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18/09/2012 - Comportamientos habituales

Historias mínimas de Tucumán: a propósito del último cacerolazo

Luego de ver con asombro ( déjenme que lo siga cultivando) las protestas del jueves pasado en Tucumán me puse a buscar explicaciones en diversos sectores sociales. Un amigo me dió la posta sobre lo que buscaba.

La respuesta, desde mi punto de vista, a todo ese descontento está en este correo que recibí. 

No hay té de Ceylán, por Enrique Santos Discepolo


Resulta que antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Sobre todo lo chiquito.
Pasaste de náufrago a financista sin bajarte del bote.

Vos, sí, vos, que ya estabas acostumbrado a saber que tu patria era la
factoría de alguien y te encontraste con que te hacían el regalo de
una patria nueva, y entonces, en vez de dar las gracias por el
sobretodo de vicuña, dijiste que había una pelusa en la manga y que
vos no lo querías derecho sino cruzado.
¡Pero con el sobretodo te quedaste!
Entonces, ¿qué me vas a contar a mí?
¿A quién le llevás la contra?
Antes no te importaba nada y ahora te importa todo.
Y protestás. ¿Y por qué protestás?
¡Ah, no hay té de Ceilán!
Eso es tremendo. Mirá qué problema!
Leche hay, leche sobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por
turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta.
¡Pero no hay té de Ceilán!
Y, según vos, no se puede vivir sin té de Ceilán.
Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteás un
problema de Estado porque no hay té de Ceilán.
Claro, ahora la flota es tuya, ahora los teléfonos son tuyos, ahora
los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas es tuyo, pero… ¡no hay té de
Ceilán!
Para entrar en un movimiento de recuperación como este al que estamos
asistiendo, han tenido que cambiar de sitio muchas cosas y muchas
ideas; algunas, monumentales; otras, llenas de amor o de ingenio:
¡todas asombrosas!
El país empezó a caminar de otra manera, sin que lo metieran en el
andador o lo llevasen atado de una cuerda; el país se estructuró
durante la marcha misma; ¡el país remueve sus cimientos y rehace su
historia!
Pero, claro, vos estás preocupado, y yo lo comprendo: porque no hay té
de Ceilán.
¡Ah… ni queso!
¡No hay queso! ¡Mirá qué problema! ¿Me vas a decir a mí que no es un problema?
Antes no había nada de nada, ni dinero, ni indemnización, ni amparo a
la vejez, y vos no decías ni medio; vos no protestabas nunca, vos te
conformabas con una vida de araña.
Ahora ganás bien; ahora están protegidos vos y tus hijos y tus padres.
Sí; pero tenés razón: ¡no hay queso!
Hay miles de escuelas nuevas, hogares de tránsito, millones y millones
para comprar la sonrisa de los pobres; sí, pero, claro, ¡no hay queso!
Tenés el aeropuerto, pero no tenés queso. Sería un problema para que
se preocupase la vaca y no vos, pero te preocupás vos.
Mirá, la tuya es la preocupación del resentido que no puede perdonarle
la patriada a los salvadores.
Para alcanzar lo que se está alcanzando hubo que resistir y que vencer
las más crueles penitencias del extranjero y los más ingratos
sabotajes a este momento de lucha y de felicidad.
Porque vos estás ganando una guerra. Y la estás ganando mientras vas
al cine, comés cuatro veces al día y sentís el ruido alegre y rendidor
que hace el metabolismo de todos los tuyos.
Porque es la primera vez que la guerra la hacen cincuenta personas
mientras dieciséis millones duermen tranquilas porque tienen trabajo y
encuentran respeto.
Cuando las colas se formaban no para tomar un ómnibus o comprar un
pollo o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para pedir
angustiosamente un pedazo de carne en aquella vergonzante olla
popular, o un empleo en una agencia de colocaciones que nunca lo daba,
entonces vos veías pasar el desfile de los desesperados y no se te
movía un pelo, no.
Es ahora cuando te parás a mirar el desfile de tus hermanos que se
ríen, que están contentos… pero eso no te alegra porque, para que
ellos alcanzaran esa felicidad... ¡ha sido necesario que escasease el
queso!!!
No importa que tu patria haya tenido problemas de gigantes, y que esos
problemas los hayan resuelto personas.
Vos seguís con el problema chiquito, vos seguís buscándole la
hipotenusa al teorema de la cucaracha, ¡vos, el mismo que está
preocupado porque no puede tomar té de Ceilán! Y durante toda tu vida
tomaste mate!
¿Y a quién se la querás contar?
¿A mí, que tengo esta memoria de elefante?
¡Nooooo, a mí no me la vas a contar!"

Enrique Santos Discépolo – 1951 

Palabras de Discépolo a las cuales adhiero en absoluto.

Daniel Villalba

villalbadaniel07@gmail.com

 

 


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Si tenés un familiar victima de desaparición forzada y aun no diste tu muestra de sangre lo podés hacer ahora y ayuda a identificarlo.La toma de muestras son gratuitas, hechas por el Equipo Argentino de Antropología Forense dentro de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas. Llama e 0800-333-2334, de lSec. DDHH Tuc. –Juzgados Federales 1 y 2 Tucumán.



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