Con los auspicios de la Universidad Nacional de Tucumán, continúa la Camerata Lazarte con sus ciclos monográficos e integrales interpretando música barroca francesa e italiana. En esta oportunidad el Domingo 14 a las 11 horas en el Centro Cultural de la UNT inicia el Ciclo Michel Blavet con el estreno de las Sonatas Opus 2 para Flauta Traversa y Bajo Continuo completándose el programa con las Doce Sonatas opus 1 de Antonio Lucio Vivaldi.
Participarán Juan Pablo Juarez Biasuso en flauta, Gerardo Solórzano en primer violín, Isabela Lemos en segundo violín y el Maestro Julio Lazarte en bajo continuo y comentarios. La entrada es libre y gratuita.
Michel Blavet nació en 1700 en Besançon y fue junto con su padre tornero constructor de instrumentos musicales, sin embargo esta profesión la abandonó dedicándose como autodidacta a estudiar la flauta traversa y el fagot principalmente. Rápidamente se hizo un gran virtuoso y el más famoso en la Europa musical por la afinación y bello sonido. Su actividad profesional inicia con los recién constituidos “Conciertos Espirituales”. Pronto empezó a componer, y a pesar de haber vivido 68 años sólo se conservan pocas obras, constituyéndose los tres primeros opus en obras para flauta traversa. Durante treinta años fue flautista en la corte de Luis XV, convirtiéndose en masón bajo la influencia del conde de Clermont y escribiendo una Marcha para la “Gran Logia”. Falleció en París y es junto a de la Barre, Hotteterre y Buffardin, el más ilustre flautista del dieciocho francés. A los cuatro se refiere elogiosamente Quantz en su célebre tratado, pero apostilla que “en la práctica Blavet y Buffardin superaron con mucho a sus predecesores”. No es extraño que Quantz prefiriera a Blavet que a Hotteterre o La Barre por varias razones: en primer lugar porque su música era más virtuosa y más brillante; pero también porque anunciaba el estilo galante y porque era un tanto italianizante. Blavet representa el momento en que la música francesa comienza a flaquear ante el asedio italiano; en que comienza a darse por vencida, en que comienza a traicionarse a sí misma, ante los irresistibles cantos de sirena ultramontanos. No en vano Blavet es el intérprete más frecuente —con diferencia— del Concert Spirituel, que tanto contribuiría a la difusión de la música italiana en Francia. Las sonatas Op. 2 (París, 1732) de Blavet nos presentan perfectamente el momento de la transición: música inconfundiblemente francesa (la sarabanda de nuestra sonata) al lado de otra netamente italiana (el allegro final); términos italianos junto a términos franceses. Estamos ya en el reino indiscutible de la flauta traversa, que acaba de ganar la batalla sobre la flauta de pico.
Venecia era cuna importante de un florecimiento artístico, humanístico y cultural como pocas ciudades en Europa en el siglo XVI. En esa tradición es que surge el fundador de la Escuela Compositiva Veneciana, el compositor y violinista Giovanni Legrenzi, a quien seguirán Antonio Lotti, Antonio Caldara, Giorgio Gentili y Tomaso Albinoni. En ese mundo es que Vivaldi da a luz su primer opus, a los 25 años inmediatamente después de haberse ordenado sacerdote. Emplea como modelo a seguir la música de Arcangelo Corelli, considerado internacionalmente como el gran maestro compositivo de la época; y es así que en 1703 Vivaldi inicia su producción en forma de “sonatas de cámara a tres”, un modelo similar al de la sonata de iglesia pero sin los rigores del contrapunto y con la presencia de las danzas de la suite barroca. Este conjunto sonatístico está dedicado al Conde de Brescia, Annibale Gambara donde la partitura original publicada en 1703 se extravió pero la reedición se hizo en 1705 a cargo de Giuseppe Sala en Venecia. Sin embargo la edición de Etienne Roger de Amsterdam de 1715 es la que se utiliza actualmente, ya que la edición anterior se conserva incompleta.
La característica principal de las doce sonatas que conforman esta primera serie es la de seguir como modelo el preludio corelliano, la brevedad de las gavotas, las gigas en estilo imitativo, las courantes al estilo barroco inicial, las alemandas de diversidad rítmica, las sarabandas en su modelo allegro, y por sobre todo el de tener una invención melódica diferente de la de sus predecesores, de perfil muy pregnante y claramente derivado de la tradición vocal. Es particularmente notoria la duodécima sonata la que, rompiendo el molde formal, está escrita como un tema con variaciones. Sin embargo, no se limita a una cadena de variaciones sino que les asigna a cada una la posición específica en el conjunto con el fin de manipular puntos de tensión y de clímax. El tema de partida es una sarabanda y chacona anónima, la “Follia” (la locura), danza de origen portugués del siglo XVI.
En definitiva, este Opus 1 de Vivaldi muestra por primera vez al público veneciano un estilo único, original y de enorme teatralidad que lo haría esencial en la historia de la música como lo demuestra su plena vigencia en nuestro tiempo.
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