La película se estrena el jueves, donde compone a una joven argentina que escapa de un pasado incierto e intenta ganarse la vida como inmigrante ilegal en una París inhóspita y adversa, donde debe superar el silencio, el frío y la soledad.
“Este es un personaje que tenía muchas ganas de hacer y que esperaba realmente. Estaba muy ansiosa por que se hiciera esta película”, recordó la actriz, quien se inició a los 13 años con Cristina Banegas y dio sus primeros pasos tres años más tarde en "Picado fino", de Esteban Sapir, y en la obra "Los invertidos", dirigida por Alberto Ure.
“Es un personaje al que uno tenía que atender mucho, porque no daba muchos respiros, era bastante complicado y me requirió mucho esfuerzo, pero también me dio muchas cosas. Todo ocurre en París, donde reina la soledad y el silencio, y eso me ayudó a estar concentrada para mantener todo el tiempo el mismo estado”, explicó.
En una entrevista con Télam, Blanco -que también está desarrollando casi en secreto una carrera como cineasta, con más de cinco cortometrajes experimentales hasta la fecha- destacó que le costó mucho “sostener el silencio de María, porque no sabía cómo llenarlo y era muy incómodo”.
“Era difícil, porque no sabía de antemano por dónde iba su cabeza, en qué pensaba, y además ella es un personaje que si bien no es monocorde tiene que sostener un mismo estado y una misma mirada durante toda la película”, señaló la actriz en relación a María, que se muestra dura y silenciosa, inescrutable, frente a la tremenda soledad que le toca soportar.
Con las actuaciones de los franceses Antoine Ronan Raux y Hervé Sagata, la tercera película de Mazza -que antes había dirigido “El amarillo” y “Gallero”- transcurre en pleno invierno en una París hosca e inhospitalaria, que lejos de brillar con monumentos típicos como Notre Dame, el Arco de Triunfo o la torre Eiffel, es mostrada en su costado más frío, gris y mugriento.
Mientras huye de un pasado sentimental oscuro y triste, María trabaja en una fábrica textil, hace los trámites para conseguir un permiso de residencia, recorre las calles solitarias de París buscando una habitación para vivir y en ese camino conoce a Jérôme, un fotógrafo de desnudos recién separado que le alquila la habitación que antes ocupaba su hijo.
Mazza elige con criterio una puesta en escena austera y despojada, donde además de su ojo y mano como director, lo que brilla es la intensa y arriesgada interpretación de Blanco, que se ve totalmente expuesta en algunas escenas de sexo que su personaje -por necesidad de afecto y contacto humano- mantiene con el hombre que la hospeda.
“Los momentos de sexo fueron muy difíciles. Para mí era un tema muy complicado, porque nunca me gustaron este tipo de escenas y siempre intenté evitarlas. Pero en este caso me parece que sus cuerpos están muy bien trabajados y exponen la soledad que ambos están sufriendo”, afirmó la actriz, que ahora se prepara para una versión de Griselda Gambaro de “Casa de muñecas”, de Ibsen.
Sin embargo, la actriz sostiene que “la película habla del cuerpo en algún punto, de cómo un cuerpo muerto vuelve a la vida. En algún punto su situación es terrible, porque en ella se nota todo el tiempo la nostalgia del amor, es como alguien al que le cortaron un brazo y todavía lo siente, es como si tuviera el reflejo de algo intangible”.
En relación a María, Blanco sostuvo que “ella escapa de su historia y recién toma conciencia hacia el final. Es una chica en crisis, pero mostrada sin demasiados artilugios. Es alguien que nunca reflexionó acerca de lo que hace y de pronto la vida le da un sopapo y tiene que empezar a pensar en ella. Es un golpe que la hace crecer, un golpe que es parte de un proceso de aprendizaje”.
Se trata de una joven que todo el tiempo carga una mochila en su espalda, como un símbolo de los conflictos emocionales de los que está escapando y no puede resolver, “una chica que -según la actriz- está como invernando todo el tiempo, es como una tortuga y permanece muy quieta todo el tiempo”.
“El camino hacia la creación del personaje puede ser muy largo o muy corto; algunos trabajamos de manera más intuitiva y otros de manera más racional. A mí me interesa mucho saber qué quiere el director e intento siempre entrar en su mundo, busco ver y observar para entrar en la forma que tiene de expresarse”, señaló la actriz.
Y añadió: “Mazza le puso mucha tensión a mi actuación, no había descripción del personaje en el guión, sino únicamente sus acciones. Fuimos construyendo juntos durante el rodaje. Y antes durante varios meses de ensayos que fueron muy buenos, un tiempo extenso que creo que lo necesitaba mucho la película y el personaje”.
Blanco, que además se está abriendo paso como cineasta (“es un campo autoral que me permite explorar algo más personal e intelectual, y tomar mis propias decisiones”), estudió diferentes técnicas de actuación con Banegas, Carlos Gandolfo, Augusto Fernandes, Guillermo Angelelli, Pompeyo Audivert y Ricardo Bartis.
Para Blanco, “las escenas de sexo son fundamentales, son el centro de la película. Pero también pasa algo muy fuerte con esas escenas, porque todo lo que uno estudió, todas las técnicas de actuación que uno tiene incorporadas, se diluyen, desaparecen”.
La actriz trabajó en películas como "El caso María Soledad", de Héctor Olivera, "La puta y la ballena", de Luis Puenzo, y "La vida por Perón", de Sergio Belloti, y participó de varias series televisivas, como "Tumberos", "Disputas", "Mujeres asesinas", "Vulnerables" y “El puntero”, entre muchas otras.
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