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Mauro Vallejo
Camara fotoAMPLIARMauro Vallejo
15/01/2013 - Psicoanálisis

"Freud también plantea una teoría de la familia"

En La seducción freudiana, el psicoanalista Mauro Vallejo se concentra en estudiar dos años clave en el nacimiento de la práctica psicoanalítica, apoyándose menos en la actitud de las histéricas de fines de ese siglo frente a la autoridad y más en el contexto científico de la época, que daba a la herencia familiar una preponderancia que el autor recupera de manera central.

El libro, publicado por la editorial Letra Viva, es un aporte notable a las investigaciones sobre esos años porque desarticula una serie de conceptos cristalizados y retorna sobre un momento en el que Freud está a punto de dar a luz, mediante su interlocución con Joseph Breuer y Wilhelm Fliess, su teoría de los sueños; es decir, al inconsciente.

Télam

¿Podés explicar brevemente qué se entiende por teoría de la seducción, y por qué Freud termina abandonándola?

 

Vallejo 

 Te imaginarás que si me tomé el trabajo de escribir un libro sobre ese momento de la teoría freudiana, es porque estoy en absoluto desacuerdo con las versiones más difundidas y aceptadas sobre eso que se llama la teoría de la seducción. Si uno sigue esas versiones, lo que sucedió entre 1896 y 1897 fue algo realmente sencillo, que no requiere demasiadas interpretaciones o conjeturas. Ahora bien, si uno hace el esfuerzo de leer los textos y las cartas de Freud de esos años, resulta que el panorama es mucho más complejo, y que las versiones simplificadas sobre lo acaecido a fines del siglo XIX —incluso las que el propio Freud desarrollará a partir de 1906— operan un forzamiento de las fuentes existentes, y sobre todo pasan por alto lo esencial.

Regresemos a la pregunta. ¿Qué se suele entender por teoría de la seducción? Se suele llamar así a la concepción que Freud articula en 1896 para explicar las enfermedades neuróticas; según esa concepción, en el fundamento de esas patologías existe el recuerdo inconsciente de un atentado sexual sufrido en la temprana infancia. Dicho con otras palabras, Freud entiende por ese entonces que solamente serán neuróticos aquellos individuos que han atravesado un abuso sexual infantil. Parece una fórmula sencilla, y quizá lo era, y he allí una de las razones por las cuales el creador del psicoanálisis, durante más o menos un año, creyó haber hallado el gran secreto de la psicopatología. De hecho, dicho entre paréntesis, tenemos que recordar que, al menos desde un punto de vista biográfico, la segunda mitad de la década de 1890, es un momento de gran “ebullición” intelectual de Freud; él tiene la firme determinación de revolucionar la ciencia de su época, y efectivamente lo logra. En el transcurso de tres años, arma la teoría de la seducción, luego comienza a atisbar una particular visión de la sexualidad infantil, y sobre todo produce su gran descubrimiento: la teoría de los sueños.

De todas formas, me parece que lo que está en juego en 1896 es algo mucho más importante. Lo que yo quise mostrar es que la hipótesis planteada ese año es, antes que nada y de manera radical, una teoría sobre la familia, o más bien, el conglomerado de diversos bocetos sobre el peso de lo familiar. Poner de relieve esa dimensión de la seducción conlleva consecuencias que merecen ser tomadas en consideración.

¿LAS HISTÉRICAS MIENTEN?
 

Mujer con histeria, según Charcot.

Mujer con histeria, según Charcot.

La idea de que las histéricas de fines del siglo XIX mentían no es tan así, como explica Vallejo, pero sí es cierto su impugnación a la autoridad y la puesta en jaque del saber médico que muta hacia el inconsciente, ese saber que no se sabe, cuando Freud escucha otra vez en quien habla.

 

 

Télam 

 En esos dos años "sus histéricas" ¿"mienten" sin escrúpulos, impugnan su autoridad, "inventan" sin saberlo al inconsciente?

  Vallejo 

 Tu pregunta apunta al aspecto más controversial de lo que pasó en 1896. Una vez más, la versión canónica no funciona de ningún modo, y alguien debería tomarse el trabajo de despejar por qué razón se le sigue otorgando credibilidad a pesar de sus múltiples inconsistencias. Esa versión dice: "las pacientes iban a lo de Freud, le relataban atentados sexuales cometidos por su padre, y Freud cometió el error de creer que tales traumas eran reales. Poco después entendió que esos relatos eran la manifestación de las fantasías edípicas, y que en verdad esos recuerdos no eran ciertos".

 

Esa reconstrucción es un castillo de naipes que no se sostiene un segundo. Lo más interesante es que el propio Freud colaboró para que esa versión tomara forma; para hacerlo, tuvo que producir un olvido o elisión de lo que él mismo había escrito en la década de 1890. Pero bueno, dejemos de lado el papel que le cupo a Freud en la puesta a punto de esa versión, y vayamos a tu interrogante.

 

Que las histéricas mienten es una sentencia clásica de la psiquiatría y la neurología de la época. Freud conocía bien esa sentencia, y hasta cierto punto la compartía. Pero no creo que en toda esta historia haya que elegir esa senda. Cuando Freud escribe sus tres textos de 1896, sus tres "escritos de la seducción", dice que ha comprobado la veracidad de su hipótesis nuclear (atentado sexual infantil) en todos los casos analizados, que para mediados de 1896 sumaban casi 20. La pregunta es, naturalmente, ¿cómo construyó Freud esa teoría? ¿Primero escuchó a pacientes que espontáneamente se lamentaban de los abusos sexuales, y luego edificó su teoría de la seducción? Pues bien, hay que responder que no, y quien haya leído con los ojos abiertos las páginas de 1896, sabrán que Freud mismo nos da la razón.

 

 

 En esos trabajos no se cansa de repetir que los enfermos no relatan espontáneamente ningún trauma, por la sencilla razón de que no lo recuerdan de manera conciente. Esas "escenas" de abuso son reconstruidas por la terapia, que no tiene nada de liviana. El creador del psicoanálisis confiesa que él tiene que ponerse exigente, insistente, tiene que presionar a sus pacientes, incluso físicamente, para que esos "recuerdos" afloren.

 

En síntesis, saber si las histéricas mienten no aporta nada al estudio de este momento de la disciplina freudiana. Más bien nos aparta de la senda correcta. Mil veces se ha dicho: las histéricas contaban abusos por parte del padre, pero Freud tardó un par de año en comprender que eran fantasías. Hace años que ciertos scholars americanos pusieron el dedo en la llaga: si la historia fuera así, ¿por qué las histéricas no siguieron relatando esas fantasías más adelante? ¿Acaso alguien ha leído que en los ulteriores escritos clínicos de Freud, en el 100 por ciento de los casos estuviera presente el relato de escenas de sexo anal u oral perpetradas por el padre? Por el contrario, la secuencia en la obra freudiana habla por sí misma: desde el momento en que Freud dejó de precisar el hallazgo del recuerdo de esos traumas, los pacientes nunca más contaron los atentados que llenan las páginas y cartas de 1896. Pero hay que tener cuidado. No se trata de reemplazar la falaz sentencia "esas histéricas fantaseaban (mentían)" por la malintencionada proposición "Freud mentía".

 

Lo que las fuentes muestran es algo muy distinto. Se trata de que Freud —lo diré rápidamente, aunque eso merecería un abordaje más puntilloso— sugestionó, sin saberlo, a sus pacientes. Los pacientes de esa época, sobre todo en función de la técnica empleada por el psicoanalista en ese entonces, se vieron conducidos a ofrecer en el consultorio de Freud el tipo de escenas y traumas que la teoría vigente precisaba y reclamaba. Freud no mintió en lo más mínimo, y este episodio no desacredita en nada su accionar, su ética o sus hipótesis. No vio hasta qué punto él estaba sugestionando a sus pacientes. Repitió sin saberlo el error de su maestro Charcot, cayó en la misma trampa que él.

 

La teoría de la seducción es charcotiana hasta la médula —por el valor del trauma, y sobre todo porque el ataque al modo de familiarización propugnado por el francés era el resorte ineludible de la tesis de 1896—. Es charcotiana incluso por el tipo de traspié que la sostenía.

 

¿Si las histéricas en todo este proceso inventan el inconsciente? Me gusta la pregunta. Pero deberíamos ir un poco más atrás para responderla. En efecto, el inconsciente es un producto de la histérica, pero para entender esa afirmación hay que colocar la pieza que falta. La histérica es la que estuvo allí para ser hipnotizada. Y la hipnosis fue la cantera real del inconsciente. Pero bueno, esa es de alguna forma otra historia. Aunque ya vimos que la historia de la seducción no es ajena a la problemática de la hipnosis.

 

 

Télam  

 La idea de los guiones de la que hablás, ¿por qué se le vuelve imprescindible a Freud? Esos guiones, ¿son prototipos de lo que después serán los casos clínicos?

 

 

Vallejo 

 En efecto, yo hablo de guiones. Lo hago para referirme a los escenarios que la teoría freudiana arma en el transcurso de 1896. En esos escenarios van apareciendo distintos personajes, que se reemplazan unos a otros hasta que la introducción del padre efectúa una "normalización" del juego. Es necesario recordar que en los inicios, cuando Freud comienza con la tesis de la seducción, el padre no era el atacante, sino las nodrizas, niñeras y otros personajes del mundo doméstico. Las cartas a Fliess están allí para quien quiera comprobarlo.

 

A comienzos de 1896, en el consultorio de Freud las "escenas" reconstruidas tenían a las niñeras en el papel de victimarios. Una de dos: o los numerosos pacientes que a lo largo de 1896 culparon a niñeras luego fueron repentinamente sucedidos por una serie de pacientes que, al contrario, inculpaban al padre, o más bien hay que hacer la conjetura inversa: cuando el guión de Freud anunciaba que en tal lugar debía haber una niñera, los pacientes "recordaron" con lujo de detalles los mínimos gestos de esos actores domésticos. Unos meses más tarde, y por imposición de ciertos reclamos de la teoría, el guión freudiano sancionó como "estrella" del drama al padre, y desde entonces los pacientes apilaron recuerdos referidos a ese progenitor.

 

 

Familia de Freud, 1878.

Familia de Freud, 1878.


En ese sentido yo aludo a un primer guión, que presenta una causalidad familiar-hogareña de la patología, por fuera de toda referencia a una familiarización pseudo-sanguínea. Por supuesto, no tiene sentido introducir en todo esto la pregunta sobre lo que Freud concientemente quería o buscaba con sus nuevos conceptos. Yo creo que hay que analizar el asunto desde la perspectiva de un dispositivo discursivo que crea sus propias exigencias, que formula sus propios horizontes de alternativas, y que incluso apela a los objetos que precisa. A eso apunta la genética textual enarbolada por el libro. Y de esa forma propongo concebir la emergencia, por caso, del padre, y del guión que le es consustancial. Yo creo que el llamado a ese personaje viene a resolver una serie de inconsistencias de la teoría, y mi conjetura es que la invención del “padre” fue una respuesta a las objeciones que los médicos de su época plantearon a la innovación de Freud. Por eso le doy tanta importancia a lo que pudo haber sucedido la noche del 21 de abril de 1896 en un auditorio de Viena...

 

Vayamos al tema de los casos clínicos. Efectivamente, estoy de acuerdo con el espíritu de tu pregunta. Yo creo que hay allí una línea de investigación que todavía no fue llevada a cabo. Habría que hacer extensivo a los historiales freudianos una vía de indagación que ya ha dado buenos frutos en lo que respecta a la historia de la psiquiatría y de la medicina en general. Así como cabe hablar de una mirada médica que ordena de cierto modo los objetos, y que crea ciertos modos de narración del cuerpo y el sufrimiento, también cabría hablar de una narratividad psicoanalítica, que siempre estuvo lejos de ser una forma inocente de reflejar algo así como una realidad clínica.

 


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