La Comisión de la Verdad instalada por la presidenta Dilma Rousseff este año anunció ayer que investigará el rol de las iglesias evangelistas y la Católica durante la última dictadura militar (1964-1985).
"Entre los temas poco profundizados de la historia está el papel de las iglesias y de los religiosos, tanto en la resistencia de muchos a la arbitrariedad, protegiendo con coraje a las víctimas, como la colaboración de algunos con la represión de la dictadura", dijo el diplomático Paulo Sergio Pinheiro, uno de los siete miembros de la Comisión de la Verdad.
El próximo jueves la Comisión de la Verdad pondrá en marcha
los trabajos del grupo que investigará las iglesias de
denominación cristina durante la dictadura, coordinador por
Pinheiro, quien además ejerce ese mismo rol en la comisión de
investigación de la ONU para Siria.
La Comisión de la Verdad debe, en dos años, realizar un
informe sobre los crímenes cometidos por la dictadura militar
que derrocó el 31 de marzo de 1964 al presidente constitucional
Joao Goulart.
Los autores de crímenes de lesa humanidad en Brasil están
cubiertos por la Ley de Amnistía de 1979 que el propio régimen
dictó y que fue ratificada en 2010 por la máxima corte del país.
En los últimos meses dos jueces, uno del estado de Sao Paulo y
otro de Pará, aceptaron presentaciones contra dos represores por
el delito de secuestro permanente, a raíz de la desaparición de
personas víctimas de la represión ilegal.
Según fuentes de la Comisión de la Verdad, uno de los
primeros en prestar testimonio será Anivaldo Padilha, padre del
actual ministro de Salud, Alexandre Padilha. Anivaldo Padilla
fue entregado por pastores de la iglesia Metodista de Sao Paulo
a los torturadores de la dictadura por su militancia
universitaria. Fue torturado en prisión en Sao Paulo durante 20
días y dejó el país y a su mujer embarazada del hoy ministro,
posible candidato a gobernador de Sao Paulo en 2014 por el
Partido de los Trabajadores (PT). El ministro conoció a su padre
a los 8 años, cuando regresó del exilio.
La Iglesia Metodista reconoció al fin de la dictadura que
varios de sus pastores fueron colaboracionistas con el régimen
militar.
La Iglesia Católica también tendrá su capítulo: en la
antesala del golpe un sector del obispado respaldó las
movilizaciones 'anticomunistas" que reclamaban el fin del
gobierno Goulart en las Marchas con Dios por la Tradición,
Familia y Propiedad.
"La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) durante
el golpe agradeció a la virgen por haber librado a Brasil de la
amenaza comunista", dijo recientemente el teólogo y escritor
Frei Betto, Carlos Libanio Christo, fraile dominico preso por
cuatro años de la dictadura con otros sacerdotes
tercermundistas.
Betto, uno de los sostenedores de la Teología de la
Liberación, apunta que desde el Vaticano el papa Pablo VI apoyó
a la parte de la Iglesia que resistía a la dictadura.
En 1970, el Vaticano cambió al cardenal Agnello Rossi, que
negaba la tortura incluso de sacerdotes, en el obispado de Sao
Paulo y colocó a Paulo Evaristo Arns, quien llevó a cabo una red
de protección de presos políticos y de denuncia internacional
del régimen de facto brasileño.
Arns llevó a gran parte de las iglesias de Brasil a la
denuncia contra las violaciones a los derechos humanos con el
libro Tortura Nunca Más, con más de mil relatos recogidos
clandestinamente entre los sobrevivientes de las prisiones entre
1979 y 1985, con apoyo del rabino Henry Sobel y al pastor
protestante Jamie Wright.
La Comisión de la Verdad ya está investigando las masacres de indígenas amazónicos que se oponían a entregar sus tierras a empresas vinculadas a la dictadura, la represión a la guerrilla comunista de Araguaia y las ejecuciones de campesinos y el rol de las empresas privadas en financiar centros de torturas en Sao Paulo.
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