Expresó durante su testimonio el viceministro de Defensa de la Nación, Alfredo Forti, quien declaró ayer en el marco de la Megacausa Jefatura II – Arsenales II. Su madre, Nélida Sosa de Forti, desapareció en 1977. VIDEO
El viceministro de Defensa, Alfredo Forti, relató ayer la odisea que vivió con sus hermanos el día que desaparecieron junto a su madre, secuestrada por un grupo de tareas de la dictadura en febrero de 1977, al declarar como testigo en la Megacausa "Arsenales II-Jefatura II".
El funcionario sostuvo que espera que los responsables de
ese hecho "vayan a la cárcel y desde allí, sin escala, al infierno, donde
ya está (Antonio Domingo) Bussi".
Forti, actual viceministro de Defensa de la Nación, tenía 16 años cuando fue
secuestrado el 18 de febrero de 1977, junto a su madre y cuatro hermanos, y
llevado a un centro clandestino de detención, en Buenos Aires.
Su madre, Nélida Azucena Sosa de Forti, fue trasladada días después a Tucumán,
según lo que pudieron averiguar a través del relato de testigos que la vieron
en la Jefatura de Policía, y desde entonces permanece desaparecida.
Por el secuestro y desaparición de Sosa de Forti ya fueron condenados miembros
de las Fuerzas Armadas, en el juicio a las Juntas Militares, entre ellos Jorge
Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti y Ramón Camps.
"Ellos fueron culpados por este hecho y tuvieron condenas al ser
considerados los autores intelectuales, pero a 36 años de la desaparición de mi
madre no hemos culminado este proceso porque no sabemos donde está",
indicó.
El funcionario nacional resaltó que algunos de los imputados en la megacausa, como los hermanos Albornoz y Ernesto Alais, "vieron a mi madre en Tucumán".
Tras señalarlos como "los ejecutores de las órdenes de arriba",
indicó que "no fueron los autores intelectuales, pero lo poco y malo que
le queda de vida a estos señores lo van a hacer tras las rejas porque irán de
la cárcel y desde allí, sin escala, al infierno, donde ya está Bussi".
Forti abrió ayer la ronda de testimonios de la decimoquinta jornada de
audiencias ante el Tribunal Oral Federal que preside Carlos Jiménez Montilla, y
contó detalles del secuestro sufrido en el aeropuerto de Ezeiza el 18 de
febrero de 1977.
"Nos vendaron los ojos y nos llevaron a un lugar con apariencia de centro
de detención, que tenía calabozos y rejas", indicó.
"Estuvimos seis días en ese lugar -agregó- y tiempo después, por algunos
reportes, nos dimos cuenta que era el denominado Pozo de Quilmes, centro de
detención de una brigada en la provincia de Buenos Aires".
Relató que "podíamos ver hacia arriba donde había mujeres que nos
saludaban y por lo que nos contaron, eran estudiantes de La Plata y una de
ellas estaba embarazada".
Seis días después de ser llevados a ese lugar, "apareció un coronel que
nos dijo que habían recibido órdenes de Tucumán y que íbamos a ser
trasladados".
"Mi madre insistió en que a nosotros nos dejaran en Buenos Aires y al día
siguiente nos sacaron de ahí", añadió.
Al recordar lo vivido, expresó: "nos ataron y vendaron los ojos. Los
chicos íbamos en un auto y mi madre en otro. En un momento se detuvieron y
quien oficiaba de jefe nos dio los documentos".
"Nos dijo ‘a tu madre la llevamos a Tucumán’. Luego nos pusieron una sábana encima y nos hicieron sentar cerca de la casa de una familia amiga. Esa fue la última vez que vimos a mi madre", apuntó.
A partir de ese momento comenzó la búsqueda pidiendo información a los organismos nacionales e internacionales.
"La primera referencia oficial fue a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos de la OEA aceptando la existencia de los hechos demandados,
pero (los funcionarios de la dictadura) sostuvieron que todo sucedió porque mi
madre se estaba escapando del grupo Montonero", señaló.
"Argumentaron que para dar una lección y evitar abandonos, montoneros se
hicieron pasar por militares y lograron engañar a las autoridades de Ezeiza
para sacarnos", indicó Forti.
Tras narrar los hechos ocurridos hace 36 años, Forti afirmó: "no tengo
dudas de que mi madre fue trasladada a Tucumán ya que fue vista en la Jefatura
de Policía".
Durante su declaración, Forti le habló directo a los imputados y los familiares
de estos para que aporten datos a la investigación que permitan encontrar los
restos de su madre.
"Ellos (refiriéndose a ambos) tiene la posibilidad de redimirse...decir
cual fue el destino final de mi madre", les dijo.
Luego explicó las razones por las que decidieron marcharse a Venezuela y
sostuvo que "en Tucumán se vivían momentos dolorosos, de mucha
violencia".
"Amigos de mi padre había sufrido prácticas de torturas, una evidencia del
accionar impune del gobierno de Bussi, quien encabezó un proceso
criminal", apuntó.
Por último destacó la participación de un sacerdote venezolano, Alfonso Naldi, quien "fue enviado por mi padre para que nos llevara a Venezuela".
Durante la jornada, también declaró un hermano menor, Guillermo José Forti Sosa, quien al momento del secuestro tenía 8 años.
“Mi madre se dedicaba a sus hijos, era sensible en lo social. Además era afectuosa y buena esposa. Hacía labores sociales como enseñar a leer y escribir a los más necesitados”.
Guillermo, quien vive en Venezuela y es abogado expresó: “creo en la justicia, en el derecho de defensa. Tanto mis hermanos como yo tenemos fe y esperanzas de saber qué pasó con mi madre y les llegue en vida la justicia a los responsables”.
Otro de los testigos, Pedro Antonio Cerviño, quien ya había declarado en la Causa Jefatura I, afirmó haber visto a Nélida Sosa en la Jefatura de Policía, lugar al que fue llevado cuando lo secuestraron el 8 de febrero de 1977.
"Yo la conocía por su militancia en el peronismo de base y la vi cuando la
llevaron al baño, pero estaba tan golpeada que no logró reconocerme",
manifestó.
Cerviño contó que en la Jefatura de Policía, fue golpeado y torturado: "me
arrancaron las uñas y me pusieron la picana eléctrica", afirmó.
"Estábamos en celdas aisladas, pero pude ver y hablar con otros prisiones,
algunos de los cuales siguen desaparecidos", indicó.
También dijo haber visto a Ricardo Salinas, Cristina Bejas, Pedro Corroto, Margarita Díaz, Guillermo Miguel, Arturo Vallejos, Rafael Morales, Abel Herrero, Juan Martín.
El testigo manifestó que estuvo en Jefatura de Policía, sabía que ese era el lugar debido a que toda su vida vivió en la Junín al 900, el silbido de la Cervecería del Norte fue lo que le hizo dar cuenta.
Reconoció, además, entre sus torturadores al “perro” Clemente, testigo en la causa. “Me torturó en un momento. Él, antes, era dirigente de la JP”.
Hoy continúan las declaraciones desde las 9
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