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Continúan las audiencias de la Megacausa en Tucumán

La semana pasada se escucharon testimonios escalofriantes. Desde los organismos de Derechos Humanos solicitan acompañamiento en las audiencias. Se juzga la responsabilidad de 41 imputados, entre militares, ex policías y civiles, por los crímenes cometidos contra 221 víctimas

Con nuevos testimonios continúa, desde las 9, en doble turno las audiencias de la Megacausa Jefatura II - Arsenales II.

En este debate se juzga la responsabilidad de 41 imputados, entre militares, ex policías y civiles, por los crímenes cometidos contra 221 víctimas que estuvieron detenidas o fueron vistas en los CCD "Arsenal Militar Miguel de Azcuénaga" y "Jefatura de Policía". Para conocer la verdad de lo que les sucedió a esas personas, fueron citados para el juicio más de 700 testigos.

Desde los organismos de Derechos Humanos convocan a la mayor cantidad de personas que “puedan acompañarnos esta semana en las audiencias. Por el peso y el valor de los testimonios necesitamos la presencia de la mayor cantidad de compañeros y compañeras que se sientan comprometidos con la Memoria, la Verdad y la Justicia. Para las madres, padres, hermanas/os, esposas/os, hijas/os y sobrevivientes que declaran, no hay nada más reconfortante que sentir el aplauso y el calor de un público que los acompaña y reivindica su lucha y su compromiso después de tantos años”.

La semana pasada se escucharon testimonios escalofriantes como el de Alberto Luis Gallardo quien dijo que vio en "La Escuelita de Famaillá" al general Antonio Domingo Bussi ejecutar prisioneros, y también a una joven agonizante con una larga herida desde la vagina hasta el cuello colgada de una viga por los tobillos.

O el de Juan Antonio Fote, quien sufrió innumerables torturas. “Me llevaron a un pasillo y me agarraron a patadas. Me sacaron la ropa, me ducharon, pegaron. Luego me llevaron a una cama medio plástica, me ataron los pies y las manos y vino un médico a tomarme el pulso. Primero me picanearon en las piernas, después en los testículos y en la boca. Me preguntaban por mi hermano Fortunato y por otros nombres. También me echaban baldadas de agua; me temblaba el cuerpo. Cada vez me ponían con más intensidad”.