Otro hombre contó ante la Fiscalía de Entre Ríos que el cura Justo José Ilarraz intentó mantener relaciones sexuales con él cuando era estudiante del Seminario Menor. Con esta presentación ya son seis las denuncias por abuso contra el sacerdote, que hoy se encuentra viviendo en la casa de su hermana, en San Miguel de Tucumán.
El denunciante, un ex seminarista, aseguró que Ilarraz intentó manosearlo en más de una oportunidad. Negarse, según el hombre, le trajo aparejado quedar al margen de las actividades que desarrollaba el cura con sus “amigos”. Al igual que los otros denunciantes, este joven tenía entre 13 y 14 años cuando comenzó a vivir un calvario en el interior del establecimiento católico. Fuentes judiciales confirmaron que el denunciante sostuvo que Ilarraz se mostraba sin ropa y besaba a los chicos en su habitación. “Eso me pareció muy raro”, explicó el hombre, quien entiende que se alejó a tiempo. Todos los hombres que hoy denuncian a Ilarraz coinciden en la descripción de la habitación del cura y en su forma de manejarse con los estudiantes.
Según el testimonio de la víctima, que ya está incorporado al expediente, Ilarraz los hacía bañar, les enseñaba a masturbarse y les decía que no tuvieran vergüenza de mostrarse desnudos entre los denominados “amigos”.
Tiempo de curas
Más de una decena de sacerdotes tendrán que declarar ante el juez Alejandro Grippo. La semana próxima tendrán que ir a Tribunales los curas que intervinieron en la investigación diocesana que se inició en 1995. Ellos son el párroco de la Catedral, Silvio Fariña Vaccarezza, y el actual vicario general de la diócesis de Concordia, Alfonso Frank. También deberán brindar sus testimonios Luis Alberto Jacob, exrector del Seminario, y todos los sacerdotes que conforman el denominado decanato III.
Este decanato está integrado por José Dumoulin, vicario de Nuestra Señora de Luján; José Carlos Wendler, párroco de Luján; Alfredo Nicola, párroco de Oro Verde; Mario Olivera, de Villa Urquiza; Agustín Hertel, de San Francisco de Borja; José María Gauthier, responsable de la Casa Padre Lamy; y el ahora vicario de Nuestra Señora de la Piedad, Leandro Bonnin. El párroco de San Benito Abad, Leonardo Tovar, que también integra el decanato ya declaró y complicó –según fuentes judiciales– a Ilarraz.
Puiggari, más señalado
La semana próxima se estarán sumando a la causa los testimonios de dos seminaristas que podría complicar aún más la situación del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, y del cardenal Estanislao Karlic, quienes sabían de los abusos desde un principio y jamás investigaron o denunciaron ante la Justicia. En principio, Karlic y Puiggari supuestamente conocían de los abusos desde 1993, cuando una víctima les confesó lo que estaba padeciendo. Esto está respaldado por la documentación entregada por la Iglesia a la Justicia. No obstante, dos exseminaristas aportarían datos que complicarían aún más el encubrimiento de las autoridades eclesiásticas, ya que según estos seminaristas Puiggari conocía de los abusos desde 1990. Este dato complicaría más la situación de Puiggari y Karlic, ya que en la Justicia algunos entienden que “de haber denunciado antes hubiesen evitado que otros chicos fueran abusados sexualmente”.
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