Se ha visto hasta el cansancio: fotomontajes mostrando a la canciller alemana, Angela Merkel, vestida con el uniforme de los nazis y con el bigote de Adolf Hitler. Desde que comenzó la crisis del euro, los que se oponen a las medidas de austeridad –ordenadas, supuestamente, por Alemania- no cesan en su comparación con el nacionalsocialismo.
En los países del sur de Europa, a Alemania se le echa la culpa de la actual política de austeridad. El principal blanco de las críticas es la canciller Angela Merkel.
También ahora en Chipre: delante del Parlamento, miles de personas se manifestaron en contra del impuesto bancario planeado originalmente. Muchos llevaban carteles con lemas en contra de la política alemana. “Merkel, nos robas los ahorros”, decía en uno; “Merkel, tu dinero está más manchado de sangre que todo el lavado de dinero”, se afirmaba en otro. “Este fascismo económico alemán debe terminar ya”, opinaba una manifestante.
La culpa de todo
Muchos son los chipriotas que echan la culpa a Alemania de las duras condiciones que imponía el plan de salvataje europeo, que entretanto ha sido rechazado por el Parlamento en Nicosia. La canciller alemana y su ministro de Finanzas, así las críticas de políticos chipriotas, habían logrado imponer esas condiciones tan duras para los depósitos y los ahorristas del país. “Alemania está muy por encima de nosotros en la lista de países con dinero no declarado, pero a nosotros nos quiere decir lo que tenemos que hacer”, reprochó en el Parlamento chipriota Andors Kyprianou, del Partido Comunista.
Al revés es la cosa, según Berlín. El Gobierno chipriota se había negado a imponer mayores tasas impositivas a los grandes depósitos bancarios. Por eso los negociadores del plan de salvataje no pudieron acordar desde un primer momento una opción más amable para con los pequeños ahorristas.
“Los chipriotas se sienten ofendidos con las acusaciones de lavado de dinero”, afirma Andreas Armenakis, de la Asociación Germano-Chipriota. Muchos, en su opinión, ignoraban hasta hace poco cuán dependiente es su economía de los flujos financieros. “El sentimiento antigermano no se encuentra enraizado en la población y todo se tranquilizará tan pronto se haya encontrado una solución”, añade.
Un déjà-vu
Ya durante las protestas contra el paquete de medidas de austeridad en Grecia, la imagen de Angela Merkel fue el blanco de las críticas de la masa. Durante su visita a Atenas, algunos manifestantes se vistieron con el uniforme nazi. Cabe resaltar que el miedo al dominio alemán, en el caso griego, está condicionado históricamente. Los griegos de mayor edad aún guardan en su memoria los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
También en Italia los ánimos estaban caldeados cuando se debatía el rescate del euro. Fueron varios los medios que hicieron causa común en contra de Alemania. Así, Il Giornale, el diario de Silvio Berlusconi, anunciaba a mitad del año pasado el “Cuarto Reich”, con la imagen de la canciller Merkel con el brazo derecho ligeramente levantado. “Los alemanes”, escribía Alessandro Sallusti, “han cambiado los cañones por el euro”.
El propio Silvio Berlusconi sacó su carta antigermana durante la campaña electoral y acusó al primer ministro Mario Monti de ser lacayo de Berlín. Él mismo, así Berlusconi, “siempre se había opuesto a las exigencias alemanas”. El mensaje tuvo eco; casi un 30% de los sufragios cosechó el magnate mediático.
Las mismas protestas se vieron en España durante la visita de la canciller Merkel, a mediados de 2012. Los manifestantes advertían del dominio alemán. “No a una Europa alemana” y “Merkel, no, Cuarto Reich, no”, fueron los lemas. En algunos carteles, la cara de Angela Merkel ostentaba una cruz gamada.
Pero en España –contrariamente a lo que ocurre en Grecia o Italia- nunca había habido un sentimiento antigermano, afirma el politólogo español Fernando Vallespín. En su opinión, la buena imagen que tenían los españoles de los alemanes se debe a que el país ibérico no fue conquistado por los alemanes. Sin embargo, la política de austeridad de “la Merkel” es controvertida y genera malestar.
“Después de años de política de austeridad, los españoles están deprimidos y el sentimiento es de falta de perspectivas a futuro”, explica Vallespín, añadiendo que el problema es menos con los alemanes que con su gobierno y su política. Como fuere, para los jóvenes del sur de Europa, Alemania sigue siendo un país atractivo y la demanda de cursos de alemán ha crecido. Son muchos los desempleados que esperan un futuro mejor en Alemania.
Un emisario alemán
Entretanto, el Gobierno de Berlín se ha dado cuenta de la animadversión que despierta en parte de la población del sur de Europa. Y, comenzando por Grecia, se trata de mejorar la imagen. De ello se encargará el entrenador de fútbol Otto Rehhagel. Si en Alemania es una figura de culto, este entrenador de 74 años es para los griegos un héroe: en 2004 logró llevar al equipo heleno, de trayectoria más bien mediocre, a la Eurocopa.
Así, a finales de marzo, Otto Rehhagel viajará a Atenas para encargarse de quitarle a los griegos el miedo a los alemanes. Con todo, el temperamento de Rehhagel –que en el campo gesticulaba como una furia- da un poco que pensar. No sería raro que antes de ponerse al servicio del entendimiento greco-germano, tuviese que hacer un entrenamiento intensivo de cortesía, para evitar que el irritable futbolista eche más leña al fuego de las tensiones entre los griegos y Alemania.
Autor: Nils Naumann (mb)
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