Uno de los testimonios más terribles de la jornada del viernes fue el de Margarita Fernández, mujer de Pedro Corroto, secuestrado en el 77. En 2007 se suicidó uno de sus hijos, quien nunca superó aquella situación, el otro hijo tuvo problemas psicológicos al igual que ella. También se trató el caso de Domingo Romano, hermano del histórico dirigente de Fotia, Benito.
Los testimonios continuaron el viernes, se trataron varios casos con declaración de testigos. Destacamos tres de ellos, el de Pedro Corroto, militante de la JP, desaparecido en el 77, situación que arruinó la vida de su familia. El caso Domingo Coronel, hermano del histórico dirigente de FOTIA, Benito.
Pedro Guillermo Corroto fue dirigente de la Juventud
Peronista, secuestrado el 21 de enero del 77, a las 2 de la madrugada, por un
grupo de personas vestidas de civil, fuertemente armadas, que violentaron la
puerta de su domicilio, en Monteagudo 42, de Monteros. Allí estaban sus hijos
menores de edad y su esposa. Afuera de la casa había soldados, un camión del
Ejército y un vehículo blindado en el que viajaban el comisario Juan Martín
Almirón, junto a su chofer Juan Carlos Valdéz y Hugo Ricardo Andrada de la
Policía de Monteros, todos ellos pertenecientes a un grupo de tareas al mando
de Marcos Urrutia, quien era segundo jefe de vigilancia del Ingenio Nuñorco.
Corroto estuvo detenido en el CCD que funcionaba en el Ex Ingenio Nueva Baviera
en enero de 1977. En febrero de 1977, fue trasladado al CCD Jefatura de Policía
de Tucumán, donde fue torturado. En ambos lugares fue visto por testigos. A
la fecha, Pedro Guillermo Corroto continúa desaparecido.
El viernes, su mujer Margarita Fernández, contó la tragedia que atravesó por aquellos años. Indicó que Pedro era dueño de una panadería, en Monteros, donde vivía. Un policía de apellido Andrada, le dijo que el operativo salió de la Escuela de Comercio de aquella ciudad.
La señora indicó que ella, y sus hijos quedaron con importantes secuelas psicológicas, incluso, uno de ellos en el 2007, se suicidó. “Nunca pudo recuperarse de aquellos años”. Además “perdí todos mis bienes. No pude reclamar la panadería porque estaba en sucesión con el padre de Pedro. En Tribunales me dijeron que por ser familiar de desaparecido no podía reclamar”.
A su vez expresó que pudo continuar con su vida, debido a que es docente, pero se le hizo muy difícil. Incluso aseguró que el hecho fue presenciado, también, por un hijo de 9 meses. “De chiquito se aterrorizaba al ver gente con sombrero, además tuve que hacerlo tratar por tartamudez”, luego “estuve tres meses internada en una casa de retiro la pie del cerro y mis hijos se quedaron solos”, expresó entre lágrimas.
Domingo Nicolás Romano trabajaba como empleado administrativo en los Talleres Esperanza (CONASA), tenía actividad sindical, y era hermano del político y dirigente gremial Benito Vicente Romano. Fue secuestrado de su domicilio en Delfín Gallo, Departamento Cruz Alta, el 12 de enero del 78, a las 5 de la madrugada, por personal de la Brigada de Investigaciones de la Policía de Tucumán, lugar a donde fue trasladado y luego torturado. Hasta la fecha, permanece desaparecido.
El viernes declaró su hermana, Irma Tránsito Romano. Contó que Domingo con tan solo 22 años, tenía dos hijitos. Lo detuvieron junto con Domingo Coronel, quien regresó. Dijo que cuando fue a averiguar en Jefatura, le manifestaron que lo habían liberado. A pesar de presentar habeas corpus, como ocurría en aquellos tiempos oscuros, nadie se los recibió.
Luego declaró Domingo Coronel. Contó que los secuestradores, cuando se los llevaron, estaban encapuchados. Fue delante de su familia. Aunque les dijo que no tenía nada que ocultar, igualmente lo secuestraron. Luego lo soltaron gracias a que tenía un familiar policía.
Coronel pertenecía a FOTIA. Desde el 66, año en que cerraron 11 ingenios en Tucumán, militaba, por entonces solo tenía 14 abriles. Luchó junto a Fote y Coronel “siempre por reivindicaciones salariales y por la apertura del Ingenio Esperanza que la logramos en el 75”.
Llegó a ser secretario general del gremio azucarero, sin embargo luego del secuestro se le hizo muy difícil su vida. Cargaba con el estigma de haber sido gremialista, por lo tanto nadie quería contratarlo, hasta que en 1984 consigue entrar en la administración pública. Actualmente dijo estar en tratamiento psicológico en el Padilla.
Audiencias continuarán el jueves.
Sebastián Ganzburg
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