Con una carta, el cineasta Benjamín Ávila, autor de la multipremiada cinta “Infancia clandestina”, desmintió una columna de opinión publicada por el matutino El País, de Madrid, reproducida por La Nación, de Argentina.
El 18 de diciembre, el diario El País publicó una nota a propósito del filme “Infancia clandestina” con una columna de opinión titulada “¿Y si fueran etarras?”, reproducida por La Nación dos días después
En la nota cuestionada por Ávila, Francisco Peregil hace una serie de comparaciones entre la historia del grupo Montoneros según el ángulo de observación elegido por el director argentino para su filme, con referencias autobiográficas, y la de el grupo vasco ETA durante la dictadura franquista y después.
Dice Ávila que al pedir derecho de réplica se le ofreció una alternativa reducida a 200 palabras, menor a la del artículo y no en la misma sección sino en la dedicada al correo de lectores, que él no aceptó y por esa razón respondió con esta carta.
“Ante la manipulación mediática e ideológica de la información, quienes estamos involucrados tenemos la obligación de denunciar y aclarar de qué estamos hablando, porque parece que a la derecha le da miedo decir explícitamente sus intereses”, dice en el prólogo.
Dice la carta: “En la Argentina se viven momentos donde el periodismo tuvo que asumir su ideología ante el análisis constante del discurso mediático por parte de la comunidad y de los propios medios. Es interesante saber que el periodismo, en mi país, ya asume abiertamente en casi todos los medios (algunos les falta clarificar su discurso) su postura ideológica".
“Eso sincera el discurso y los intereses de cada uno de quienes exponen ideas y análisis personales y no verdades. Una frase que se está erradicando es que el periodismo es objetivo; en mi país ya se sabe que no es posible. Es de una ingenuidad notable a esta altura de la historia y del siglo creerlo”, expresó.
“Por eso mi frase: `la pretensión de objetividad por parte de cualquier persona es un acto de soberbia`. Parto desde esta base para hablar que la nota referida es más una postura ideológica que un análisis de situación o en su defecto es un análisis ideológico”, afirmó.
Dice Ávila que “Comparar a Montoneros con ETA es de una ingenuidad y simplificación digno de alguien que no sabe, que no quiere saber o que manipula la historia para hacerla propia y construir su sentido dialéctico. Estamos acostumbrados a que eso suceda en mi país.
Agrega que “…también nos hemos acostumbrado a desnudar la construcción de sentido del discurso mediático. Pero en España, me encuentro con que aun los medios cuentan con esa cuota de "credibilidad" asociada a La Verdad. Por eso la necesidad de dar mi opinión acerca de semejante noticia.”
En referencia a un atentado a un supermercado citado por Peregil, ocurrido una vez finalizado el franquismo con 22 civiles muertos, dice que "...me da la razón del análisis errático y manipulador: Montoneros se formó en dictadura (1970) y fue aniquilado por la última dictadura. Nunca ejerció esto en democracia”.
"Puedo agregar además que ninguno de los sobrevivientes se le ocurrió ni ocurriría en democracia, levantar las armas para construir el país. La defensa de la democracia y las ideas fue el motivo de su lucha.
En un segundó bloque, titulado “Contextualizar la historia”, Ávila dice que “Desde la Escuela de las Américas financiada por EE.UU. desde la década del 60 se implementó el llamado Plan Cóndor que respaldó todas las dictaduras y masacres generadas América latina, hasta 1990.”
“De eso se olvida el Sr. Peregil -continúa Ávila-, de tomarlo como punto de partida en su pobre análisis histórico. Acaso se olvida de decir que para aniquilar `democráticamente` el mal llamado comunismo por EE.UU. se apoyó y gesto directamente las dictaduras antidemocráticas de América Latina".
Más adelante señala que “Este nivel de violencia en aquella época en mi continente fue el disparador para que estallara la violencia. ¿Quién resiste que lo golpeen sin reaccionar y defenderse?”.
“A diferencia de lo que se plantea en la nota, afortunadamente la película ha generado mucho debate y replanteos históricos, no en un sector de la población sino en un amplio y variado espectro social y etario. Y de eso se trata, ¿no?”, asegura.”
“Quizás no le guste a este Sr. las consecuencias que abrió el debate en la Argentina y por eso esa necesidad de asociar (manipular) en España a la película con un discurso y un debate errado para que no florezca el mismo debate que surgió en mi país.”, asegura Ávila.
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