En “Germán, últimas viñetas”, que desde mañana a las 22.30 y por 13 noches se verá en Canal 7, Miguel Angel Solá asumirá los últimos tiempos del autor de historietas Héctor Oesterheld en medio de la dictadura militar que lo desapareció.
“La serie no es un estudio biográfico sobre Oesterheld sino que habla de la maravilla que provoca el acto creativo de un talento”, razona Solá puesto a responder un cuestionario de Télam cursado a través del correo electrónico
Solá sostiene que con este protagónico "me hago cargo solamente de recordarles, a todos, desde una pantalla, que hubo un señor de características extraordinarias, considerado entre los cinco mejores guionistas de la historia del mundo de la historieta, que nació, vivió y creó en Argentina; y que, desaparecido físicamente, sin tumba que lo recuerde, nos plantea el interrogante del valor de los actos en vida".
"Héctor Oesterheld, como Salvador Massa (el del Mal de Chagas), que también me tocó en suerte interpretar (en el filme "Casas de fuego", de Juan Bautista Stagnaro), son preguntas para las que esta sociedad no tiene respuesta. Su rebelión ante la impasividad, la indiferencia, la falta de vergüenza, la injusticia que ataca al no mediocre, son mis temas", resalta.
Desde España, el artista, de 62 años, destaca que la maravilla creadora del autor de “El Eternauta” y “Ernie Pike”, entre más, “la viví con mis compañeros actores, directores, técnicos y productores en el momento de plasmarlo todos los días”.
“Sin darnos cuenta -desliza- recorrimos juntos los impedimentos que Oesterheld padeció en sus últimos años. La violencia, estaba encarnada en la eterna pregunta ¿alguien dará aire a este montón de talentos hablando de un talento?”.
La miniserie, surgida del plan de Fomento TDA, completa su elenco con Ezequiel Tronconi, Claudio Rissi, Paula Reca, Enzo Ordeig, Walter Cornás, Javier Pedersoli, Gustavo Pardi, Gabriel Fernández, Rubén Poncetta y Beatriz Spelzini, tiene guión de Luciano Saracino, está dirigida Cristian Bernard, Flavio Nardini y Federico Sosa y su producción es de Carlos Silva y Roberta Estela Sánchez.
Entre la Argentina y España, el intérprete ostenta una intensa y reconocida trayectoria de más de cuatro décadas haciendo teatro, televisión y cine, protagonizando filmes como “No habrá más penas ni olvido”, “El exilio de Gardel”, “Sur”, “Una sombra ya pronto serás” y “Asesinato en el Senado de la Nación”, además de obras teatrales entre las que destacan “El diario privado de Adán y Eva”, “Camino negro”, “El hombre elefante” y “Por el placer de volver a verla”.
-¿Cómo vive su regreso a la TV argentina?
-Feliz, porque creo, tras haberlo hecho -y ahora visto- que es un trabajo valioso de todos y cada uno de los que intervinimos en el juego de revivir a Germán, aunque más no sea por 13 noches.
-¿De qué modo fue generando su vuelta como actor al país?
No hay ningún misterio; necesitaba trabajar y tuve la suerte de ser convocado cuando el agua me llegaba al cuello. Venía de un naufragio anímico, y el trabajo que me ofrecieron acá y el amor de una chiquilina increíble (por la actriz española Paula Cancio, de 28 años) me salvaron del glú, glú, glú...
-¿Cómo vivencia el hecho de volver a ser padre?
-Con mucho miedo a ser demasiado viejo y se asuste al verme cuando nazca, o piense que soy su abuelito antes de saber hablar o caminar. Pero muy feliz por esta pirueta de la vida que me invita a multiplicarme en un tiempo en el que pensaba poder reposar tranquilo. De todos modos no me daba el cuero para poder reposar. Su madre es hermosa, ¿por qué se enamoró de mí?, no hay que hacerse demasiadas preguntas, pero ¡¿qué bien para mí, no?!
-Tras el musical “Como por un tubo”, ¿qué le han generado las funciones en el Maipo y en la gira de "El veneno del teatro"?
-Fue conmovedor el público y extraordinarias las críticas tanto para (Daniel) Freire como para mí. Aclaro que no fue un éxito comercial para la producción, pero sí un enorme acierto artístico.
Nos tocó una mala temporada en general y no fuimos la excepción. En lo personal y gracias a la obstinación de Lino Patalano, vivimos unos días de escenario inolvidables.
-¿Qué sensaciones le ha generado el reencuentro con la escena local?
Y... a mí me apasionan los creadores argentinos. No descansan, no se rinden, no se rompen, siguen, siguen... Pese a las diferencias que pueda haber entre ellos, yo, mirándolos, sé que son realmente fuera de serie. Ojalá no se cansen nunca.
-¿Qué proyectos laborales tiene para este año?
-Seguir con “Como por un tubo” aquí, en su segundo año en España. Con “El veneno del teatro”, luego. Dirigir "El diario de Adán y Eva". Y hacia fin de año viajar a la Argentina para dirigir "Los Mosqueteros", de Manuel González Gil.
-¿Cómo avista las realidades sociales que atraviesan España y la Argentina?
-No es buena política exasperar a la gente común, desorientarla, hacerla sufrir. En eso están gobiernos y oposiciones. En definitiva: entre bueyes no hay cornadas, pero la gente necesita creer y la están descerebrando con manipulaciones sin fin y con los peores símbolos de la mala fe que se levantan como banderas que siempre han podrido todo.
Si no se dejan de robar y de tapar a los ladrones, no va a quedar esperanza alguna. La esperanza nace en el creer, aunque no se tengan pruebas palpables de que algo va a cambiar. Pero tienen, los gobiernos, la oportunidad única de decir y hacer verdadera la esperanza, de ir dando forma a eso que no la tiene ni tendrá mientras los sustente la mentira.
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