El Parlamento británico debatió hoy en una sesión especial la crisis por la carne de caballo hallada en productos cárnicos en los supermercados del país, una polémica que obligó al gobierno a convocar a una segunda reunión esta semana para definir una solución al problema.
El ministro para el Medio Ambiente, Owen Paterson, se reunió hoy con representantes del sector alimenticio, incluida la Agencia de Estándares de Alimentos (FSA), para discutir el tema.
El encuentro se realizó después de una sesión en la Cámara de los Comunes donde los parlamentarios británicos hablaron sobre el asunto, ya que la oposición laborista pidió un debate en el recinto.
Según Paterson, hay evidencia fehaciente acerca de "actividades delictivas" detrás de la crisis.
La reunión fue convocada luego de que la principal cadena de supermercados de Gran Bretaña, Tesco, retiró de sus góndolas sus fideos con sala boloñesa, al descubrir que contenía un 60% de carne de caballo.
La carne de caballo fue detectada en varios productos de supermercados, en su mayoría hamburguesas, carnes procesadas y alimentos preparados. Este sábado, Paterson participó de una reunión de emergencia en Londres para determinar por qué ciertos productos fueron etiquetados como alimentos con carne vacuna, cuando en realidad contenían 100% de carne de caballo.
La FSA ordenó al sector de los alimentos investigar por rastros de carne de caballo en todos sus productos, resultados que se darán a conocer el 15 de febrero.
La entidad destacó que aunque la carne de caballo no es peligrosa para el consumo humano, sí es un delito engañar al consumidor por el contenido de alimentos preparados.
Sin embargo, grupos de expertos indicaron que algunos caballos que terminaron en mataderos para el consumo de su carne podrían haber recibido la droga "bute" o fenilbutazona, que puede ser peligrosa para los humanos.
La fenilbutazona retiene sodio y cloro acompañándose de un volumen urinario bajo, causando edema, descompensación cardíaca y edema pulmonar.
Se demostró, además, que causa anemia aplásica, agranulocitosis y reacciones alérgicas. Los efectos secundarios más frecuentes que aparecen entre un 10-45% de los casos son náuseas, vómitos y erupciones en la piel y se registraron algunos casos de Síndrome de Stevens-Johnson.
"Esperamos más malas noticias al respecto cuando conozcamos el viernes los resultados de los controles y tests", declaró Paterson en el Parlamento.
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