“El rescate de las fábricas es una experiencia válida, una alternativa económica en donde sobrevivimos libremente, sin el yugo de la patronal”, sintetizó el presidente de la Cooperativa Chilavert, Plácido Peñarrieta, sobre el fenómeno de las empresas recuperadas bajo el formato cooperativo, masificado luego de la crisis argentina de 2001.
Según el último relevamiento de empresas recuperadas por sus trabajadores, realizado por el Programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en marzo de 2010 se contabilizaron 205 empresas recuperadas que emplean a 9 mil 362 personas.
“Hay una convergencia entre el cooperativismo de trabajo y la necesidad de los trabajadores para conservar sus fuentes laborales tras la crisis y se da porque la forma jurídica de las cooperativas fue la menos compleja de asumir para esos trabajadores dispuestos a organizarse sin patrón”, explicó a este medio el director del programa, Andrés Ruggeri.
“La crisis de 2001 nos marcó, más aún a los trabajadores en relación de dependencia, quienes optamos por el cooperativismo y modificamos radicalmente nuestras vidas porque vivimos de lo que producimos, nos hacemos cargo de la unidad empresaria”, afirmó Peñarrieta.
“El proceso de recuperación tiene dos caras. Por un lado, es de destacar que la mayoría de las empresas continúan produciendo en manos de los trabajadores en tanto que por el otro, el fenómeno no dejó de darse una vez acabada la crisis”, remarcó Ruggeri, quien dirige el programa que mantiene en forma permanente el Centro de Documentación de Empresas Recuperadas, que funciona en la Cooperativa Chilavert.
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