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Berggruen y Gardels: lo mejor de ambos mundos

En Gobernanza inteligente para el siglo XXI, los pensadores estadounidenses Nicolas Berggruen y Nathan Gardels trabajan una cuestión central de cara al siglo XXI: cómo articular la democracia a un capitalismo que desfallece pero abierto a los modos de gestión del Extremo Oriente con el objeto de encontrar una suerte de vía intermedia entre ambos sistemas.

El libro, publicado por Taurus, resulta una curiosidad por diversos motivos pero quizá el más llamativo es que se trata de una investigación en curso, motorizada por un filántropo (Berggruen) y coordinada por un ex editor políglota (Gardels).

Berggruen representa toda una tradición en el universo social norteamericano. El hombre de fortuna que decide concentrarse en un tema de su interés, financiar grupos de estudio, conocer países, promover las bondades de la globalización y pensar alguna forma de gestión supraestatal, en arreglo a las mutaciones del modo de producción material e inmaterial.

Ambos protagonistas suelen presentarse como nómades en un mundo que no encuentra el rumbo o que lo perdió con la crisis sociopolítica de 2008, una situación que amenaza agravarse a causa del crecimiento económico de China y la India, un factor que —en principio— no estaba en los cálculos de nadie.
 
En diálogo con Télam, Berggruen dijo que "su interés es reunirse y discutir periódicamente con líderes políticos, de opinión, intelectuales, periodistas", y sobre todo, "con ex gobernantes". De esa materia está hecho el instituto que lleva su nombre.
 
"Junto a nosotros trabajan Bill Clinton, Tony Blair, Felipe González, Fernando Henrique Cardoso, Ernesto Zedillo. Y estamos intentando entrar con nuestras ideas al universo chino, aunque es muy complicado", dice Gardels.
 
Y subraya: "las cosas en Europa estarían peor si no fuera por el liderazgo que alguna vez ejercieron. La idea del euro, del mercado común, no hubiera sido posible sin el empuje de ellos".
 
Para Berggruen "el concepto de choque de civilizaciones tenía  aspectos correctos y otros incorrectos. Y la manera de reforzar la soberanía era articular, por medio de los nuevos medios de comunicación, objetivos comunes, y que para alcanzarlos, claro, resultaba imprescindible un modelo de largo plazo y un modelo de sociedad".
 
John Maynard Keynes decía que a largo plazo todos vamos a estar muertos. En sociedades donde la prosperidad está quebrada, pedir que no se piense en el corto plazo, suena a una utopía a lo Orwell.
- ¿Cómo se explica la crisis bancaria, la crisis hipotecaria, el papel que está jugando el Bundesbank en este momento? ¿Cómo explica la crisis del sistema sanitario norteamericano?
- Por la aparición de China en el escenario global como actor central. Porque Estados Unidos está endeudado con China y porque es difícil entender cómo funciona la cultura china. Pero habrá que hacer un esfuerzo.
 
- ¿Usted no cree en que la corrupción estructural de los países europeos y de Estados Unidos tienen algún peso en este desastre? 
- Bueno, sin dudas. Pero ese es uno de los riesgos si apostamos a la democracia representativa y al capitalismo. No hay dudas que los países del sur de Europa son más corruptos, y además, la idea de meritocracia no existe. Por eso la preponderancia de Alemania.
 
- Una Europa alemana, diría Ulrich Beck...
- Exacto. Beck forma parte de nuestros equipos. En esos equipos se está pensando en la transición a una Europa 2.0, pero eso es imposible sin incorporar algunos de los mecanismos del capitalismo chino, que es más eficaz. Estoy pensando en la meritocracia.
 
La meritocracia de partido único es un horizonte imposible para un europeo.
 

En nuestro libro no se trata de elegir entre Estados Unidos o China sino de de evaluar qué aspectos de cada sistema pueden contribuir a una buena gobernanza.