Sin desmerecer la importancia del cáncer o las afecciones cardiovasculares, el doctor Osvaldo Uchitel, director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, subraya que las enfermedades invalidantes del sistema nervioso afectan la calidad de vida de millones de personas.
Agencia CyTA – Instituto Leloir. Por Bruno Geller
Aunque las enfermedades cardiovasculares y el cáncer están entre las principales causas de muerte a nivel mundial, es necesario fortalecer la investigación en otras patologías, como las del sistema nervioso, que además de muerte producen significativos daños en la calidad de vida de millones de personas.
Así lo afirmó a la Agencia CyTA el doctor Osvaldo Uchitel, investigador del CONICET y director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
“Es preciso aplicar una metodología que abandone los conocidos índices de mortalidad incorporando los datos relativos a la morbilidad; es decir, los años que cada individuo pierde a causa de estados de enfermedad que le quitan calidad de vida por discapacidad”, destacó.
Uchitel citó un trabajo reciente en la revista European Neuropsychopharmacology que estima que, cada año, cerca del 38 por ciento de la población de la Unión Europea sufre de un desorden mental, como ansiedad, insomnio, depresión, dependencia al alcohol y drogas, secuelas de ataques cerebrales y distintos tipos de demencia. En tanto, el Proyecto Atlas de la OMS señala que a nivel mundial una de cada cuatro personas sufre un trastorno mental o neurológico en algún momento de su vida. Para los investigadores alemanes Hans Ulrich-Wittchen y Frank Jacobi, de la Universidad Técnica de Dresde, la magnitud y prevalencia de los desórdenes del cerebro que producen altos costos sociales ha sido subestimado en el pasado, por lo cual urge incrementar el presupuesto para la investigación básica, clínica y sanitaria a fin de identificar las mejores estrategias para la prevención y el tratamiento de esos trastornos.
“Esas patologías son un desafío para el siglo XXI”, enfatizó Uchitel. “Las alteraciones del sistema nervioso afectan no sólo a quienes las padecen, sino también a sus familias y a la sociedad en su conjunto”.
Según Uchitel, los líderes políticos y sociales deberían ver la investigación en neurociencias como prioritaria. “A pesar de que existen muchos otras áreas dentro de la biomedicina importantes para nuestra población, ninguna de ellas podría resolverse sin el poder del cerebro humano”, concluyó.
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