Expresó el testigo Saúl Ibañez. Su padre, que también era letrado, pudo acceder al edificio de la ex Brigada y vio al entornes vicegobernador. También son continuó con la causa Cerviño.
El juicio por la Megacausa Jefatura II – Arsenales II avanza sin dejar de conmover. Los testimonios continuaron el viernes
El primer testigo fue Ramón Cerviño, quien fue secuestrado, junto a su hermano Pedro, (quien declaró ayer), en Lastenia.
Los hermanos fueron secuestrados el 8 de febrero del 77,
cuando regresaban de su trabajo, en la Empresa Industrias Refractarias del
Norte S.A. en Lastenia, en su auto AMI 8. Al llegar a la Banda del Río Salí los
interceptó un Peugeot 504. Cuatro personas armadas, vestidas de civil, los
obligaron a bajar del auto y los introdujeron por la fuerza en el asiento
trasero del Peugeot, donde los llevaron agachados hasta el CCD de Jefatura de
Policía.
Pedro Antonio Cerviño compartió cautiverio con Azucena Nélida de Forti, Pedro
Corroto, Ricardo Salinas y su mujer, Griselda Ponce y una señora Margarita. El
7 de marzo de 1977 fue trasladado a la Brigada de Investigaciones de la Policía
de Tucumán y sometido a tormentos. Recibió amenazas de muerte sobre su familia,
que se materializaron con el posterior secuestro de su madre, Matilde Palmieri
de Cerviño.
José Ramón Cerviño estuvo detenido en el CCD de Jefatura de Policía por dos o
tres semanas, durante las cuales también fue torturado. Luego lo liberaron y le
dieron prisión domiciliaria.
Ambos fueron sometidos a un Consejo de Guerra, en la V° Brigada de Infantería, el cual fue presidido por el entonces teniente coronel Jorge Carmen Rafael Montero. A Pedro Cerviño lo condenaron a 14 años de prisión por el delito de asociación ilícita calificada en base a una declaración falsa que le hicieron firmar. A José Ramón lo absolvieron. En marzo de 1977 fue trasladado al penal de Villa Urquiza y posteriormente a Sierra Chica donde fue liberado en diciembre de 1982.
En Jefatura “no había nombres. Yo era 200. Sólo hablé con el 116, un joven que me ayudaba a ir al baño', dijo Cerviño en su testimonio.
Los Cerviño tienen dos hermanas secuestradas (una desaparecida y otra
identificada). Su madre también fue llevada a un Centro Clandestino de
Detención (CCD). Del secuestro de una de ellas se enteraron por una foto en un
diario. "Vimos en 'Clarín' la foto de mis sobrinas. Decía que estaban
abandonadas. Supimos que habían matado a mi hermana', contó.
“El tribunal de guerra sentenció a mi hermano a 14 años por una supuesta granada
que llevaba en el auto. A mí me absolvieron", relató, y agregó que el
entonces capellán de la Policía, Jose Padilla, lo ayudó a escapar y a
ocultarse "hasta que pasó el peligro".
"Cuando te pasaban estas cosas (detenciones) quedabas marcado. Tus familiares
cruzaban de vereda", agregó.
Luego, prestó declaración Eduardo Gerez, ex administrador del ingenio
Ñuñorco. El hombre explicó que esa fábrica era como una gran cooperativa y que
ese tipo de organización parecía "preocupar" a los militares. De acuerdo
con su versión, sólo hubo un trabajador secuestrado y detalló que hicieron
gestiones para que fuera liberado. En la causa hay varias víctimas que eran
empleados y que permanecen desaparecidas.
Después declaró el abogado Saúl Ibañez. Su padre, que también era letrado,
pudo acceder al edificio de la ex Brigada. Como había interpuesto recursos por
detenidos y contaba con contactos judiciales y militares, le permitieron
ingresar para reconocer si entre "muchos cuerpos" estaba el de la
persona que buscaba. "Fue en el 76. Estuvo acompañado por Antonio Domingo
Bussi. Me contó que en la planta alta había unos piletones en una habitación y
que ahí estaban los cadáveres. Había más en otra habitación. Cuando estaban por
retirarse escuchó un grito que venía desde una oficina. Instintivamente abrió
la puerta y vio a Dardo Molina, golpeado, bajo un escritorio",
recordó. Molina era vicegobernador de la provincia cuando fue secuestrado y
permanece desaparecido. Inicialmente, su caso estaba en la megacausa. Pero cayó
cuando fueron separados algunos imputados.
En este sentido, su hija, Josefina Molina, militante de Derechos Humanos comentó: “este es un motivo por el cual voy al juicio, no es la primera vez que nombran a mi padre y a mi me sirve mucho ir conociendo dónde estuvo, cómo estuvo y demás.... De eso se trata también, de saber aprovechar los testimonios. Por eso hay que estar en la sala. En mi caso voy a esperar por un juicio de la causa Molina. Por todas las victimas por las que se lleva a cabo éste, no esperen al día de la sentencia (para asistir a las audiencias). Les aseguro, reitero, los testimonios son mas que importantes”.
Las audiencias continuarán el jueves.
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