardianes del lugar y que ahora trabajan en la conservación”, indicó Guillén.
Fuente AFP
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