La caja de horrores de la dictadura brasileña fue abierta ayer con la declaración del coronel retirado y símbolo de la represión ilegal Carlos Brilhante Ustra, que sostuvo que el Ejército debe explicar los crímenes contra la humanidad y además acusó a la presidenta Dilma Rousseff, que combatió al régimen, de "terrorista".
Ustra, a quien entidades de derechos humanos le imputan unos cincuenta muertos productos de las torturas en un centro de detención de Sao Paulo, declaró por primera vez ante la Comisión de la Verdad que instaló la presidenta Rousseff para investigar a la dictadura (1964-1985). Negó los crímenes que se le imputan.
Y siguió el guión de todos los ex jefes y colaboracionistas
del régimen brasileño: que el golpe de 1964 y la dictadura
militar "sirvió" para evitar que Brasil se tornara un país
comunista como la Cuba de los hermanos Raúl y Fidel Castro.
"Todas las organizaciones terroristas tenían el objetivo de
derrocar a los militares e implantar el comunismo. Incluso las
cuatro organizaciones terroristas en las que participó nuestra
presidenta querían eso, implantar el comunismo", dijo el coronel
que entre 1970 y 1974 comandó Destacamento de Operaciones de
Informaciones del Ejército (DOI-CODI) en Sao Paulo.
"Sin nuestra lucha, yo no estaría aquí porque me hubieran
enviado al paredón, tendríamos aquí un régimen como el de Fidel
Castro", insistió.
Ustra pudo no comparecer ante la Comisión de la Verdad porque
le fue concedido un habeas corpus, pero igualmente fue y expuso
que la máxima responsabilidad de la violación a derechos humanos
es de las instituciones, no de las personas.
"Nunca torturé, nunca oculté un cadáver. Yo no debería estar
aquí sentado, sino el ejército. Gracias a Dios yo no fui un
asesino", dijo Ustra en la audiencia pública que estuvo marcada
por interrupciones de víctimas de la tortura del coronel
retirado.
El que condujo el interrogatorio fue el ex fiscal Claudio
Fontenles, miembro de la comisión de la verdad. Fontenles le
mostró documentos que atestan 50 muertes bajo responsabilidad de
Ustra en el centro de detención Doi Codi de Sao Paulo, la
policía política del ejército.
"Bajo mi comando -respondió- nadie murió dentro. Los muertos
durante mi gestión fueron muertos en combate, muertos con arma
en la mano, en la calle".
"Usted, Ustra, es el terrorista aquí, un asesino", le espetó
a los gritos el concejal de la ciudad de Sao Paulo Gilberto
Natalini, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB),
también poeta.
Natalini denunció a la comisión que en 1972 fue torturado
personalmente por Ustra en Sao Paulo cuando era estudiante de
medicina. "Ustra me puso un pie en un balde de agua y me daban
electroshockes en la celda. Ustra me pedía que durante la
tortura yo recitara mis poesías. A cada tanto, entre las
sesiones de electroshock, el me pegaba con una vara en el
cuerpo", narró.
La declaración de Ustra se suma a la denuncia en base a documentos secretos del Ejército de que existió, entre 1972 y 1975 una represión desproporcionada en la selva amazónica par acombatir a la guerrilla comunista de Araguaia, un levantamiento contra la dictadura reprimido hasta con napalm.
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