El serbio cortó la racha de imbatibilidad del español Rafael Nadal sobre el polvo de ladrillo y se adjudicó el Masters 1000 que se disputó en el Principado de Mónaco, tras ganar la final en dos sets.
Después de una hora y 52 minutos de intensa lucha, Djokovic se impuso por 6-2 y 7-6 (7-1 en el tie break) para consolidar su reinado como máximo exponente de la actividad.
Y el mallorquín, por su parte, vio caer su increíble marca de 46 triunfos consecutivos y ocho consagraciones anteriores (2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012) en el certamen monegasco.
Con esta victoria, el serbio recortó la ventaja que el español le lleva en los enfrentamientos personales entre sí. Ahora Nadal prevalece por 19-15, con 12-3 en el específico apartado de duelos en polvo de ladrillo.
Djokovic, de esta manera, se cobró revancha de las dos derrotas en definiciones que el manacorí le infligió en 2009 (6-3, 2-6 y 6-1) y 2012 (6-3 y 6-1).
Por su lado, Nadal volvió a retirarse derrotado del Montecarlo Country Club, después de aquella victoria que el santafesino Guillermo Coria le infligió en el 2003, por 7-6 y 6-2.
Aún con dudas, a partir de un esguince en su tobillo derecho, Djokovic arrancó intratable y dominó por completo al principio.
Así se puso 5-0 arriba y amenazaba liquidar prematuramente el pleito.
Pero el número 5 del mundo reaccionó ligeramente, ganó dos games seguidos y descontó 2-5. En el octavo juego, el serbio sacó provecho del irregular servicio del balear, a punto tal que una doble falta le dio el 6-2 del primer segmento.
En el segundo set, tal vez apremiado por las circunstancias, Nadal entregó una mejor imagen o, mejor dicho, la imagen que suele serle habitual: mucha entrega, a pesar de verse superado.
Por eso, el español se recuperó tibiamente, ganó tres games seguidos y se adelantó 4-2, lo que le dio una brisa de esperanza.
Pero el serbio volvió a tomar la delantera y se situó 5-4 arriba, con la posibilidad de quebrar el saque del adversario y coronarse de una manera ejemplar.
Sin embargo, Nadal `echó el resto`, se puso adelante 6-5 y desaprovechó su servicio para estirar el partido y llevarlo a un tercer segmento.
En el tie break, entonces, Djokovic se olvidó de los dolores, mostró su mejor cara y no le dio ninguna chance a Nadal, quien resignó su cetro, después de ocho festejos en fila.
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