Con dibujos de Francisco Solano López y guión de Héctor Germán Oesterheld, en la revista Hora Cero Semanal aparecen los primeros cuadros de la que será la saga más perdurable de la historieta nacional e internacional. Se trata del relato de un viajero de la eternidad que se aparece en casa del guionista y le cuenta la historia de una terrible invasión extraterrestre en Buenos Aires.
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EL HEROE SIN CAPA
¿Quién es héroe sin ser más que un simple hombre?. Ser héroe sin serlo, ese es el desafío. Un héroe de sangre, de errores, de miedos, humano, un héroe que nadie llamaría héroe porque sería mucho más: un líder
. A negra tinta y letras escogidas, sobre un añejo papel resquebrajado mirado hoy desde la historia, H. Oesterheld de la mano de Solano López, en Hora Cero, imprimió lo que su imaginación le fue dando, y así, un universo: "El Eternauta". En él: Juan Salvo y la resistencia contra los Ellos. Este hombre, con profunda agudeza supo crear un héroe distinto, social , un ser humano corriente, con la sola especialidad de ser líder. ¿Juan Salvo era un Superhombre? No. ¿Una máquina invencible? No. Si quisiéramos tipificar al héroe de esta saga, tendríamos que decir que es un héroe colectivo. Qué sería él sin Favalli, el fabuloso ingeniero, que prevé y coordina cuanto hay que hacer para lidiar con la tecnología de los extraterrestres, o el valiente Franco, que a cada instante revela su personalidad combativa y arrojada. Definitivamente la lucha de Juan Salvo por liberar a su pueblo y a otros pueblos no podría haber llegado a donde llegó, por ejemplo, si no se hubiera producido la entrega a la muerte de los últimos combatientes, sin lo cual no podrían haberse salvado Juan y su familia, y con ellos, el espíritu de la humanidad.
Hablamos de la historieta y de la tierra, de la genial pluma creativa de Oesterheld y del brazo combativo de los que supieron armar la historia, crearla, construir de barro y piedra el camino de los pueblos. No se puede en modo alguno creer que la historia la construye un ser iluminado, o la amasan todos o algunos, y cuando la arman todos es la historia del pueblo.
Pero no solo dentro de la ficción de la historieta, por supuesto, aparecen esta clase de héroes. Sin más, basta asomarse en "Megafon, o la guerra", donde de una forma magnífica y apoyándose en un léxico bien porteño, Leopoldo Marechal, confabula por Megafon, su personaje, lo que van a ser sus dos batallas: terrestre y celeste. Ahora bien, ¿podría haber encontrado, pese a que muere en el acto, a la Novia Olvidada, sin el apoyo genial de Samuel Tesler, con su genio filosófico, o los hermanos Barrantes y Barroso, con su humor singular y trasgresor? Megafon solo, no podría haber lidiado todas las batallas necesarias para llegar a la Novia Olvidada. En sus luchas, él, no se vale de herramientas supranaturales, sino de sus milicianos, de los guerreros que él lidera.
Tal vez, cuando volvemos a la historia recordamos a hombres, que de esta forma, supieron armar de la mano de la gente un camino de libertad. Si hablamos de este tipo de personajes, no podría faltar la mención del que supo hacerse del fervor de la gente, por medio del fusil en su momento, pero sin faltarle aliento para la paz, el que brillaba en el caribe sobre la Sierra Maestra, Che Guevara. Que combatió hasta el final de sus días, sumando sus manos a las manos de los hombres y la libertad, y que jamás se apersonó como el que hizo una Revolución; porque como él diría: una guerrilla no es verdadera sin el pueblo. Y si volvemos más atrás en la historia, seguro aparecerán hombres sin nombre para la historia, para la historia oficial. Ahí esta parado, desgarrando el medioevo, Thomas Munzer, levantando a todas las fuerzas campesinas alemanas en busca de la justicia y la libertad. El fue otro de los que no encontró buen fin en su lucha, ya que la incipiente burguesía del lugar encabezada por la oveja negra de la Iglesia, Lutero, sumada a la fuerte Iglesia Romana y a los grandes terratenientes, terminaron doblegando, no sin esfuerzo, a las revueltas campesinas alemanas allá por el 1525. O sin ir tan lejos en la historia, solo trepando por el mapa hasta llegar a México, Chiapas, donde Marcos, líder del EZLN, habla de que hay que desregular el poder, ponerlo en todos lados, distribuirlo hasta que casi no exista. En la mitad de la selva y con la ayuda de gran parte de la población mexicana, luchando y demostrándole fidelidad a la justicia, defendiendo a los campesinos, a todos aquellos para los que el gobierno no encuentra derechos. Como dice James Petras en uno de sus artículos: "...la unión de un pensamiento estratégico de alcance nacional e internacional y del apoyo de una base formada por la comunidad local."*, refriéndose a la lucha llevada hoy día en ese país.
Recorriendo la historia de la humanidad se van a encontrar un sinnúmero de héroes con esta característica, la de ser colectivos, y por este poderoso motivo, cuando se traslada a la ficción un protagonista humano, sin cualidades extraordinarias, nos vemos asaltados por un interés particular y más significante, porque se da que éstos, hombres o seres, realmente están aprisionados en una historia potencialmente parecida a la nuestra, y tienen que valerse de otros hombres para levantar su empresa. ¿Quién acaso al ir leyendo "El Eternauta", no vio por su ventana con un cosquilleo, pensando que tal vez podría suceder lo mismo? ¿Quién no sintió en ese grupo de seres, algo realmente humano y solidario, y no se sintió conmovido al ver que todos ellos, menos Juan, cayeron en las manos del enemigo convertidos en hombres-robots? ¿Quién no pensó cuál era el sentido del Eternauta, una vez solo, sin nadie? Porque de esto se trata, el mismo protagonista de la historieta inundado de soledad, buscando, siempre buscando, tratando de encontrar a su familia, y en ella, alguien para continuar la lucha. Esa es la diferencia entre el mitológico héroe griego, entre hércules y Salvo, entre Superman y Salvo, entre todos y Salvo, porque él solo no tiene verdadera significancia, él es en todos porque la batalla no tiene sentido solo. La batalla no puede realizarse en soledad. Qué más, es la guerra de guerrillas diría Guevara, es solamente en la unión en donde se encuentra el triunfo, o por lo menos el camino, ya que a buen puerto no se llega siempre.
Hombres de carne, de espada, fusil o palos, que sin necesitar el vuelo, o hacer uso de una vista con rayos láser y soplidos invernales, jugaron papeles más que relevantes dentro de la historia. Soldados solidariamente a la lucha con otros hombres, sin ser más que eso, hombres. Fundando en su esencia y su relación con el otro, no la competencia por el poder, sino la empresa común y la victoria de todos cuanto luchan.
* James Petras, "México: La revolución a la espera". Sacado de Internet
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