Además de la política, la economía, la vida de los personajes del mundo del espectáculo y el deporte, las personas se la pasan hablando de comidas, de dietas y de alimentos, afirma la doctora y especialista en nutrición Mónica Katz, autora del nuevo libro “Somos lo que comemos” (Editorial Aguilar).
El problema, agrega la especialista, es que el exceso de información nutricional, la “demonización” de grupos completos de alimentos y la promesa de soluciones mágicas impide adoptar conductas saludables.
La idea del libro es aportar “un poco de sensatez al confuso y abigarrado panorama alimentario”, señaló Katz, directora de la Carrera de Especialista en Nutrición con Orientación en Obesidad de la Universidad Favaloro, a la Agencia CyTA.
Mucha gente considera peligrosos a muchos alimentos procesados aunque sean seguros, precisó. “Estamos asistiendo a una situación crítica: demonizamos la carne y crecen los vegetarianos; demonizamos la leche y crece la osteoporosis y el déficit de vitamina D; demonizamos las harinas y el azúcar y nos quedamos sin energía ni placer. ¿Qué es lo que comemos entonces?”, planteó Katz, quien es fundadora de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA) y directora y creadora del sitio de educación alimentaria Fat-Fit.
El alimento que todos creemos está solo al servicio de nuestra nutrición, dijo Katz, modula además emociones –como el estrés o la ansiedad- y posee, también, una finalidad hedónica. “Una vez superados los niveles de supervivencia, las personas comemos por puro gusto o simplemente porque disponemos de comida. Esto constituye un riesgo en la era de la epidemia de enfermedades crónicas como la diabetes, las cardiopatías y la obesidad”, enfatizó la especialista.
La comida sabrosa no es una promesa, es una realidad tangible presente y placentera. Por el contrario, el castigo que implica ganar peso o empeorar la presión arterial por comer lo inadecuado, no son percibidos en muchas ocasiones. “Detener la ingesta excesiva o la no saludable, implica una demanda de control. En las 100 a 150 decisiones diarias que realizamos en relación con el comer o el beber es muy factible que fallemos alguna o muchas veces”, admitió y agregó que por ese motivo es importante una toma de conciencia por parte de la sociedad respecto de lo que es una alimentación saludable.
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