"¡Ahora es nuestro turno!", resonó en Río de Janeiro después de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Es el turno de Brasil, de la samba, del sol y de la fiesta. Pero también de las preocupaciones.
La actuación de sus atletas y la organización son los dolores de cabeza del país sudamericano, que tiene cuatro años para dotarse de infraestructuras comunicativas y de transporte para albergar la cita deportiva más importante del mundo.
Pero dos años antes organizará también el Mundial de fútbol. Una prueba de fuego de cara a los Juegos Olímpicos.
Para el éxito de Río 2016 el alcalde de la ciudad brasileña descuidará incluso a su mujer. "Le he dicho que a partir de ahora voy a dormir con una bandera olímpica", dijo Eduardo Paes en tono humorístico después de la ceremonia de clausura en el hotel.
Paes besó la bandera blanca con los cinco anillos de colores, que ondeará durante 16 días dentro de cuatro años en la capital mundial de la samba.
El alcalde prometió al mundo los "mejores Juegos de la historia" y a sus votantes un "renacimiento" de la ciudad. Sin embargo, los barrios marginales, el tráfico y la criminalidad siguen dominado la metrópolis de seis millones de habitantes.
El presidente del comité organizador de Río, Leonardo Gryner, anunció en Londres que los de 2016 serán "los Juegos de la pasión". Los ciudadanos de Río, aficionados al deporte y a las fiestas, esperan con ansía el reto 2016.
"¡Ahora es nuestro turno!", celebraron televisiones, radios y periódicos. Pero entre los "cariocas" existe el gran temor a un fracaso deportivo y organizativo.
El diario "Folha da S.Paulo" lanzó un mensaje lapidario: "El éxito de Londres aumenta la presión sobre Río".
La samba y el sol no son suficientes. Así lo dio a entender el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge.
Y aunque en 2012 Brasil logró su mejor registro de la historia en el medallero, 17 preseas, y superó por dos metales la previsión del Comité Olímpico Brasileño, los medios de comunicación y analistas criticaron el resultado con mucha dureza.
Teniendo en cuenta la inversión estimada de 2.100 millones de reales (1.035 millones de dólares) en el período entre 2008 y 2012, el doble que en el ciclo anterior, el portal "Uol" se preguntó: "Cada medalla nos costó 123 millones de reales, ¿vale la pena?"
Lo que más preocupa es el atletismo, que no logró ninguna medalla por primera vez desde los Juegos de Barcelona 1992. Pero en el foco de las críticas también está la natación, el fútbol, el baloncesto y otras disciplinas más.
El ministro de deportes brasileño, Aldo Rebelo, que exigió al menos 20 medallas para los Juegos de Londres, señaló: "Debemos y podemos ser mejores en 2016".
Después de un puesto 22 en el medallero de Londres 2012, el país brasileño invertirá aún más dinero en los próximos cuatro años para intentar arañar por primera vez un puesto en el top ten. Pero los expertos son escépticos.
Joaquim Cruz, medalla de oro en 800 metros en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984, mostró sus quejas en el canal Sport-TV: "El deporte escolar no se promueve en absoluto, debería ser la medida principal. Lo veo negro".
El consejero de atletismo, Miguel Arruda, llegó incluso a ser más dramático. Las inversiones deberían haberse hecho antes, sostuvo. "El tren para 2016 ya partió", agregó.
El mayor dolor de cabeza para Brasil son las infraestructuras, plano en el que aún queda mucho por hacer.
Para frenar la criminalidad, la policía ocupará los barrios de favelas, se crearán carriles de autobuses para reducir el caos de tráfico y la red de metro de Río aumentará de 40 a 90 kilómetros. Además, se invertirán cerca de 400 millones de euros en la renovación del mítico estadio de Maracaná.
Sin embargo, una de las cabezas visibles de Río 2016, el astro del fútbol Pelé, cargó duramente contra la organización de los próximos Juegos.
"Por el momento y para ser honesto tengo que decir que no está listo. Tenemos pequeños problemas de construcción. Estamos preocupados por la comunicación y el transporte", señaló el brasileño cuando se le pidió que comparase la organización de Londres 2012 con los próximos eventos deportivos en Brasil.
"Todo el mundo conoce el problema", sostuvo el considerado por muchos mejor futbolista de todos los tiempos.
El dinero no parece ser el problema de un país en pleno auge y sólo los números de gasto carecen de transparencia.
El COI y el ex delantero Romario, ahora miembro del parlamento brasileño, piden una y otra vez datos y números. Pero no obtienen respuesta.
Sin embargo, el alcalde de Río insiste en su postura y trata de calmar los ánimos mirando al futuro.
"Río cambiará para siempre con los Juegos", advirtió.
Fuente DPA
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