AMPLIARFilas en banco

25/09/2012 - Comportamientos habituales

Historias mínimas de Tucumán: paciencia cotidiana

Tener que pagar algo ya es difícil. Formar una fila para hacerlo empeora el ánimo. Que el cajero del banco pida cambio es para tirarse de los pelos. Sonreir y esperar es la clave para que no te suba el colesterol nervioso. Misión casi imposible ( sonreir digo)..

Lo peor es ver y soportar a los vigilantes que intentan ser amables y no pueden.

El nuevo sistema impuesto por algunos bancos para pagar, cobrar o depositar es harto molesto  La forma anterior para realizar los trámites era más accesible y dinámica, me parece.

“Buenos días señor, para pagar, depositar o cobrar”, pregunta el uniformado en la entrada al banco. “Quiero pagar la luz”, contesté sorprendido. El joven empleado de una agencia privada de vigilancia mira y serio dice “ Ponga el dedo en pago y saque el número, luego con ese espere hasta que en la pantalla aparezca su número” Miro la máquina con algo de temor y precedo a realizar la tarea . Un papel cuadrado con la fecha hora, letra  y número sale de una ranura: C 326- 21 de setiembre de 2012, 10, 47 , tiene impreso el que me tocó en suerte ( o en desgracia).

En el salón no hay más de 80 personas. En el televisor donde antes estaba sintonizado algún canal de noticias ahora había números y números. .

Parado, porque no había asientos desocupados (recuerde que el vigilante dijo siéntese y espere) me dediqué a esperar. Total con está automatización no serán más de 25 minutos, pensé optimista.

La pantalla anunciaba cuatro números distintos para las cajas 1,2,3 y 4. A la par de cada uno había una letra. La cifra más alta era el 173 en una, 144 en otra, 221una tercera  y 162 en la que me correspondía a mí. Hice las cuentas rápido. Antes que yo había164 esperando lo mismo. No entendí. Si en el salón eran no más de 80 los que esperábamos, como puede ser que me tocó el 326. El “vigitodo” me aclaró pero no entendí.

“Qué número tiene usted…yo tengo el 367 para cobrar un cheque”, preguntó una señora con cara de resignación. El 326 le contesté. Así pasaron los segundos, los minutos y las horas. El reloj del celular ( me escondí para observarlo) indicaba las 13,23. Más de dos horas esperando mientras la caja que me tocaba en suerte llamaba al feliz poseedor del papelito con la letra C y el número 278. Me enloquecí. No había ni 70 personas en el salón. Seguía sin entender. Y no entendí nunca y además no quiero entenderlo.

El vigitodo , sonrió , abrió la puerta y me deseó un buen día ( seguramente me estaba cargando, pensé) Salí del banco cerca de las 14. El sol de la calle me hacía burla  ( me pareció), los estudiantes que pasaban se reían de mi (también me pareció) y el quiosquero no tenía cospeles.

Si sabía que para pagar algo iba a tener que pasar todo lo anterior , dejo que me corten la luz.

 Daniel A. Villalba
villalbadaniel07@gmail.com