La historia en el continente al cual pertenecemos, sufrió cambios de magnitudes inimaginables a partir de un 12 de octubre de 1492. Y es que la llegada de las conocidas carabelas al mando de Cristóbal Colón, desencadenaría la ambición de apropiarse de las riquezas por parte de los países imperialistas.
La historia en el continente al cual pertenecemos, sufrió cambios de magnitudes inimaginables a partir de un 12 de octubre de 1492. Y es que la llegada de las conocidas carabelas al mando de Cristóbal Colón, desencadenaría la ambición de apropiarse de las riquezas por parte de los países imperialistas.
El camino más fácil fue el de la tortura, la matanza y el sometimiento a los aborígenes nativos. En nuestro país, los españoles colonizaron gran parte del extenso territorio, pese a la resistencia de los pueblos indígenas que se negaban a cambiar de hábitos y luchaban contra este intento de someter su identidad.
La Sociedad Virreinal, encontró en el aborigen la posibilidad de llevarlo a la
explotación y al trabajo forzoso. Asesinatos, saqueos, violaciones y todo tipo
de atrocidades, eran las herramientas para inducir el miedo. Nuestra Nación no
fue ajena a la causa, Julio A Roca y Nicolás Avellaneda, sostenían la
importancia de la obtención de las tierras fértiles que poseían los aborígenes
con la denominada Conquista del Desierto.
Si nos aproximamos en el tiempo, durante la presidencia de Hipólito Irigoyen,
un 4 de octubre de 1917, se decretó al día 12 de Octubre como el Día de la
Raza. La buena relación entre Argentina y España concluyó con este gesto
festivo de agasajamiento, elogiando al hombre de raza blanca, con sus ideas,
cultura y religión, y a sus guerreros que invadieron estas tierras.
Mulatos, negros, indios, mestizos, cabecita, blanco, gaucho, judío, chino,
groncho, paragua, brasuca, pobre, bolita, yorugua y una infinidad de
calificativos nos invaden a lo largo de la historia y en la actualidad.
Es que estamos hechos de una gran variedad cultural y, si bien los tiempos
cambiaron, todavía existe una fuerte negación a la diversidad por gran parte de
la población. Pero ¿cual es el titulo que poseen para referirse a las personas
de forma despectiva? Esa es la pregunta que se deberían hacer aquellos que
creen tener el poder de clasificar a los demás. Características étnicas que son
relacionadas inmediatamente al nivel socio-económico.
Lamentablemente, estas reacciones por parte de sectores de la sociedad intentan
quitarle dramatismo aludiendo a que sólo se trata de comportamientos
inofensivos. Este flagelo se presenta a lo largo y ancho del territorio
americano. Los pueblos indígenas no sólo cargan con el mote de ser indios, sino
que también son marginados de la sociedad. Una lógica verdaderamente pobre.
Es nuestra obligación moral, la de llevar adelante la bandera de la igualdad de
condiciones. La educación de nuestros hijos es una buena manera de empezar el
cambio. Debemos ser el espejo a seguir con actitudes que denoten el respeto por
los demás.
Pero para esto se necesita un compromiso firme y concreto.
Debemos modificar el rumbo que se estableció por años y años. El impulso de
instituciones y el interés de parte gubernamental son piezas indispensables
para lograr una concientización.
En 1995 se fundó en nuestro país el instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Si bien el proceso es lento,
se comienzan a divisar cambios significativos dentro de nuestra sociedad.
Pero no debemos conformarnos, y el prejuicio de no poder cambiar a las personas
debe ser abandonado. La cultura en la Argentina se ve modificada día a día. La
interacción a nivel americano esta creciendo a pasos agigantados. La unión de
los pueblos americanos está marcando un cambio del cual debemos ser partícipes.
El hecho de que el 12 de Octubre no sea más designado como Día de la Raza nos da un parámetro de la importancia de generar cambios a nivel humano.
Que este día, nos sirva para ponernos en el lugar de los que se sienten desplazados por el simple hecho de pertenecer a tal o cual etnia, adoptar tal o cual elección sexual, tener tal o cual color de piel. De nosotros depende aprovechar lo mejor de las demás culturas a partir del conocimiento y la interacción con los demás.
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