Los italianos están dominados por el pesimismo y la desesperanza. El mismo abatimiento que el afamado director Vittorio de Sica transmitió en su "Ladrón de bicicletas" (1948), un filme que dejó al desnudo las sensaciones del país en la posguerra, parece revivir en la Italia actual con ciudadanos, con bolsillos flacos, que ya no creen en el futuro.
Un sondeo conocido el sábado pasado muestra sin rubores el alto grado de desesperanza que azota a los italianos: un 86% no espera una mejoría en su situación personal y familiar durante el año que acaba de comenzar.
Además, un 52% que piensa, con desolación en medio de la agitación política que envuelve al país y que se suma a la crisis económica, que nada cambiará. Un 5% más de italianos que el año pasado se suman a esos pensamientos negros.
El que acaba de cerrar fue un año negro para los ciudadanos italianos, ya que la crisis sacudió al 80% de las familias y un 86% confiesa que tuvo que reducir considerablemente sus gastos.
Así lo revela una encuesta realizada por la Confesercenti SWG, asociación que representa a pequeñas y medias empresas italianas, Los italianos se muestran cada vez más escépticos sobre una salida rápida de la crisis, y para los próximos doce meses, solo el 16%, la mitad del año pasado, ve en arribo una mejoría para la economía del país.
Un abrumador 86% piensa que 2013 no llevará a ninguna evolución positiva e incluso temen en un empeoramiento.
La salud de la economía italiana es juzgada negativamente por un 87% de la muestra. En particular, el 36% la considera inadecuada, mientras la mayoría, o sea el 51%, la define pésima. Sólo un 13% muestra una señal de tibia esperanza al calificarla benevolentemente como "discreta".
Sobre las perspectivas se registra una grave desconfianza considerando que apenas el 16% de los consultados ve una salida o un vuelco posible. Las sensaciones de los ciudadanos están peor hoy, pues el año pasado era el doble, o sea el 32%, el que tenía esperanzas.
Aumentan significativamente los pesimistas, que pasan del 30 al 44% de la muestra general, en la franja de los que piensan que en 2013 emergerá un nuevo empeoramiento de la economía. Casi uno de cada dos italianos vislumbra "un 2013 peor".
Un porcentaje que aumenta al 45,6% entre los habitantes del noroeste y que llega al 49% en la franja de edad entre 33/44 años. O sea que para la banda más activa laboralmente el pesimismo es mayor, producto del derrumbe de las oportunidades de trabajo.
Según el sondeo de Confesercenti, el 41% de la población tuvo dificultades para llegar a fin de mes ya sea con sus propios ingresos o con aportes de los familiares.
En el 2010 alrededor del 72% de la muestra lograba hacer frente a los gastos de la familia para todo el mes, en cambio en el 2010 el porcentaje cayó al 59%. Lo que evidencia que la desesperanza no es una mera sensación, sencillamente a los italianos la vida cotidiana se les hace cada vez más cuesta arriba y las postergaciones y frustraciones están a la orden del día.
Para los italianos, subraya el sondeo, el nuevo gobierno que surgirá de las elecciones de febrero tendrá que apuntar sobre la emergencia de falta de trabajo, merced a la fuerte desocupación que supero el 11% y el fuerte sentimiento de inseguridad para el futuro. Los italianos también piden inmediatamente que se bajen los impuestos y que se reduzcan los gastos de la política. Una demanda enfática que golpeará al nuevo gobierno, concluye el reporte. Pasaron 64 años de aquella realidad magníficamente retratada por el neorrealismo italiano a través del relato de De Sica, pero la desesperanza, la desesperación por el empleo y la trágica cotidianeidad que narra "Ladrón de bicicletas" oscuramente reverdece en la Italia de hoy, que no es la de posguerra, pero se le parece.
En definitiva, como dijo recientemente el escritor italiano Claudio Magris "no estaremos en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, pero igual se libra una guerra". "Una guerra mundial económica, en la que se juega el predominio económico del mundo", avisó el autor de "La storia non è finita". Aun aí, la mirada de otro italiano de las letras, reivindica en parte ese fatal pesimismo de la encuesta. "Yo no sé muy bien qué es el optimismo y el pesimismo, pero acepto la definición de Emmanuel Mounier, un filósofo francés que hablaba de un 'optimisme tragique'. Él era un optimista trágico. Que traducido quiere decir que la vida es una mierda, pero...", afirmó Humberto Eco, semanas atrás en un periódico italiano, con un tibio matiz de esperanza
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