La presidenta brasileña Dilma Rousseff, cuya relación con el Vaticano es vista como distante, considera que la sucesión de Benedicto XVI puede contribuir al deshielo con el Vaticano e instruyó a un ministro, que fue seminarista, para que dialogue con la cúpula católica.
La Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará en Rio de Janeiro, puede contribuir a la reaproximación. "Después de dos días de silencio sobre la renuncia de Benedicto XVI el gobierno enviará hoy al ministro Gilberto Carvalho" a un encuentro con "representantes del Vaticano en Brasilia" sostuvo ayer el diario Folha de Sao Paulo.
Gilberto Carvalho fue seminarista, se desempeña como
secretario general de la Presidencia y Rousseff ya le confiado
otras misiones ante la Conferencia Nacional de Obispos de
Brasil, que este miércoles lanzaba su campaña anual de la
Fraternidad.
En 2007 Carvalho, que era funcionario del ex presidente Luiz
Lula da Silva, fue uno de los representantes del gobierno en la
organización de la visita de Benedicto XVI a Sao Paulo y luego
participó en las conversaciones previas de una visita del ex
mandatario al Vaticano.
Las relaciones entre Brasil y la Santa Sede son "delicadas y
difíciles" dijeron fuentes religiosas al diario O Globo, y han
contaminado la agenda entre el Palacio del Planalto y la
Conferencia Nacional de Obispos.
Fuentes cercanas a Rousseff dejaron trascender que ella confía en una "reaproximación" y ésta podrá construirse a lo largo de las próximas semanas cuando tengan lugar los conciliábulos previos a la elección del próximo Papa, donde hay al menos 3 cardenales brasileños ponderados como "papables", publicó Folha de Sao Paulo el martes.
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