La alta abstención en las elecciones municipales chilenas celebradas el domingo desafía a los partidos políticos a reconquistar a la ciudadanía y generar confianzas hacia la clase política.
También emplaza a revisar la nueva ley de voto voluntario e inscripción automática, un sistema que parece haber fracasado y podría ser revertido.
El estreno de la ley afectó a toda la clase política con una
baja en la afluencia de sufragantes que, según el último cómputo
oficial, alcanzó al 59,1 por ciento.
Esto quiere decir que 7 millones de los 16,5 millones de
ciudadanos decidieron no participar en la última jornada
electoral.
La información indica que de los 13 millones 404 mil chilenos
del nuevo padrón electoral, solo 5 millones 474.947 concurrieron
a las urnas a sufragar.
El nivel de abstención superó ampliamente al 42 por ciento de
las municipales de 2008 o el 38 por ciento de 2004.
La abstención se hizo evidente pasado el mediodía del domingo
cuando los recintos de votación comenzaron a quedar desolados.
En 16 mesas de la comuna de Recoleta, al norte de Santiago,
no se concretó ni un sólo voto y en muchas otras, los votantes
no superaron el 50 por ciento de los inscritos.
La preocupación se apoderó de autoridades, políticos y
candidatos, y la abstención, más allá de las coaliciones
políticas, pasó a ser la gran triunfadora de la jornada.
El presidente Sebastián Piñera, quien anticipó que las
elecciones municipales tendrían "la mayor participación de la
historia de Chile", reiteró hoy su llamado a hacer "un acto de
reflexión, porque una democracia en que no participa la inmensa
mayoría es una democracia que empieza a perder fuerza y
legitimidad".
"Si bien el voto es voluntario, es también un deber con
nuestro país", añadió.
A juicio de Eugenio Rivera, doctor en Ciencias Económicas y
Sociales, es probable que el nuevo sistema de inscripción
automática y voto voluntario hayan contribuido a que el 60 por
ciento de los chilenos y chilenas se hayan abstenido de votar.
"Es necesario iniciar un profundo análisis y probablemente
revertir la voluntariedad del voto manteniendo la inscripción
automática", aseveró el experto a ANSA.
Precisó que el voto voluntario "funciona en sociedades en que
las desigualdades no son tan flagrantes".
Sin embargo, advirtió que esta es sólo una parte de la
historia y que "más relevante aún es el desafecto estructural y
creciente de la ciudadanía respecto del sistema político".
"Los chilenos de una manera creciente tienen la impresión de
que el sistema político no escucha ni acoge sus demandas
respecto de una educación igualitaria, un sistema de salud de
calidad y por un sistema de pensiones que garantice pensiones
dignas. Esa fue la percepción de los estudiantes y de sus
familias. Por ello no votaron en la elección municipal", aseguró
Rivera.
Sin embargo, para el experto -ex consultor de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe, el BID, el Banco
Mundial y del PNUD, entre otros-, aparentemente para la derecha,
actualmente en el poder, esta no es una preocupación.
"Fue ese sector político que impulsó el voto voluntario para
desincentivar la participación de las clases medias y de los
sectores más pobres del país", dijo.
"Muchos miembros de la (opositora) Concertación coincidían
con la derecha en relación con el voto voluntario y por tanto,
tampoco se van a preocupar en demasía. El resto de la
Concertación aceptó el voto voluntario a cambio de ampliar el
padrón electoral", analizó.
Según Rivera, lo inesperado de la elección fue que venció la
Concertación, "porque siempre se pensó que la mayor abstención
favorecía a la oficialista Alianza por Chile", que agrupa al
partido de Piñera, Renovación Nacional, y a la ultraderechista
Unión Demócrata Independiente (UDI).
A su juicio, "el problema queda radicado en las fuerzas
políticas alternativas a las dos fuerzas dominantes. La
esperanza radica en que su futuro político está asociado a la
posibilidad de movilizar sectores importantes de esos 8
millones".
"Para ello -añadió-, es fundamental apostar a la participación ciudadana, a responder a sus demandas, a su movilización y sobre esa base recurriendo a las nuevas tecnologías de comunicación y a las posibilidades de las redes sociales empujar una nueva forma de hacer política".
Por Marianela Jarroud para ANSA
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