Dirigentes de la comunidad indígena Aukin Wallmapu de Alto Bío Bío, 500 kilómetros al sur de Santiago, encendieron voces de alarma al denunciar la existencia de fisuras, filtraciones y canalizaciones de agua en la Central hidroeléctrica Ralco, que gestionan una empresa italiana y otra española.
La vocera de la comunidad pehuenche, María Curriao, denunció que las grietas se formaron tras el terremoto del 27 de febrero de 2010 y que desde entonces han denunciado la situación a las autoridades, que han desoído las advertencias.
La portavoz sostuvo que la represa tiene tres o cuatro
fisuras "tremendas".
Curriao advirtió sobre el peligro que corren las comunidades
aledañas a la central en caso de que la represa colapse, las que
podrían vivir una catástrofe que incluye la inundación de las
poblaciones colindantes.
La central hidroeléctrica Ralco, propiedad de las empresas
Endesa España y la italiana Enel, tiene una potencia instalada
de 570 MW y una generación media anual de 3.100 GWh, con lo que
aporta el 9 por ciento de la energía requerida por el Sistema
Interconectado Central.
Para su construcción se inundaron 3.500 hectáreas
ancestralmente habitadas por los pehuenche, que vieron cómo
cerca de 500 familias debieron ser reubicadas.
Para el ambientalista Patricio Segura, de Patagonia Sin
Represas, históricamente "las grandes catástrofes están
relacionadas con proyectos cuyos impulsores siempre defendieron,
pese a que se constataban fallas en su estructura".
En diálogo con ANSA, recordó que una de las tragedias más grandes es la de la presa de Vajont, en Italia, donde murieron cerca de dos mil personas en 1963.
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