Con gran escándalo se exhibe en los cines porteños el film del notable cineasta Carlos Hugo Christensen "El ángel desnudo". Con guión de César Tiempo según la novela "La señorita Elsa", del escritor austríaco Arthur Schnitzler, el film trata de un hombre que en bancarrota y acosado por deudas de juego, envía a su hermosa hija adolescente a pedirle dinero a un escultor. El artista aceptará prestarle la plata, pero a cambio de verla desnuda. VIDEO
El ángel que forjó una escándalo
La historia era melodramática y las ropas caían sin dejar que se viera demasiado, pero en 1946 fue un enorme suceso, que convirtió a Zubarry en estrella y precursora de todas las que vinieron después, desde Isabel Sarli o Graciela Borges hasta Cecilia Dopazo o Carolina Fal.
Que siempre hubo una primera vez es algo que sabe bien casi todo el mundo. De manera que, antes que la Elida Gay Palmer de Barrio gris; que la Laura Hidalgo de La orquídea; que la Isabel Sarli de tantísimos títulos a partir de El trueno entre las hojas; que la, ya viniéndonos al presente, Cecilia Dopazo de Convivencia; antes, en fin, que todas las actrices argentinas que en alguna medida anduvieron exhibiendo sus desnudeces frente a las cámaras hasta llegar a la última por ahora, la Carolina Fal del estreno del próximo jueves, La maestra normal.
Antes que todas ellas hubo otra, la primera. La
película, El ángel desnudo. La actriz, Olga Zubarry.
Probablemente porque el desnudo en la Argentina
siempre ha padecido sus más y sus menos , ese puntapié inicial "que, por
su parte, tendría muy especiales características" le tocó a la más
familiera, recatada y correcta de las actrices que se hayan conocido por aquí.
Parpadeos
Los teleespectadores que el jueves pasado hayan
sido renovados testigos de ese legendario "primer desnudo del cine
nacional", cuando el canal de cable Volver transmitió El ángel desnudo, no habrán podido creerlo.
O, más probable aún, habrán creído que la película
se dio cortada, o que ellos se distrajeron o parpadearon en el momento preciso.
No hay nada de eso. La película se dio entera (y
en una copia excelente) y nadie se distrajo. El desnudo es exactamente eso que
todos vieron mientras esperaban por un plato más fuerte que nunca llegó: la
espalda descubierta (e incluso de eso hay dudas) de la joven, encantadora
actriz, de la cintura para arriba. El resto, para crear el mito, lo pusieron la
exacerbada imaginación popular en aquellos años de velos y tapujos, una
habilísima campaña publicitaria previa y los ojos cada vez más desorbitados del
querido y recordado Guillermo Battaglia, que es quien comparte la famosa escena
con Olga Zubarry. El sí está de frente, pero vestido.
De acuerdo con la ficción "un añoso relato de
Arthur Schnitzler adaptado por César Tiempo", Zubarry es una dulce
muchacha con un novio bueno y ajeno a todo (Carlos Cores), y Battaglia, un
escultor que estuvo perdidamente enamorado de la madre, idéntica a Olga. Su
sueño fue tenerla, como esposa y modelo, pero la hermosa mujer prefirió a otro
hombre. Ahora, este (Eduardo Cuitiño) está en la ruina y necesita un préstamo
de su antiguo amigo, quien vive en el exterior; y manda a la muchacha, con una
tía, a realizar la gestión. Pero, para soltar el dinero, la condición es que la
hija haga lo que la madre rechazó: desnudarse ante el prestamista. Y nada, nada
más.
Dirigida con refinamiento por un juvenil Carlos
Hugo Christensen (quien había inaugurado el cine erótico vernáculo con Safo, historia de una pasión) y con exteriores rodados en Río de Janeiro
(adonde el director se iría en algunos años más y donde todavía vive), El ángel desnudo se
estrenó en el cine Opera el 14 de noviembre de 1946 y resultó un verdadero
suceso de taquilla. Aunque las caravanas que confluían sobre la calle
Corrientes, los barrios y las capitales provinciales salieran de los cines
pensando que se habían distraído en el momento oportuno o "también
ocurría" jurando haber visto lo que solo habían imaginado.
La actriz siempre advirtió
Casada desde siempre con el mismo hombre "el
industrial cinematográfico Juan Carlos Garate", madre de dos hijas, abuela
y madrina (de varios hogares para niños y jóvenes), Olga Zubarry, una
estudiante que alguna vez visitó un estudio y se quedó a vivir en el cine,
siempre aclaró que el desnudo que la hizo famosa fue sumamente inocente... o ni
siquiera fue.
"No había ningún desnudo real. Era de costado
y con una malla" (detalle este, el de la malla, que Christensen niega y
que, en proyección, no se nota; tampoco hace al caso: lo que se ve es exiguo.
También ha referido Zubarry una y otra vez cierta
circunstancia que corroboró la obra interesada: El ángel desnudo le fue
ofrecido en principio a Mirtha Legrand, quien rechazó el papel sin haber leído
el libro, simplemente espantada por un título que iba a resultar imán de
boletería.
Detalles que engordan otro mito del cine del
pasado.
Ricardo García Oliveri
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