La única consecuencia que tendrá en Brasil la renuncia de Benedicto XVI como jefe de la Iglesia Católica será el cambio de los afiches que anunciaban su presencia en julio en esta ciudad para participar de la Jornada Mundial de la Juventud, ironizó Frei Betto.
Entrevista de Fabiana Frayssinet para IPS.
El prelado alemán Joseph Ratzinger, quien se retirará el 28 de este
mes tras casi ocho años de papado como Benedicto XVI, imprimirá su
sello en la elección de su sucesor, analizó el religioso brasileño en
diálogo con IPS.
Frei Betto, seudónimo de Carlos Alberto Libânio Christo, y otros
destacados pensadores, sacerdotes y obispos exponentes de la Teología
de la Liberación, una línea progresista del catolicismo originada en
los años 60 en América Latina, fueron blancos preferidos de críticas
y hasta censuras del Papa saliente.
Ratzinger fue el más férreo opositor de esta corriente, que enfatiza
la necesidad de enfrentar las injusticias sociales a partir del
compromiso cristiano de opción por los pobres, incluso desde su
anterior función como prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, sucesora de la Inquisición, desde donde prohibió enseñar
teología a personalidades como el suizo Hans Küng y el brasileño
Leonardo Boff.
"Soy muy pesimista" respecto de que el nuevo Papa cambie el rumbo
conservador de la Iglesia Católica y la modernice, sostuvo Betto,
autor entre otros libros de "Fidel y la religión", amigo y exasesor
especial en el comienzo del gobierno del izquierdista Luiz Inácio
Lula da Silva (2003-2011) en programas como "Hambre Cero".
IPS: ¿Qué repercusiones tendrá para la Iglesia Católica, en especial
para Brasil y el resto de América Latina, la renuncia anunciada este
lunes 11 por el papa Benedicto XVI?
FREI BETTO: Creo que para Brasil en especial la única consecuencia
será rehacer toda la propaganda de la Jornada Mundial de la Juventud,
que se realizará del 23 al 28 de julio en Río de Janeiro, cambiando
la imagen de Benedicto XVI por la de su sucesor, que será elegido en
marzo.
La renuncia en sí misma no tiene mayores efectos. La elección de un
nuevo pontífice sí, dependiendo de la orientación que imprima a la
Iglesia Católica.
IPS: ¿En ese sentido podemos anticipar una modernización de la
Iglesia?
FB: No soy optimista por las siguientes razones: Benedicto XVI
cumplirá un rol principal en la elección del nuevo Papa. Y decidió
continuar viviendo en el Vaticano. Es así que la Iglesia corre el
riesgo de tener por un tiempo un doble poder.
El nuevo Papa jamás hará algo que desagrade a su antecesor. Por lo
tanto mantendrá la prohibición de que se debatan en la Iglesia temas
como el aborto, el fin del celibato sacerdotal, el derecho de las
mujeres al sacerdocio, el uso de preservativos, la aplicación de
células madre, la unión de homosexuales, etcétera.
Después de la muerte de Benedicto XVI entonces sí sabremos qué piensa
y qué quiere el nuevo pontífice.
IPS: ¿De qué manera imprimió su conservadurismo Joseph Ratzinger en
América Latina y Brasil?
FB: No afirmo que Benedicto XVI dio continuidad a Juan Pablo II
(1978-2005) porque, de hecho, era el inspirador y teórico de las
medidas conservadoras tomadas por el polaco Karol Wojtyla.
Los dos se negaron a implementar las decisiones del Concilio Vaticano
II (1962-1965), ¡un encuentro realizado hace 50 años! Los dos
descartaron obispos progresistas y nombraron conservadores, dieron
más importancia a movimientos como el (ultraconservador) Opus Dei que
a la Pastoral Popular o a las Comunidades Eclesiales de Base. Y los
dos eran eurocéntricos.
La diferencia es que Juan Pablo II tenía la cabeza de derecha y el
corazón de izquierda, o sea conservador en la doctrina y progresista
en las cuestiones sociales, tanto como ser crítico del neoliberalismo
y elogiar la Revolución Cubana. Benedicto XVI, en cambio, nunca tuvo
sensibilidad por las cuestiones sociales.
IPS: ¿Qué rumbo pueden tomar a partir de su renuncia las líneas
progresistas dentro de la Iglesia, como la Teología de la Liberación,
que supieron tener un gran peso en América Latina?
FB: La línea progresista perdura en las bases de la Iglesia Católica,
a través de las Comunidades Eclesiales de Base y de las pastorales
populares (operaria, indígena, ancianos y otras), en la producción de
los teólogos de la liberación. No obstante, esta estructura perdió en
las últimas décadas el apoyo de obispos y cardenales.
IPS: El último censo de Brasil indica que la Iglesia Católica perdió
1,7 millones de fieles entre 2000 y 2010. De este modo, 64,6 por
ciento de los 192 millones de habitantes del país se declaran
seguidores de esta fe, cuando en 1970 llegaban al 90 por ciento.
¿Cómo explica usted este franco debilitamiento, que también se
aprecia en el resto de América Latina?
FB: Estamos en un cambio de época, en el pasaje de la modernidad a la
posmodernidad. Sin embargo, la Iglesia Católica todavía arrastra en
sí resquicios medievales, como la división territorial en parroquias,
y apenas dialoga con la modernidad.
De ahí su dificultad para entender e insertarse dentro de la
modernidad. La Iglesia Católica ni siquiera sabe lidiar con las
nuevas tecnologías electrónicas esenciales para el trabajo de
evangelización. Es en ese punto que las iglesias neopentecostales son
maestras, aunque su contenido sea alienante.
IPS: ¿En ese contexto, qué posibilidad de revertir esa merma de
creyentes en Brasil tiene la Iglesia Católica con un nuevo Papa?
FB: La Iglesia Católica en Brasil se ha vaticanizado cada vez más. La
Conferencia Nacional de Obispos, que tuvo un papel profético bajo la
dictadura militar (1964-1985) * y hasta los años 90, ahora se recoge
en la sacristía, dejando de ser la voz de los que no tienen voz.
* Por su actuación política opositora, Frei Betto fue encarcelado en
dos ocasiones por la dictadura.
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