Es harto conocido que el tucumano en su mayoría no cumple ordenanzas ni leyes. Mucho individualismo con daño a las personas y a la ciudad. Lo penoso es ver a diario que algunos de los autores tampoco las acatan. .
Tucumán está en constante crecimiento: más edificios, más habitantes, más vehiculos, más consumismo, más negocios, más mascotas. Todo crece, menos el respeto..
Es
preocupante comprobar cotidianamente las “violaciones” a simples normas de convivencia y respeto. No solo
sucede en el micrcoente , sino en
cualquier sector del Jardín de la República.
Pocos son los que cumplen a rajatablas un mínimo
de respeto hacia personas,
animales y edificios públicos y privados.
Enormes y sofisticado bares y restaurantes
no cuentan con baños accesibles
para ancianos y discapacitados. Bancos y oficinas públicas tambien se suman a esta falta. Las veredas
llenas de mesas y sillas dificultan el tránsito de personas que necesitan de
mayor espacio para moverse con seguridad.Conductores desaprensivos estacionan
en paradas de ómnibus y obligan a los pasajeros a bajar a la calle para
ascender al colectivo. Madres con niños son atropellados por aquellos que
quieren “ganar” un asiento desocupado. La estrepitosa música que sale de los
celulares atenta contra los oidos. Los choferes andan casi siempre apurados.
Los perros considerados peligrosos pasean juntos a us dueños sin el mínimo de resguardo para proteger a los transéuntes. Los niños que están en plazas y parques so”rodeados” de estos dueños y sus canes que poco les importa del peligro que pueden generar sus mascotas. Nadie cumple la ordenanza de resguardo.
En casas y departamentos hay vecinos que solo escuchan música con alto volúmen. Los gimnasios céntricos y barriales también ponen sus parlantes con ensordecedor volúmen.
Los comerciantes callejeros ocupan todas las veredas, los comercios “legales” no entregan facturas de compra. Siguen fucnionando los after y bares que hacen bailes populares, fumadores en lugares públicos y cerrados, médicos que cobran plus, funcionarios que se enriquecen rápidamente. “Empleados” que no trabajan y cobran muy buenso sueldos. Empleados que trabajan mucho y cobran poco y nada.
En fin la lista de de violaciones a leyes y ordenanzas que no se acatan es mucha más amplia. Pero el espacio es poco. Solo deseo que en bien de un futuro más sano y menos contaminado por el hombre decrezca caso contrario nos vamos moralmente al “tacho”.
Obviamente que estamos hablando de violeaciones menores pero en continúo crecimiento. Si no se para ahora más adelante la provincia pude transformarse en una anarquíco “Viva la Pepa”.
Los más triste de esta cruel realidad en la cual vivimos es comprobar como muchos de los que hacen las ordenanzas y leyes son los primaros en incumplirlas. Vergüenza, parece que no tienen, ni ellos ni sus familiares, que callan y aceptan. Menos mal que todavía son minorías. Pero si no paran pronto serán mayoría.
Daniel A. Villalba
villalbadaniel07@gmail.com
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