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Megacuasa Jefatura II  Arsenales II
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22/03/2013 - Megacausa Jefatura II - Arsenales II

Testimonios marcados por las torturas, pérdidas y desazón

El viernes se realizó una nueva audiencia en el marco de la Megacuasa Jefatura II – Arsenales II. A continuación exponemos testimonios impactantes. Durante la jornada, militantes de diversos partidos políticos se movilizaron para apoyar a los testigos.

El viernes se desarrolló una audiencia más en el marco de la Megacuasa Jefatura II – Arsenales II. Debido a que el domingo es el Día de la Memoria militantes de diversos partidos políticos se manifestaron para apoyar a los testigos en sus declaraciones. 

A continuación dos testimonios impactantes.

Causa Quinteros 

El testigo Alberto Miño contó que en  1976 vivía en Rio Seco a unos kilómetros de Concepción. Vino a Tucumán porque era perseguido por su militancia en Montoneros. En se año vivía con Rosa Quinteros, apodada Lucrecia. La secuestran primero y él se queda con la niña de ella. 

Rosa militaba en las Ligas Agrarias, con la gente del campo. Era conocida en la zona del sur por ser originaria de La Cocha. Amenazada constantemente vivía en forma clandestina. 

Alberto dijo no recordar la fecha exacta en la que fue secuestrada Quinteros, pero considera fue después el golpe militar. Fue identificada en un colectivo que iba hacia San Miguel de Tucumán. Se enteró preguntando.

La hija de Rosa quedó a su cargo porque no tenía más familia. Después de unos días apareció un militante de Salta, apodado Perro. La conducción lo obligó se quede con Alberto en esa casilla de madera. Luego lo secuestran a Alberto y a otro muchacho. Se los llevan con las manos atadas y vendados en un camión. A la nena la dejaron con unos vecinos, una pareja joven que vivía al lado de ellos. 

El testigo contó que hasta hace poco que no sabía que pasó con la niña. Los llevaron al Ingenio Baviera al sur de Tucumán. Los bajaron a los dos y los torturaron, los llevaron directamente a la parrilla. 

Vio a otros militantes, de lo cuales él era el responsable. No recuerda ni el nombre ni el apellido de ninguno de ellos, solo que el apodo de uno de ellos, “El Tío”, un señor mayor que era retirado del ejército o marina y militaba en Montoneros. 

En un momento del interrogatorio le hablaron de Rosa. Le dijeron que la iban a traer, Alberto se encontraba en una pieza solo, cerrada con candado, a los días vino un militar en un helicóptero, era Arrechea. 

A los días la trajeron a Rosa, los dejaron solos en el lugar donde estaba detenido. Se pusieron de acuerdo en una versión de los hechos, para preservar a algunas personas y evitar el menor riesgo posible. 

La última vez que la vio tenía una herida en el vientre y estaba toda vendada. Lo llevaron luego a la Jefatura de Policía. Las condiciones de detención allí eran pésimas, no había celdas individuales, sino una gran sala con muchas personas sentadas en el suelo, contra la pared. 

Vio en la Jefatura a una señora que le decían “La Negra” al Perro también lo vio caminando por los pasillos, sin vendas. 

Su nombre en la organización era “el Porá”. Un día lo llevan a un monte, preguntan quién era el Poró, él responde. Lo hacen subir a una camión y desde allí escuchaba como ametrallaron a personas y luego los tiros de gracia.

Al día siguiente lo hicieron subir junto a tres personas detenidas y dos más que los cuidaban, con un auto más que lo seguían por detrás. Alberto había dado una dirección de una casa donde sabía que no había nadie, porque los compañeros que residían allí sabían que si a él le pasaba algo, debían irse. 

La casa estaba ubicada en calle Blas Parera, los hacen entrar a todos con los ojos cerrados y los pies atados. Los sientan en la sala del comedor que era grande, la luz estaba apagada, ellos andaban con linternas. En un momento dado, estaban robando heladeras y cocinas, “porque robaban lo que podían”. El que le ató las manos hizo mal el nudo, Alberto se las desató. Estaba al lado de una puerta de metal que estaba siempre permanecía abierta, se fue por allí, saltó por un muro que daba a una calle lateral y salió. Corrió hasta llegar a un parque, al llegar escuchó tiros de ametralladora, estaban matando a la gente que fue con él en la camioneta. Al otro día salió en los diarios una nota que decía que gracias a él habían podido intervenir en una casa donde había terroristas, y su nombre aparecía como quien facilitó el trabajo. 

Causa Nuñez 

Fermín Ángel Nuñez, testigo contó que Miguel Ángel era su padre, Carlos Moisés su tío. En 1975 lo secuestran a Miguel de su casa. A él lo detienen en enero de 1975, a su padre en abril. Se entera en el centro de concentración en Famaillá. 

Va a Jefatura, de allí a Villa Urquiza, lo traen nuevamente a Jefatura y de ahí en Mayo a la Escuelita de Famaillá. Allí escuchó la voz de su padre, le pidió a un gendarme que lo deje ver. En el mismo mes de mayo lo traen de nuevo a Jefatura. Es llevado al Juzgado Federal y luego de nuevo a la cárcel de Villa Urquiza. 

Para el día del padre, en julio, lo trasladan a Rawson. A su tío también lo reconoció. Estaban en la Escuelita en una especie de galería. Fermín conocía la Escuelita de antes. Estaba con Emperador, Carrizo y Paz, allí escuchó la voz de su tío, le preguntó su nombre y el tío responde que si. A los pocos días lo trasladan a la Jefatura.

Prácticamente toda la familia fue secuestrada. El 17 de enero secuestran a su hermano de 13 años y lo llevan a la JPT. 

A él lo detienen el 18 de enero, junto a sus dos hermanos menores de edad. Ambos estuvieron 3 meses en Jefatura y luego los liberaron, uno de sus hermanos estuvo con él preso. 

A su hermano y su padre lo llevan luego a Rawson junto con él. A ellos dos los liberan en 1981. Fermín estuvo preso hasta 1989. Sabe que su padre antes de ir a Escuelita, cree que su padre estuvo como 20 días en Jefatura antes de llegar a la Escuelita. 

A su padre lo torturaron en la escuelita de Famaillá. Fermín y sus hermanos también sufrieron todo tipo de tormentos. Nunca vio al Juez, únicamente a los secretarios. Llevaban ante el Juez las declaraciones que le extrajeron bajo tortura, eso es lo que le hacían ratificar ante el Juez Manlio Martínez. El que estaba al frente de todo fue Albornoz, quien le dijo a su madre que si quería la libertad de ellos que le entregara las escrituras de la casa. También reconoció a Hidalgo, Figueroa, Marcoti, Carrizo que en ese momento estaba en Jefatura; Soria también estaba.

Sobre  Figueroa no recuerda su nombre de pila, estaba ahí adentro, no le quepa duda que también torturaba. “Tenía algún mando o rango”.

Cuando lo llevaron al Juzgado Federal fue como 20 días después de estar en Jefatura. Ya se le habían idos los moretones de los golpes. El Juez era Santos quien autoriza que lo lleven a Villa Uquiza. 

En mayo lo sacan del penal, lo llevan un día a JPT, lo golpean, lo meten dentro de un baúl junto a Paz a Escuelita.  


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