Una concurrida audiencia integrada por instituciones estatales, cámaras empresariales e investigadores inauguró ayer el Simposio Bioeconomía Argentina 2013, con un concepto que basa la economía en el uso de materias primas renovables y su componente genético para responder a la demanda de energía, alimentos y salud.
La primera conferencia, en el centro de convenciones Sheraton, estuvo a cargo del ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, quien trazó un ameno recorrido desde las primeras tecnologías usadas por el hombre para obtener “biomasa“ alimentaria, la aparición de la agricultura, hasta la actualidad, en que se estudia cómo intervenir en el proceso de fotosíntesis, que redunda en una mayor producción vegetal.
“Es la primera vez que tratamos en particular la bioeconomía, y la cantidad de entidades que participan marcan un cambio cultural en cómo articulamos en la Argentina la actividad público-privada”, saludó Barañao.
El ministro abogó por “que se transforme en insumos, para poner el conocimiento al servicio del desarrollo económico y la inclusión social”.
El encuentro, que culminará mañana, hará un diagnóstico acerca del desarrollo de la bioeconomía en los principales mercados del mundo, la ventaja de la aplicación de procesos biológicos a la obtención de alimentos, combustibles, compuestos químicos y materiales para la agricultura y la industria.
Entre los disertantes se cuenta Christian Patermann, nacido en Silesia, en 1942, y formado en Alemania, responsable de la elaboración del concepto de bioeconomía basada en el conocimiento y especialista en políticas de promoción de la actividad.
El concepto de bioeconomía postula que los millones de genes conocidos y la ingeniería genética crean las bases para una matriz económico-productiva sustentable, capaz de dar respuesta a la demanda mundial de energía, alimentos, salud y cuidado del medio ambiente.
La biotecnología estudia los procesos íntimos de la biología molecular y descifra procesos y mecanismos para luego traducir los resultados de las investigaciones en productos o servicios que signifiquen mejorar la alimentación, sanear ambientes contaminados, elaborar pesticidas para que no mermen las cosechas o crear medicamentos específicos.
La especialidad abrió el campo del diagnóstico médico a nivel genético-molecular, con terapias específicas; a la obtención de la microalga spirulina, un alimento para combatir la desnutrición que se puede fabricar en piletones; y biofábricas transgénicas para obtener desde biodiesel hasta hormonas de crecimiento.
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